Según el resultado del escrutinio provisorio brindado por Elecciones Bonaerenses, el pasado domingo de septiembre sobre un padrón electoral o total de electores de 14,22 millones de bonaerenses, concurrieron a votar 8,67 millones, solo un 61 % del mismo. De lo cuales solo emitieron votos válidos el 93,1 % de ellas, 8,07 millones de personas, o sea el 56,8 % del padrón. De esa manera arrasó el NO VOTO, integrado por quienes no fueron a votar, votaron en blanco, o anularon su voto, con un total de 6,14 millones de bonaerenses, el 43,2 % del padrón.
En segundo lugar, se ubicó Fuerza Patria, con solo 3,82 millones de votos, equivalentes al 26,8 % del padrón. En tercer lugar, LLA con 2,72 millones de votos, equivalentes a 19,1 % del padrón. En cuarto lugar, Somos Buenos Aires, sosias de Provincias Unidas, con 0,42 millones, equivalente al 3 % del padrón. Y en quinto lugar aparece con 0,35 millones de votos el Frente de Izquierda de los Trabajadores, equivalente al 2,5 % del padrón. A continuación, se suceden 12 partidos con un total de 0,75 millones de votos, equivalentes al 5,3 % del padrón.
Un análisis en perspectiva desde la elección bonaerenses del 2015, que se concreta seguidamente, revela que a la par que crecía el numero de electores, se reducía notablemente el número de los que van a votar, y aun más por parte de quienes lo hacían en forma positiva. Fenómeno que venía advirtiéndose en todos lados pero que se profundizó notablemente a partir de este año.
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Y que si bien en la provincia de Buenos Aires, el panperonismo a lo largo de ese periodo con sus sucesivos fracasos, perdió más de un cuarto de sus adherentes, estimado en 1,45 millones de votantes, esta elección reportó una verdadera catástrofe para el antiperonismo, con una reducción de un 45 % de los votos obtenidos previamente, con un total de 2,2 millones de votantes.
El democratismo y la debacle argentina
Asistimos así en Argentina, a lo que defensores de gobiernos autocráticos de Asia, con sus rotundos éxitos económicos, denominan “democratismos”. Consistentes en democracias formales, qué en lugar de brindar bienestar a sus habitantes, profundizan día a día el malestar social en ellas. Y hacen que a la postre aparezcan figuras esperpénticas, como es el evidente caso del presidente Javier Milei.
Un caso notable de ello es la democracia Argentina, que tras la salida de la ultima sangrienta dictadura -sin en manera alguna esto sea una defensa de ellas- ha dejado palpable que al contrario de lo que prometía el presidente Raúl Alfonsín, con la democracia se deseduca, no se come, y se enferma. Con incluso un retraso en las expectativas de vida, en relación con otros países del mundo que por entonces estaban más atrasados, como es el caso de España.
Como consecuencia de haberse puesto al hombro la deuda externa “sucia” generado durante dicha dictadura. Y aceptado un ultrajante recorte de la soberanía nacional, con las recetas impuestas a causa de ella por parte del FMI y el Banco Mundial. Iniciando esto una imparable debacle de Argentina, en un agudo proceso de “latinoamericanización”. Con muy pocos altibajos, salvo el posibilitado la mejora de los precios de intercambio, producida por la irrupción en el comercio mundial de China y otras potencias asiáticas.
Ese “democratismo”, se afianzó con el segundo gobierno de Fernández de Kirchner, tras haber permitido durante el primero que fugaran limpiamente las divisas obtenidas con las retenciones a la soja. Y luego se profundizó con Mauricio Macri, y sus fracasadas promesas “podés estar mejor” y “pobreza cero”. A quien no se le ocurrió otra cosa que traer nuevamente al FMI a Argentina.
Y así vino Alberto Fernández, quien prometía pagar el aumento de los jubilados con las Lebac, y los hundió en el borde de la línea de pobreza. A la par que le importaba un comino la inflación, y seguía al pie de la letra las estúpidas recetas del FMI. Quien, en lugar de preocuparse por la inclusión social, mediante tratar de reducir el crecimiento de la pobreza, que había aumentado cinco veces desde 1980, se dedicó a la inclusión discursiva, con un diccionario de palabras que terminan con “e”. Alentando a la par un feminismo radical, que considera que todo masculino es un presunto violador o abusador, por ser portador de un pene.
Y de esta manera, tras esta sucesión de decepciones de mal en peor del “democratismo”, apareció como el “salvador de la Patria”, igual que hacían antes los golpes militares, Javier Milei. Apoyado sustancialmente por jóvenes masculinos, barras de futbol de clase baja o media baja. Quienes además de la exclusión económica, padecieron también muchos de ellos de los ultrajes del feminismo radical en los “polos de la mujer”, de allí su postura anti “woke”. Cuya reacción ante el desencanto que les provoca el gobierno de Milei es impredecible. Basta con mirar las imágenes en Nepal al respecto.
Quien, en vez de llevar la situación a antes de la dictadura militar de 1976, abrazado al FMI y a integrantes del fracasado gobierno de Macri, pretende llevarnos a los tiempos de la Oligarquía, allá por 1914. Como si nada hubiese sucedido en Argentina y el mundo a partir de allí. Enarbolando la receta de un equilibrio fiscal, que ningún país lo practica en el orbe, empuñando salvajemente la motosierra.
Habiendo hundido vesánicamente con ella a los jubilados su cabeza bajo el agua. Además de emprenderla contra la educación, la salud, y la incapacidad, en un ajuste interminable, por la misma recesión que esta mismo genera. Y por la pretensión inhumana de convertir cualquier alza en la recaudación en disminuciones de impuestos, para achicar el Estado, y no en mejora de los sectores agraviados por sus políticas.
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A la par que se empeña suicidamente en combatir la inflación, mediante el atraso del precio del dólar, generando así un descomunal déficit en el balance de pagos. Que solo se soluciona con más deuda externa, para un país que está ahíto de ella, y técnicamente en default. Y como receta final desesperada, para tratar de imponerse en las elecciones, se desmandó con su lema “Kirchnerismo nunca más”. Tratando de llevar la suicida brecha política que agobia a Argentina a su máxima expresión.
Como si esa fuera la principal aflicción de un electorado, enormemente lacerado por las absurdas medidas económicas tomadas por el mismo gobierno, para cualquier observador objetivo de la realidad. Pero no para encuestadoras, qué nutriéndose de dudosos datos de las redes sociales, que les permite llegar a cualquier resultado a gusto de quien las paga, se encargaban de mostrar con ayuda de los grandes medios de comunicación, casi una idílica imagen del gobierno. Que no solo es horrible por razones formales, sino también por su plan económico social, a lo que se suma también las relaciones internacionales.
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Lo cual seguramente será ratificado en las próximas elecciones nacionales, siendo la de Buenos Aires, que siguió a la de Corrientes, solo un anticipo de lo que sobrevendrá. Que han revelado que más tempranamente, pero igual que sucedió con Fernández de Kirchner con la candidatura de Daniel Scioli; con Macri y su intento de reelección; y con Alberto Fernández y la candidatura de Sergio Massa; que el gobierno de Milei perdió el encanto que había suscitado en la sociedad.
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La elección bonaerense en perspectiva numérica
El siguiente grafico visualiza la evolución histórica del volumen de electores, la concurrencia a votar, y la actitud de los bonaerenses frente al voto desde 2015 hasta el 2025. Resultando notable en el mismo, que mientras crece el padrón, se reduce la concurrencia a votar, y también la efectividad del voto.

Entre puntas, se observa que mientras el padrón pasó de 12,4 millones en el 2015, a 14,2 millones de personas en el 2025. La concurrencia a votar cayó simultáneamente de 10 millones de personas en el 2015, a 8,7 millones de personas diez años después. Y los votos efectivos pasaron ínterin de 9,2 millones de personas en 2015, a 8,1 millones de personas en el 2025. Siendo la elección de este año la que registró el menor numero de personas de concurrió a votar, y el menor numero que efectivizo positivamente su voto.
Es claro que en ese registro se alternan elecciones legislativas, con las elecciones generales para gobernador, que movilizan mas a los votantes. Pero aun así, se puede observar que no obstante haber crecido el padrón en 0,8 millones de personas desde la anterior elección legislativa en el año de la pandemia 2021, concurrieron a votar y efectivizaron positivamente su voto 0,7 millones de bonaerenses menos.
Si la comparación se hace entre las legislativas del 2017 y 2025, la cuestión se acentúa. El padrón creció ínterin 1,3 millones de bonaerenses más, pero el número de bonaerenses que concurrió a votar fue 1,2 millones menos, y los que efectivizaron positivamente su voto fueron 1,3 millones menos.
En cuanto las elecciones generales que coinciden con las para gobernador, 2015, 2019, y 2023, el fenómeno descripto es menos acentuado, pero igual existe. Entre el 2015 y 2019, el padrón electoral creció 0,8 millones de bonaerenses, pero solo concurrieron a votar 0,5 millones de bonaerenses más. Pero a su vez efectivizaron positivamente su voto 0,9 millones de bonaerenses más, en el marco de decepción con el gobierno de Mauricio Macri, como consecuencia de la crisis económica de los años 2018 y 2019, en los que Argentina recurrió nuevamente al FMI.
Luego entre 2019 y 2025, el padrón creció otros 0,9 millones de personas, pero concurrieron a votar solo 0,2 millones de bonaerenses más, y votaron en forma positiva 0,5 millones de bonaerenses menos. En el marco de la decepción que produjo el gobierno de Alberto Fernández, castigado por la pandemia de los años 2020/21 y la sequía de ese año.
Si la comparación se hace entre las elecciones del 2015 y 2025, se observa que el padrón creció en 1,7 millones de bonaerenses, pero solo concurrieron a votar 0,7 millones de bonaerenses más, y votaron en forma positiva solo 0,4 millones de bonaerenses más. O sea que por mas que crezca el padrón electoral, la concurrencia a votar es proporcionalmente menor.
La visión en perspectiva proporcional
El siguiente gráfico brinda una perspectiva proporcional de la evolución de las elecciones bonaerenses. En el cual en primer lugar, se aprecia la continua caída en la concurrencia a votar, en forma de serrucho, por efecto de la alternancia de las elecciones generales que incluyen la de gobernador, con las legislativas.

La concurrencia, partiendo de un 80,5 % en las elecciones generales del 2015, cayó a un 76,4 % en las elecciones legislativas del 2017, subió a un 80 % en las elecciones generales del 2019, cayó a un 69,9 % en las legislativas del 2021, subió a un 75,9 % en las generales de 2023, y cayó a un mínimo de 61 % en las legislativas actuales.
En cuanto la efectivización positiva del voto, el serrucho es mas atenuado, lo que también evidencia el descontento del votante. Partió de 73,7 % en las generales de 2015, cayo levemente a un 72,6 % en las legislativas de 2017, subió a un 76,3 % en las generales del 2019, se hundió a un 66 % en las legislativas 2021, subió levemente a un 68,5 % en las generales de 2013, y se hundió a un 56,8 % en las legislativas actuales.
Mas abajo, las líneas celeste y violeta, ponen en evidencia la disputa kirchnerismo antikirchnerismo en la principal provincia del país, que detenta el 40 % de los electores argentinos, y su estrepitoso final que sucedió en la reciente elección. Tomando en cuenta para ello las distintas variantes que fueron asumiendo, con distintos sucedáneos.
Se observa en el gráfico que el kirchnerismo en el 2015, contaba con un 26 % del electorado. Repartiendo los votos peronistas con lo que ahora -en forma diluida- se conoce como Somos Buenos Aires, o sus sosías Provincias Unidas, que entonces con UNA detentaba un 14,2 % de los votos. Liderada en su tiempo por José Manuel De la Sota y Sergio Massa, y localmente por Florencio Randazzo, etc.
Y esta división pan peronista, fue la causa de que en las elecciones para gobernador se impusiera Cambiemos con el 29 % de los votos, llevando como candidata a María Eugenia Vidal. En las elecciones legislativas del 2017, Somos Buenos Aires o 1País, bajo sus votos a un 9,9 %, pero el kirchnerismo como Unidad Ciudadana se mantuvo en un 26,3 %, y el anti kirchnerismo violeta de Cambiemos apenas subió a 30,5 % del padrón.
En las elecciones generales del 2019, con el Frente de Todos, el kirchnerismo logró sumar a Massa, que rompió con Hacemos Por Nuestro País, sosias de Somos Buenos Aires, que de esa manera se redujo a un 3,9 % de los votos. De esa forma alcanzó un 40 % de los votos, llevando a la gobernación a Axel Kicillof. Mientras que el anti kirchnerismo con Juntos por el Cambio, se mantuvo en el 29,2 % de los votos
En las elecciones legislativas del 2021, el kirchnerismo con el Frente de Todos volvió a su nivel del 26,1 %, mientras que el anti kirchnerismo subió levemente, gracias a la aparición de LLA con Javier Milei, hasta un 31,1 %. Mientras que el pan peronismo ahora como Frente Vamos con Vos ,seguía cayendo hasta un 2,8 % de los votos, quedando por debajo del Frente de Izquierda.
En las elecciones generales del 2023, el panperonismo desapareció, y de esa manera el Frente de Todos logró trepar trabajosamente al 30,8 % de los votos, logrando de esa manera el gobernador Kicillof renovar su mandato. Frente al antikirchnerismo de Juntos por el Cambio y LLA, que de haber ido unidos lo habrían impedido, logrando entre ambos a un pico histórico del 35,1 % de los votos.
En las recientes legislativas, el peronismo incluyendo el kirchnerismo, logró esforzadamente mantener su nivel del 26,8 %, mientras que el panperonismo se diluía enteramente en Somos Buenos Aires, que solo alcanzó un 3 % de los votos. Lo cual representa que el peronismo bonaerense a secas, ha registrado una importante caída de votantes, y actualmente no llegaría al 30 % del electorado, desde más del 40 % que contaba en el 2019. O sea una caída de más de un cuarto de sus simpatizantes, que en números serían alrededor de 1,45 millones de adherentes.
Pero mucho peor le fue al antikirchnerismo, resultante de la supuesta suma aritmética de Juntos por el cambio mas LLA, que del 35,1 del año 2023, se derrumbo a 19,1 % en las elecciones actuales. O sea una caída 16 puntos, que representa una merma del 46 % de sus simpatizantes, que en números representa alrededor de 2,20 millones de adherentes. Contrastado con el balotaje nacional del 2023, en el cual un fervoroso antikirchnerismo logró trepar en el orden nacional al 56 % de los votos.
La catástrofe del antikirchnerismo
Esto último tiene una sola explicación, que se venía haciendo evidente en la poca concurrencia que se registraron en las elecciones concretadas a lo largo de este año, que remataron con una LLA que no alcanzó el 10 % de los votos en la reciente elección en Corrientes. Siendo esta la enorme laceración social que ha concretado el gobierno del presidente Milei, en casi todos los sectores de la sociedad, lo cual seguramente se verá reflejado en las próximas elecciones nacionales.
Los números registrados en la provincia de Buenos Aires lo cantan claro. En las elecciones generales del 2021, entre Juntos por el Cambio y LLA lograron 4,15 millones de votos. Aportados 3,53 millones por Juntos por el Cambio, y 0,62 millones por LLA.
A su vez en las elecciones 2023, que de haber ido unidos habría impedido la reelección de Kicillof, lograron 4,93 millones de votos. Aportados 2,36 millones por Juntos por el Cambio, y 2,56 millones por LLA. Y ahora en la reciente elección, los votos de LLA que absorbió al PRO que lideraba Juntos por el Cambio, se desplomaron a 2,72 millones, una cifra como se dijo, un 45 % inferior a la obtenida tan solo dos años atrás.-
Ver también:
PRESUPUESTO I: Para evitar el default financiero, Milei propone defaltuar las obligaciones del Estado imitando a Cavallo
PRESUPUESTO II: Revela que Milei desconoce enteramente la historia argentina 1900-2001
PRESUPUESTO III: Revela que Milei ignora la historia económica argentina – Resumen
PRESUPUESTO IV: la engañifa del déficit cero de Procusto Milei imitando malamente a Procusto Cavallo
PRESUPUESTO V: respecto la deuda que aumentó USD 96 mil millones el presidente Milei esta fuera de la ley



