Acuerdo UE – Mercorsur: un tratado colonial posmoderno con fines electoralistas

Los grandes medios de Argentina al cubrir el reciente acuerdo UE – Mercosur, usaron como fuente a este último. Pero resulta mucho más relevante ver que dice la UE de este tome y daca, para discernir quién es realmente el favorecido. Y de su contenido surge que se trata de un acuerdo colonial, en el […]

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Los grandes medios de Argentina al cubrir el reciente acuerdo UE – Mercosur, usaron como fuente  a este último. Pero resulta mucho más relevante ver que dice la UE de  este tome y daca, para discernir quién es realmente el favorecido. Y de su contenido surge que se trata de un acuerdo colonial, en el sentido que los integrantes del Mecorsur dejamos de hacer la nuestra, para hacer la de ellos. Comprometiéndonos además, como en los tiempos del neocolonialismo, a suministrar nuestras materias primas baratas, para que ellos compitan directamente contra nuestros recursos terminados. Y que exploten el mar argentino como si fuera europeo, renunciando así a nuestras ventajas comparativas. Lo cual linda con una negociación diplomática perjudicial, prevista en el código penal, producto de la negligencia criminal de pretender usar el acuerdo como argumento electoral. Quedando de entrada manifestada esta asimetría colonial, con la firma del acuerdo en Bruselas, la metrópoli imperial. Entre una comunidad política de derecho, con altísimas niveles regulatorios, como es la Unión Europea, y una mera unión aduanera imperfecta como es el Mercosur. Que quedará ahora  sometida a las regulaciones actuales y futuras de la UE, como si se tratara de un nuevo Consejo de Indias. Perdiéndose además la oportunidad de plantear la cuestión Malvinas que brinda el Brexit. 

Por Javier Llorens – 6/7/2019

Los grandes medios argentinos le dicen a sus audiencias que el acuerdo arribado recientemente entre la Unión Europea (U) y el Mercosur es un “tratado de libre comercio”. Sin embargo en la folletería con que lo presentó el Mercosur, se trata de algo que va mucho más allá, dado que habla pomposamente de un “Acuerdo de Asociación Estratégica Mercosur – UE.”

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https://www.mercosur.int/documento/mercosur-ue/

Pero resulta mucho más interesante remitirse a las fuentes del otro lado, para calibrar quién es realmente el favorecido en este tome y daca. Y así se encuentra que según la UE es un “acuerdo sobre comercio”, conforme el comunicado de prensa emitido el 27 de junio desde Bruselas. Aunque seguidamente la cosa va más allá, al referirse seguidamente en el copete a un “acuerdo comercial”, donde brilla por su ausencia la palabra “libre”, que “consolidará una asociación política y económica estratégica… preservando los intereses de los consumidores de la UE”:

La Unión Europea y el Mercosur alcanzaron hoy un acuerdo político para un acuerdo comercial ambicioso, equilibrado y amplio. El nuevo marco comercial, que forma parte de un Acuerdo de Asociación más amplio entre las dos regiones, consolidará una asociación política y económica estratégica y creará oportunidades significativas para un crecimiento sostenible en ambos lados, respetando el medio ambiente y preservando los intereses de los consumidores de la UE y los sectores económicos sensibles.

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https://ec.europa.eu/commission/presscorner/detail/en/ip_19_3396

A continuación, lejos de hablar de libre comercio, afirma que se trata de un “comercio internacional basado en normas”, que asimétricamente son las normas de la UE, igual que en los tiempos del Consejo de Indias. El que además de dar a la “empresas europeas una importante ventaja”, “anclará importantes reformas económicas y modernizaciones en los países del Mercosur”. Afirmación que mutatis mutandi, es algo muy parecido al orden colonial iniciado por Cristóbal Colón, o neocolonial ideado por el Reino Unido. Y más modernamente al fracasado “Consenso de Washington”, que tanta penurias trajo en la década de los ’90 a la región. Expresando al respecto que el convenio:

“Representa un claro compromiso de ambas regiones con el comercio internacional basado en normas y dará a las empresas europeas una importante ventaja en un mercado con un enorme potencial económico. Anclará importantes reformas económicas y modernizaciones en los países del Mercosur. El acuerdo mantiene los más altos estándares de seguridad alimentaria y protección del consumidor, así como el principio de precaución para la seguridad alimentaria y las normas ambientales y contiene compromisos específicos sobre los derechos laborales y la protección ambiental.”

Para que quedara claro de que no se trata de “libre comercio”, y quien es el que realmente abre sus mercados y quién no, el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, dijo: En medio de las tensiones del comercio internacional, hoy enviamos una señal firme a nuestros socios de Mercosur de que defendemos el comercio basado en reglas. A través de este pacto comercial, los países del Mercosur han decidido abrir sus mercados a la UE… Esto lo convierte en el mayor acuerdo comercial que la UE haya celebrado.” 

Y en relación la supuesta ventaja para los países agrícolas del Mercosur, el Comisionado de Agricultura y Desarrollo Rural de la UE Phil Hogan, dijo: “ El acuerdo UE-Mercosur es un acuerdo justo y equilibrado con oportunidades y beneficios para ambas partes, incluso para los agricultores de Europa. Nuestros distintivos productos agroalimentarios de la UE de alta calidad ahora obtendrán la protección en los países de Mercosur que merecen, respaldando nuestra posición en el mercado y aumentando nuestras oportunidades de exportación.”

“Para que este acuerdo sea beneficioso para todos, solo nos abriremos a los productos agrícolas de Mercosur con cuotas cuidadosamente administradas que garantizarán que no haya riesgo de que ningún producto inunde el mercado de la UE y, por lo tanto, amenace el sustento de los agricultores de la UE”.

La comisaria de Comercio de la UE Cecilia Malmström, con los pequeños negociadores argentinos el canciller Jorge Faurie y el ministro de Producción Dante Sica

Principales características del acuerdo comercial UE-Mercosur

Bajo este título la gacetilla de la UE dice que el acuerdo “eliminará la mayoría de los aranceles sobre las exportaciones de la UE a Mercosur, lo que hará que las empresas de la UE sean más competitivas al ahorrarles 4.000 millones de euros en impuestos al año”. Las que de esa manera tendrán un “acceso privilegiado a un mercado de más de 260 millones de consumidores”.

Expresando al respecto las ventajas para la UE, no solo en relación a los sectores industriales que impulsaran sus exportaciones por las caídas a cero de los altos aranceles que ahora existen, desde automóviles hasta tejidos de punto, pasando por ropa y calzado, etc. Sino también en lo que respecta al sector agroalimentario con las exportaciones por parte de la UE, desde chocolates hasta quesos, pasando por el vino, etc.

  • En lo que respecta a los sectores industriales de laUE, esto ayudará a impulsar las exportaciones de productos de la UE que hasta ahora han estado enfrentando aranceles altos y, a veces, prohibitivos. Estos incluyen automóviles (arancel del 35%), partes de automóviles (14-18%), maquinaria (14-20%), productos químicos (hasta 18%), productos farmacéuticos (hasta 14%), ropa y calzado (35%) o tejidos de punto (26%).
  • El sector agroalimentario de laUE se beneficiará de la reducción de los aranceles elevados del Mercosur sobre los productos de exportación de la UE, chocolates y confitería (20%), vinos (27%), licores (20 a 35%) y refrescos (20 a 35%). El acuerdo también proporcionará acceso libre de impuestos sujeto a cuotas para los productos lácteos de la UE (actualmente arancel del 28%), especialmente para los quesos.

El broche de oro del acuerdo: Acceso más fácil a materias primas y partes”

Bajo este título, seguidamente aparece en la gacetilla de la UE un inusitado párrafo, que explica porque el rey de la soja Gustavo Grobocopatel aplaudió la firma del acuerdo, aun antes que se supiera su contenido. Especificándose en él que ciertas exportaciones de materias primas de “alta calidad” dirigidas hacia la UE, tales como la soja, no tendrán retenciones. Diciendo al respecto:

 “El acuerdo también ofrece a las industrias de la UE y del Mercosur un acceso más fácil a materias primas y piezas de alta calidad para aumentar su competitividad. El acuerdo reducirá o eliminará los aranceles que el Mercosur impone actualmente a las exportaciones a la UE de productos como pieles y cueros (que son materias primas clave para la industria del cuero de la UE) o productos de soja (que son materiales clave para alimentar al ganado de la UE)”.

Con esta inusitada cláusula el Mercosur se obliga nada menos que a abaratar los costos de los alimentos para los animales de la EU, destinados a alimentación humana, renunciando además a  establecer derechos de exportación, ya sea como instrumento de regulación de la economía o en beneficio de sus fiscos. Como sucede con la soja, que tiene actualmente en Argentina aranceles de exportación del orden del 30 %.

Razón por la cual los envíos hacia allí, si subsisten las retenciones hacia otros destinos, contarían con un diferencial de precios, que se lo repartirían entre sí las grandes exportadoras de granos del Mercosur, que son todas extranjeras, y las importadoras europeas. Con el objeto de ayudar a los países de la UE a competir o para impedir exportaciones hacia allí, de nuestros productos pecuarios destinados a alimentación humana.

Renunciando así ostensiblemente a las ventajas absolutas o comparativas de las que hablaban Adam Smith y David Ricardo. O simplemente las ventajas competitivas, que debe tratar preservar para sí, cualquier país que se precie de tal. Siendo esta renuncia a favor de otros países, la más clara evidencia de una situación colonial o neocolonial.

Similar a la de abrir unilateralmente el mercado interno, sin recibir nada o muy poco a cambio. O dejando al otro la potestad unilateral de cerrar su mercado invocando obstáculos técnicos o regulatorios. Lo cual también se manifiesta ostensiblemente en el presente acuerdo, como se verá seguidamente.

Razones por la que los lineamientos fijados en el convenio UE – Mercosur, evidencia ser una negociación diplomática perjudicial que sanciona el Código Penal (artículo 225). Previendo “reclusión o prisión de tres a diez años, el que, encargado por el gobierno argentino de una negociación con un estado extranjero, la condujere de un modo perjudicial a la Nación, apartándose de sus instrucciones”.

Cabiendo en consecuencia el interrogante si alguna autoridad impartió estas novedosas instrucciones a los negociadores argentinos, y los fundamentos porque lo hizo con tanta negligencia criminal. O si directamente hubo un apartamiento en las instrucciones por parte de ellos.

Temiendo que fuera una mala redacción del texto de la gacetilla o de su traducción del  inglés, esta cláusula se la encuentra agravada en el parágrafo 1 del documento del 1 de julio pasado, “Los principios del  Acuerdo” (New EU-Mercosur trade agreement – The agreement in principle) en el capítulo Comercio de Bienes”.

http://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2019/june/tradoc_157964.pdf

La cláusula dorada que deroga las retenciones

Bajo el subtítulo “Acceso a materias primas, derechos de exportación, y restricciones de importación y exportación” se puede leer en forma agravada, que en él desaparece la supuesta bilateralidad, y se especifica concretamente una quita derechos de exportación o retenciones para las exportaciones de soja o soya hacia la UE, entre otras “materias primas de alta calidad”.

Los derechos de exportación o retenciones, son un tema delicado en Argentina, tras la épica insurrección fiscal que protagonizaron los productores del campo en el 2008, cuando el flamante gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pretendió implantar las “retenciones móviles”. Con la finalidad oculta de facilitar la compra de la cosecha gruesa de ese año por parte de las grandes exportadoras de granos.

Que habían efectuado previamente Declaraciones Juradas de Venta al Exterior falsas, para congelar las retenciones a los niveles previos. Y se veían imposibilitadas de cumplirlas con el inusitado aumento que tuvo ínterin el precio de la soja. De esa manera con la aplicación de las retenciones móviles, obtuvieron una sobreganancia cercana a los 2.000 millones de dólares. Y la comisión investigadora que se formó en el Congreso para indagar sobre ese chanchullo, ni siquiera pudo reunirse ni una sola antes de desaparecer.

Ver LOS MALOS CALCULOS DE LOUSTEAU CON SU 125 PARA BENEFICIAR A LAS CEREALERAS

Con vistas por parte del gobierno de entonces, de apropiarse luego del aumento de la renta agrícola, para destinarla al pago de la deuda externa. Por su parte el actual gobierno en la campaña electoral, prometió llevar a cero las retenciones. Pero luego por la crisis del 2018 y exigencia del FMI, tuvo que retroceder en chancletas, haciéndolas incluso extensivas a las exportaciones industriales que antes no estaban gravadas. Sin embargo con total desaprensión, sin tener para nada en cuenta estas sensibles cuestiones fiscales o de regulación económica, en el convenio se expresa:

“El acuerdo ofrecerá a las industrias de la UE materias primas de alta calidad más baratas al reducir o eliminar los aranceles que Mercosur impone actualmente a las exportaciones a la UE de productos como los productos de soya (piensos para el ganado de la UE). El acuerdo también prohíbe los requisitos de precios de importación y exportación, y los monopolios de importación y exportación.”

Esta inusitada derogación de las retenciones, para facilitar la alimentación del ganado de la UE, es lo que aplaudió gozoso Grobocopatel. Quien a la par dijo que en Argentina “hay que permitir que haya sectores que desaparezcan”. Usando una palabra tenebrosa en nuestro país, que fue el que desgraciadamente inventó ese término, mostrando también que en nuestras elites empresariales y políticas, ha desaparecido la inteligencia estratégica.

Y solo parecen buscar la gratificación inmediata, del lucro por parte de unos, o la llegada o permanencia en el poder por parte de los otros. Y así de país exportador de alimentos para humanos, que hizo grande a la Argentina del Centenario, con su alianza estratégica subordinada con Inglaterra, hemos pasado a ser ahora a ser casi meros exportadores de alimentos para animales.

Para garantizar la seguridad alimentaria de otros países, que en base a nuestros insumos elaboran sus alimentos para humanos. Habiéndose convertido así el Mercosur en el “prado verde” conque China alimenta su ganado porcino. Y ahora con precios aún más bonificados y un plus de ganancias para los grobocopatel, pasaremos a ser el prado verde de los países de la UE, para que apacienten sus ganados.

Cuanto tanto a la UE como a China, que enfrenta una gravísima crisis en su producción porcina por la peste africana -por sus  métodos de crianza masivas tipo industria, en abierta violación de la sanidad y el bienestar del animal- el Mercosur debería decirle no somos forros, no vendemos forrajes, vendemos alimentos para humanos.

En consecuencia lo que debería hace estratégicamente el Mercosur, y los países que lo integran, Argentina, Brasil, Paraguay, y Uruguay, al detentar prácticamente junto con EEUU el monopolio de las exportaciones de soja y maíz, es prohibir o desalentar estas exportaciones de alimentos para animales, mediante el establecimiento y/o mantenimiento de las retenciones o derechos de exportación.

Para destinarlos como insumos para la elaboración en la región de alimentos humanos, que a su vez alimenten a miles de personas en el mundo. Garantizándoles a sus países la seguridad alimentaria, con una declaración de neutralidad, como la que hizo ficticiamente Argentina en provecho de Inglaterra durante la Primera y Segunda Guerra Mundial,  cuando funcionábamos en la órbita de esta.

La que en esta ocasión debería ser genuina, y por parte del Mercosur, olvidándonos a la par de las “alianzas estratégicas integrales” a tontas y locas, que se proclaman y firman con las potencias del este y del aqueste. Que en este mundo, en el que impera disimuladamente la cruel ley de la selva, solo encubren el afán por parte de esas potencias de explotar en su provecho nuestros mercados y ventajas competitivas.

Un ejemplo del uso de las retenciones como instrumento de orientación económica para aprovechar nuestras ventajas competitivas, mediante incentivar la integración vertical para expandir la cadena de valor y el bienestar de la población, que es la obligación básica que tiene un buen gobernante, lo da la misma soja. Con el diferencial de retenciones que existía y este gobierno derogó, a favor de la exportación de los subproductos de la soja, respecto las exportaciones del grano.

Lo cual hizo que sobre el Río Paraná (ROSAFE) se instalara una industria manufacturera de la soja, que es la tercera en importancia en el mundo. Razón por la cual, en lugar de anularse el diferencial de retenciones como hizo este gobierno, debería profundizarse el mismo, para que esa proteína vegetal se transforme en proteína animal y alimentos para humanos. Y lo mismo debería hacerse, por ejemplo con el litio, para desalentar su exportación como mineral, y lograr que se asiente en Argentina o la región una poderosa industria de baterías de Ion litio, que hoy son el dínamo de las comunicaciones en el mundo.

Las medidas complementarias al despojo de las ventajas competitivas

Esta absurda medida de facilitar el pienso para los animales europeos, se ve complementada con el impedimento de exportar por parte del Mercosur de alimentos pecuarios para humanos. Mediante el establecimiento de cupos con volúmenes insignificantes, que no tienen relación alguna con la capacidad de producción de los países del  Mercosur.

Cuotificados además gradualmente a lo largo de seis años, como para darle a la UE tiempo para que crezcan sus ganados con el pienso del Mercosur. A la par que de entrada se libera enteramente con arancel cero, el ingreso de la soja y sus derivados, además de frutas y hortalizas de contra estación con la UE, y algún otro producto de alimentación humana en escaso volumen.

En el caso de la carne vacuna, además de la exportación de la consabida cuota Hilton para le región de 47 mil toneladas anuales, que ahora tendrá arancel cero, se permitirá la exportación gradual de otras 99 mil toneladas anuales, con un arancel del 7,5 %.  Lo cual ante una producción actual por parte del Mercosur de 15 millones de toneladas, representa la insignificante proporción del 0,7 % de esa producción. Y ante las actuales exportaciones del Mercosur de tres millones de toneladas anuales, solo representa un insignificante 3,3 % de ella.

Con respecto la carne avícola, el acuerdo prevé la exportación gradual por parte del Mercosur de un cupo de 180 mil toneladas anuales, que representa solo el 1,2 % de su producción, que trepa a los 16 millones de toneladas anuales. Pero además ese cupo constituye una burla y motivo de conflicto en el Mercosur, dado que Brasil ya venía exportando a la UE mucho más que esa cantidad. Por lo cual el mismo no constituiría una ampliación, sino una notable restricción. Que se explica porque la UE es una gran exportadora de ese tipo de carne, y recientemente ha tratado de obstaculizar los envíos desde Brasil alegando razones sanitarias.

Respecto la carne porcina, el acuerdo prevé la importación de solo 25.000 toneladas anuales, con un arancel de 83 euros por tonelada. El cual ante una producción del Mercosur de 4,5 millones de toneladas, solo representa un insignificante 0,6 % de ella.  Mostrando claramente todo esto la voluntad de la UE de obtener del Mercosur una fuente barata de proteínas vegetales para alimentación animal, para elaborar por su parte proteínas animales para consumo humano, para sí y para el mundo.

Los cupos para la exportación de alimentos humanos

Además de esos insignificantes cupos para limitar a un mínimo la exportación por parte del Mercosur de proteínas cárnicas para consumo humano, también hay cupos limitantes para la importación de otros alimentos humanos, cuya importación también será gradual.

El azúcar para refinar, proveniente exclusivamente de Brasil y Paraguay, tendrá un cupo de 190 mil toneladas anuales. Contra una producción en ambos países que supera los 31 millones de toneladas, equivaliendo el cupo al 0,6 % de ella. Prohibiendo además la importación de azúcares especiales.

El arroz tendrá un cupo de 60.000 toneladas anuales libres de derechos. Mientras que la producción del Mercosur es de 18 millones de toneladas, y su exportación trepa a 2,4 millones de toneladas. Representando el cupo solo un 0,3 % de la producción, y un 2,5 % de la exportación del Mercosur.

Por su parte la miel tendrá un cupo de 45.000 toneladas anuales libres de impuestos, mientras que la producción del Mercosur trepa a 120 mil toneladas. Lo cual revela la gran demanda insatisfecha de miel que tiene la UE, razón por la que pese ser la segunda productora de miel del mundo, importa una cantidad igual a la que produce.

En cuanto al queso, leche en polvo, y formula infantil, el cupo será de 54 mil toneladas libres de impuestos. El cual ante una producción del Mercosur de 5 millones de toneladas, representa solo un 0,9 % de la producción. Siendo por otro lado Brasil un importador neto de esos productos, pese a ser el tercer productor mundial de leche. Mientras que la UE es el primer productor mundial de leche y el segundo exportador de productos lácteos del mundo. Todo lo cual pone en evidencia que el supuesto libre comercio del tratado, solo se aplica para los insumos que necesita la UE.

Como si ello no fuera suficiente respecto la limitación de exportaciones por parte del Mercosur hacia la UE prevista en el tratado, bajo el título “2. Reglas de Origen” estipulada en los lineamientos del acuerdo, se establece que:  “la definición de “totalmente obtenido” para los productos pesqueros es coherente con los criterios de los buques de la UE: bandera, “registro” y requisitos de propiedad o tripulación, que se aplican por igual a la Zona Económica Exclusiva y la Plataforma Continental, así como a alta mar”.

De tal manera los buques de la UE, no solo podrán desarrollar en igualdad de condiciones la pesca en nuestros ricos caladeros, igual que los buques del Mercosur en los agotados caladeros de pesca europeos. Sino que además esa pesca obtenida en la Zona Económica Exclusiva y la Plataforma Continental de los países del Mercosur, será made in UE.

Seguridad alimentaria, sanidad animal y vegetal

En directa relación con el sector agroalimentario, este es otro punto de enorme importancia. Del que igual que el anterior, se podría decir que es el diablo que se esconde en los detalles. Dado que en él aparecen las clásicas medidas de regulación o restricción al comercio no arancelarias. Dejando muy en claro quien es el que impone en tal caso las reglas en un “comercio internacional basado en normas”, al expresar rotundamente:

“Las normas de seguridad alimentaria de la UE se mantendrán sin cambios y todas las importaciones deberán cumplir con las rigurosas normas de la UE, como es el caso hoy. Las disposiciones acordadas sobre seguridad alimentaria y sanidad animal y vegetal reforzarán la cooperación con las autoridades de los países socios y acelerarán el flujo de información sobre cualquier riesgo potencial a través de un sistema de información y notificación más directo y eficiente. De esta manera, el acuerdo aumentará nuestra eficiencia para garantizar la seguridad de los productos comercializados entre la UE y los países del Mercosur.”

Como si eso no fuera suficiente, mostrando que este es el otro meollo de la cuestión, seguidamente agrega: “El ambicioso capítulo sobre asuntos sanitarios y fitosanitarios (SPS), que cubre la inocuidad de los alimentos y la salud animal y vegetal, mantendrá nuestros estándares más altos. Nada en el acuerdo cambia la forma en que la UE adopta y hace cumplir sus normas de seguridad alimentaria, ya sea para productos de producción nacional o importados.” 

Y a continuación aparece el margen de discrecionalidad que se reserva la UE en tal sentido, aunque la objeción no este comprobada debidamente: “El acuerdo también defiende explícitamente el “principio de precaución”, lo que significa que las autoridades públicas tienen el derecho legal de actuar para proteger la salud humana, animal o vegetal o el medio ambiente, frente a un riesgo percibido incluso cuando el análisis científico no es concluyente.”

Más adelante, bajo el título “Reglamentos técnicos y normas”, la UE se cuida de que el Mercosur pudiera apelar a impedimentos sanitarios de seguridad alimentaria parecidos, al expresar: “Los diferentes reglamentos técnicos y normas sobre productos en otros mercados pueden ser un gran obstáculo para los exportadores porque imponen costos adicionales por cumplirlos.”

“El acuerdo promueve la transparencia y el uso de estándares internacionales para facilitar el acceso al mercado y al mismo tiempo salvaguardar los niveles de protección que cada parte considere apropiados. También será más fácil para las empresas demostrar el cumplimiento de las normas y regulaciones, especialmente a través del reconocimiento por parte de los países del Mercosur de las pruebas de conformidad de los productos de la UE realizados en la UE en ciertos sectores.” 

Seguidamente bajo el título “Mecanismo de salvaguardia bilateral”, la gacetilla da cuenta de la existencia de otro margen de discrecionalidad más, al permitir “a la UE y al Mercosur imponer medidas temporales para regular las importaciones en caso de un aumento inesperado y significativo de las importaciones, lo que causa, o amenaza con causar, un daño grave a su industria nacional. Estas garantías también se aplican a los productos agrícolas”, dice el convenio, como para dejar tranquilos a los productores agrícolas europeos”.

En un fascículo colateral, la UE se encarga de ratificar claramente quién manda en estas estratégicas cuestiones paraarancelarias, diciendo: “Cualquier producto que llegue a Europa debe cumplir con las estrictas normas de seguridad alimentaria de la UE. El acuerdo comercial UE-Mercosur no modifica nada al respecto. El acuerdo también reafirma el “principio de precaución” y el derecho de ambas partes a adoptar medidas para proteger la salud humana, animal y vegetal, incluso en situaciones donde la información científica no es concluyente.” Enumerando a continuación:

http://trade.ec.europa.eu/doclib/docs/2019/june/tradoc_157956.pdf

HECHOS CLAVE

  • No hay cambios para las estrictas normas de seguridad alimentaria de la UE.
  • El acuerdo no afecta a la legislación de la UE.
  • Las normas de seguridad alimentaria, sanidad animal y vegetal de la UE no son negociables.
  • Mantenemos nuestro enfoque estricto sobre los organismos modificados genéticamente (OGM) y cualquier otro asunto relacionado con los alimentos.
  • La UE mantiene su derecho a establecer niveles máximos permitidos para residuos de pesticidas
  • La UE sigue siendo libre de regular con todas las precauciones necesarias
  • La UE sigue siendo totalmente independiente para decidir los criterios de seguridad para los productos que llegan a nuestro mercado.
  • El acuerdo reafirma nuestro derecho a regular en el interés público.
  • El acuerdo defiende explícitamente el ‘principio de precaución’, lo que nos permite mantener un producto fuera del mercado de la UE, incluso si la ciencia sobre si es seguro o no es concluyente
  • Todos los alimentos importados deben cumplir con las normas de la UE.
  • Las normas de la UE se aplican a todos los productos vendidos en la UE, ya sean producidos en el país o importados
  • Nuestro robusto sistema de controles nos permite asegurarnos de que las normas de la UE se respeten de manera efectiva

Derechos de propiedad intelectual e indicaciones geográficas

Bajo este título la gacetilla de la UE dice que “el acuerdo incluye disposiciones sólidas que cubren los derechos de propiedad intelectual sobre derechos de autor, marcas comerciales, diseños industriales, indicaciones geográficas y variedades de plantas.”

A las que, conforme su lungo acervo cultural que es otra forma de asimetría colonial, justifica diciendo: “La UE es un importante productor de productos de comida y bebida regionales de alta calidad, como el Prosciutto di Parma, el Champagne, el vino de Oporto y el whisky irlandés. Estos productos gozan de un estatus especial; sus nombres están protegidos…”.

“Los países del Mercosur implementarán garantías legales para proteger contra la imitación 357 productos europeos de alta calidad de alimentos y bebidas reconocidos como indicaciones geográficas (IG), como Tiroler Speck (Austria), Fromage de Herve (Bélgica), Münchener Bier (Alemania), Comté (Francia), Prosciutto di Parma (Italia), Polska Wódka (Polonia), Queijo S. Jorge (Portugal), Tokaji (Hungría) o Jabugo (España).” Prohibiendo incluso que se diga “tipo”, “estilo”, “imitación” o similares. Y también el uso engañoso de símbolos, banderas o imágenes que sugieran un origen geográfico “falso””

Tratando de compensar lo incompensable, agrega: “La UE también protegerá los nombres de los productos tradicionales de Mercosur como Cachaça (una bebida destilada brasileña) o vino de Mendoza de Argentina”. Agregando que ello se extiende hasta 220 productos de la región, que seguramente a título de ejemplo, serán como el tamal de Piquillín, que no se conoce en otro lugar que allí.

Subsidios agropecuarios

Este es un punto conflictivo que ha sido permanentemente denunciado por los países integrantes del Mercosur. Ante la política de notables subsidios a los productores agropecuarios europeos, implementados con la PAC (Política Agrícola Común) en los que se destaca especialmente Francia.

Se considera que más de la mitad de los productores agrícolas europeos están sub empleados, y cubren la diferencia con los subsidios que reciben, equivalentes a entre un 40% y hasta 70% de sus ingresos. Y ello se está haciendo estructuralmente insustentable por parte del fisco europeo.

Por lo tanto la impronta del convenio entre la UE y el Mercosur, con el objeto de brindar forrajes baratos a los productores pecuarios europeos, e impedir mediante cupos la competencia en el precio final, tendría por objeto  tratar de remediar de alguna manera esa insustentabilidad estructural.

La que a su vez tiene la finalidad política de garantizar la seguridad alimentaria europea, como una firme política adoptada tras la Segunda Guerra Mundial. Y para retener a la población rural en sus fundos y pequeñas poblaciones, y evitar su hacinamiento y marginalidad en las grandes urbes, como sucede en los países del Mercosur.

Por estas razones, la previsión que figura al respecto en los lineamientos del acuerdo, es de una notable ambigüedad, que no se compromete a nada y solo enuncia generalidades. Mostrando así lo delicado del tópico, al expresar brevemente en el punto “11. Subvenciones”:

“Los subsidios son un problema creciente a nivel internacional y el acuerdo promueve este objetivo. Las disposiciones del acuerdo sobre esto son valiosas y estipulan que los subsidios pueden ser necesarios para lograr los objetivos de la política pública, pero que también pueden distorsionar los mercados. Además, establece un mecanismo de cooperación que prevé un mayor desarrollo y un trabajo conjunto e intercambio de información sobre la transparencia y los sistemas de control de subsidios. De este modo, permitirá a la UE y al Mercosur continuar abordando esta cuestión de interés mutuo conjuntamente, así como en la OMC.”

Contratación pública

Bajo este título referido a las contrataciones públicas, la gacetilla de la UE expresa: “El acuerdo abrirá nuevas oportunidades de negocios en Mercosur para las empresas de la UE que venden bajo contratos gubernamentales, y para brindar servicios a proveedores en los sectores de tecnología de la información, telecomunicaciones y transporte, entre otros. Simplificará los controles fronterizos, reducirá la burocracia y limitará el uso de impuestos a la exportación por parte de los países del Mercosur.

“Por primera vez, los países del Mercosur abrirán sus mercados de contratación pública. Las empresas de la UE podrán licitar contratos con autoridades públicas, como los ministerios del gobierno central y otras agencias gubernamentales y federales, en igualdad de condiciones con las empresas de los países del Mercosur. El acuerdo comercial también hará que el proceso de licitación sea más transparente. Cada país del Mercosur ha acordado publicar avisos de contratación para la contratación cubierta por el acuerdo en un único punto de acceso nacional.”

En compensación para poder justificar esa apertura total, asimétricamente la gacetilla expresa: “La UE ha ofrecido a los proveedores de Mercosur acceso recíproco al mercado de adquisiciones de la UE a nivel central, lo que significa que las instituciones de la UE y las autoridades contratantes de los gobiernos centrales de los Estados miembros de la UE las podrán contratar.”

No existiendo en este caso ni un compromiso de hacerlo en igualdad de condiciones con las empresas europeas, ni una previsión de publicar avisos de contratación en un único punto de acceso. Siendo notable además la insinceridad de esas declaraciones, ya que desde hace muchos años, bajo el rotulo de “licitación internacional” exigida por organismos proveedores de crédito internacionales, muchas empresas europeas y de otros países han participado en las licitaciones convocadas en la región. Sin que ello haya aumentado las transparencias de ellas, sino todo lo contrario, como es el caso de las obras de Yacyretá.

La índole de los tratados de subordinación estratégica del ayer y hoy

Como se vio,  el acuerdo va muchos más allá de ser un acuerdo de supuestamente libre comercio, que lejos de ser tal, resulta ser una alianza de subordinación estratégica con una lábil UE. Que se encuentra relegada a un tercer puesto en el orden mundial, por detrás de EEUU y la ascendente República Popular de China.

De la asimetría del convenio surge su carácter colonial, al ceder a la unión UE nuestras ventajas competitivas, en lugar de desarrollarlas en nuestro provecho. Y al imponer la UE sobre el Mercosur su idiosincrasia, y normas de funcionamiento y procedimiento. Anclándolo a un desarrollo imitativo con el cuento de la modernidad, impidiendo u obstaculizando así nuestra libre autorrealización y autoinserción en el mundo.

Lo cual, parafraseando a “self made man”, podría enunciarse como self made country, o self made region, en el caso del Mercosur. Que no implica para nada aislacionismo, autarquía, o “vivir con lo nuestro”, sino simplemente hacer la nuestra en el mundo, y no la de los otros. Tal como sucede con todas las personas realizadas.

El carácter asimétrico colonial quedó de entrada puesto de manifiesto, con la firma del acuerdo en Bruselas, la metrópoli imperial, adonde concurrieron los representantes del Mercosur para su firma. Y al plasmarse el acuerdo entre una comunidad política supranacional de derecho, con altísimas niveles normativos y regulatorios, como es la Unión Europea. Y una mera unión aduanera imperfecta, como es el Mercosur, que ni siquiera cuenta con una legislación arancelaria común.

La alianza subordinada neocolonial con el Reino Unido

La Argentina ya experimentó desde su fundación estas alianzas de subordinación estratégica, al haber orbitado dentro de la esfera de influencia del Imperio Británico en su primera centuria de vida. Que signó nuestro desarrollo y el de otras ex colonias españolas en la región, en función de sus necesidades imperiales, explotando a su favor nuestras ventajas competitivas.

Así Argentina se convirtió en la granja del Reino Unido (RU) permitiéndole a este con la baratura de los alimentos humanos que producíamos, mantener bajos sus salarios para sostener la hegemonía de sus industrias en el mundo. Y para eso en nuestro país, creo una red de ferrocarriles, frigoríficos, cerealeras, puertos, y negocios de exportación e importación.

A los fines de poner en explotación nuestra fecunda panza verde pampeana, que además de su enorme extensión y clima templado, detentaba la capa de humus negro más gruesa del mundo. Lo cual aportó una enorme prosperidad a una oligarquía vernácula terrateniente, que se comportaban como marqueses europeos, y a un segmento limitado del país, social y geográficamente. E hizo de Buenos Aires al decir de André Malraux, la “esplendorosa capital de un imperio que nunca existió”.

El espíritu pragmático inglés, consiguió esto con un Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, firmado en 1825 como si  se tratara de iguales, entre una zaparrastrosa ex colonia española de enormes dimensiones casi despoblada, recién independizada, y su Majestad Británica que reside en Londres desde hace siglos.

Al que no obstante no tuvo empacho de violarlo flagrantemente, con la ocupación manu militari de las islas Malvinas ocho años después de su firma; contando para ello con la ayuda del surgente EEUU, que se encargó de desmantelar el asentamiento argentino existente allí. Acorde con su necesidad geoestratégica, de tener sobre el Atlántico Sur con una estación de carboneo para alimentar sus novedosos buques a vapor, para mantener la supremacía de la Royal Navy sobre los mares, y vigilar el paso de Drake. Lo cual le permitió casi un siglo después, imponerse en la batalla naval de Malvinas, que decidió el curso bélico en la Primera Guerra Mundial.

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A ese tratado supuestamente entre iguales, se sumó una deuda externa impagable, contraída pocos meses antes con el fraudulento empréstito de la Baring Brothers. Con el cual la supuesta igualdad entre las parte dejó de existir, por la situación de acreedor y deudor de cada una de ellas. Estableciendo así una tutoría de índole financiera sobre Argentina, que le permitió regir subrepticiamente pero firmemente nuestros destinos.

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Situación que duró tanto como la influencia del RU en nuestro país, al haberse sumado luego otros incontables empréstitos en libras esterlinas. Que hicieron decir a Sarmiento sus conocidas estrofas: Calle Roma sus hazañas, calle Esparta su virtud, ¡Silencio! que al mundo asoma, la Gran Deudora del Sud.”

En dicho tratado de 1924 la única condición moral que Su Majestad nos impuso, fue la abolición del comercio de esclavos. Después de haber sido la primera potencia del mundo en el tráfico de esclavos, siendo ese inhumano comercio el que dio origen a las corporaciones y el capitalismo. Y recién 108 años después, en 1933, a los cien años de la ocupación de Malvinas, apareció un tratado complementario, el Pacto Roca Ruciman.

El cual con motivo del comercio de carnes y los aranceles de importación y exportación, contenía enredadas y oprobiosas clausulas, como las del actual convenio con la UE. En circunstancias en las que, tratando de enfrentar su debacle, al encontrarse en una situación alicaída como la que enfrenta actualmente la UE, el RU pretendía circunscribir su área de influencia al Commonwealth.

La alianza subordinada colonial con la UE

Como se dijo, la seudo legitimación de la anterior alianza subordinada con el RU estuvo basada en una supuesta igualdad de las partes. Conforme el novedoso neocolonialismo o imperio informal ideado por este, no casualmente tras del estrepitoso fracaso de la invasiones inglesas en Buenos Aires de 1806 y 1807. Que le enseñó al Reino Unido que no tenía suficiente sangre inglesa para andar derramándola por el mundo en las aventuras coloniales de derecho de moda por entonces.

Por contrario es notable ver que en el caso de este tratado con la UE, reaparece el principio de autoridad, propio de una situación colonial de derecho. Al estar basado en un discurso emitido desde la superioridad de una modernidad, nada diferente mutatis mutando, al de Cristóbal Colón al desembarcar en estas tierras latinoamericanas.

Y ello se trasunta no solo en la aceptación de las normas y regulaciones actuales y futuras de la UE, como si fuera un nuevo Consejo de Indias. Sino también en exigencias de otra índole, que van bastante más allá de lo comercial y de la subordinación estratégica que surge manifiesta en los lineamientos del tratado.

Dado que atrevidamente, el tratado impuesto por la UE también se explaya sobre el cambio climático, la sustentabilidad agrícola, la deforestación, los derechos laborales, las conductas empresariales, los derechos humanos, sociales y ambientales, la transparencia, la migración, e incluso los derechos de las comunidades indígenas, etc, etc.

Como un predicador de castidad con la bragueta abierta, olvidando los siglos de tenebroso colonialismo y explotación por parte de las potencias europeas, en los que se distinguieron Bélgica y Portugal en Africa, y España en América. Y que en dicho subcontinente se concretaron no hace muchos años las guerras y las matanzas más horribles del mundo. Además de ser uno de los grandes responsables de la contaminación de la atmosfera por el carbono. Y ahora, habiendo sido países con una notable emigración, practican el rechazo ostensible y brutal al inmigrante, al punto de dejarlos morir en sus costas.

Y con sus injerencias militares en nombre de los derechos humanos, han sembrado recientemente el caos y la destrucción, en Libia, Siria, Chad, etc. No obstante que lo que motiva esas intervenciones, son sus codiciosos intereses para mantener situaciones de explotación neocolonial, con el usufructo de las ventajas competitivas de otros países en su propio provecho. Principalmente en Africa, que les contesta enviando hordas de inmigrantes desesperados, como una defensa paradojal.

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Esta neocolonialidad es la que ha brindado a la UE su “estado de bienestar”, consistente en comprar barato mediante esas expoliaciones al Tercer Mundo, y vender caro. Receta que se ha tornado obsoleta, ante la irrupción asiática con la República Popular China a la cabeza, que por contrario compra caro y vende barato. Lo que evidentemente ha motivado la desesperación de la UE por expandir de cualquier manera su área de influencia, disfrazada como en los tiempos de Colón, con aires paternalistas y misionales.

Al respecto la hipócrita gacetilla de la UE afirma pomposamente: “El acuerdo comercial alcanzado hoy es parte de un nuevo Acuerdo de Asociación Integral en proceso de negociación entre la UE y los países del Mercosur. Está compuesto por un pilar político y de cooperación, sobre el cual los negociadores ya llegaron a un acuerdo general en junio de 2018 en Montevideo, y el pilar comercial.” 

“Más allá del comercio, el acuerdo mejorará el diálogo político y aumentará la cooperación en áreas como la migración, la economía digital, la investigación y la educación, los derechos humanos, incluidos los derechos de los indígenas, la responsabilidad corporativa y social, la protección del medio ambiente, la gobernanza de los océanos, y la lucha contra el terrorismo, el lavado de dinero, y el ciberdelito. También ofrecerá mayores posibilidades de cooperación a nivel multilateral. El Acuerdo de Asociación completará la red de Acuerdos de Asociación en las Américas y consolidará las relaciones con los socios importantes en la región.”

Transparencia, Malvinas, y conclusión

En total contraste con el secretismo con que llevó adelante la negociación con la UE por parte del Mercorsur, sobre todo por parte de los actuales gobiernos de Argentina y Brasil, la gacetilla de la UE, que evidentemente tiene motivos para festejar por los resultados de este desigual tome y daca, expresa:

“A lo largo de las negociaciones, la Comisión ha asegurado una transparencia total y ha mantenido informados a los Estados miembros de la UE y al Parlamento Europeo sobre cada paso del proceso. Asimismo, ha discutido las negociaciones en curso con la sociedad civil.  La Comisión ha publicado en línea documentos de negociación e informes de las rondas de negociación. La transparencia seguirá siendo la prioridad de la Comisión en el proceso de finalizar cualquier trabajo técnico sobre el proyecto de acuerdo y en la preparación de las propuestas de la Comisión para que las decisiones del Consejo y el Parlamento lo firmen y ratifiquen.   

“El acuerdo otorga a la sociedad civil un papel prominente en su implementación, incluidas las disposiciones sobre comercio y desarrollo sostenible… Tanto a nivel nacional como en un foro conjunto creado con este fin, estos grupos de la sociedad civil – organizaciones de empleadores y trabajadores, organizaciones empresariales, grupos de interés ambiental y otros- podrán expresar sus opiniones y aportar comentarios a las discusiones sobre cómo se está implementando la parte comercial del acuerdo.” 

Además de ese oculta-miento en las negociaciones, es notable la total omisión que se hace en el acuerdo respecto la cuestión de Malvinas, no obstante que en los mapas aparece como territorio de ultramar de la UE. Omisión que es tanto más reprochable, al estar en proceso en el RU el Brexit, con su salida de la UE.

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Razón por la cual cualquier negociador con un mínimo de tino, máxime considerando la dilatada negociación que a lo largo de veinte años demandó este tratado, hubiese esperado la salida del RU de la UE. Para poder exigir, como hizo España con Gibraltar, que en el tratado la UE se pronuncie en forma favorable a la postura Argentina, y así ayudar a eliminar el último rasgo de colonialismo existente en el Mercosur.

Ver ¿Qué trae Macri bajo el poncho respecto Malvinas y el petróleo?

Pero por contrario, incurriendo en una notable defección estratégica, se acaba de anunciar que en noviembre se inaugurarán nuevos vuelos hacia Malvinas, que no atravesarán el espacio aéreo argentino. Siendo esta la llave que tenía nuestro país sobre ellos, que el actual gobierno ahora la ha tirado al océano.  A la par que violando abiertamente la ley, otorga áreas de explotación de petróleo off shore a empresas inglesas interesadas en hacer lo mismo en el área marítima ocupada por el RU.

Ver  Vuelos a Malvinas: la diplomacia perdularia de Macri, Faure, y Pompeo

La sensación que deja el análisis de lo que trascendió en la UE respecto el contenido de este tratado, es que el mismo fue finiquitado por parte de los líderes del Mercosur, con negligencia criminal, traicionando los genuinos intereses de un país. Como si por parte del presidente argentino Mauricio Macri, fuera otro elemento más en su desesperada campaña electoral, para tratar de lograr su reelección, que se ve dificultada enormemente por la crisis económica.

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Quien como si fuera un patán ignorante , habla ahora de firmar acuerdos de “libre comercio” con EEUU, Corea del Norte, China, y Canadá, etc, mientras que el mundo se ríe de ese concepto, y cunde nuevamente el proteccionismo. Con el objeto, seguramente basado en una recomendación duranbarbista, de profundizar la grieta al máximo.

Para polarizar el electorado no ya con el tradicional bipartidismo radical peronista, o conservadores progresistas, sino con otros ribetes más laxos e incomprobables. Entre quienes supuestamente están con la democracia, la república, el cumplimiento de los compromisos, la inserción en el mundo aliado con los países prósperos, la transparencia, la mano dura con la delincuencia, y contra la corrupción.

Versus el autoritarismo, el default e incumplimiento de los compromisos, la alianza con Venezuela, Cuba, e Irán, la intransparencia, el garantismo, y la corrupción. Esta es la opción que Cambiemos,  hoy Juntos por el Cambio, procura ofrecerle al electorado. Siendo ambas tan falsas como la de Civilización o Barbarie, con la que la Generación del 80 plegó a Argentina al neocolonialismo inglés, renunciando a hacer la suya para hacer la del otro.

Y así nos fue, con una prosperidad que duró poco, hasta que el Imperio Británico se derrumbó, y alcanzó solo a algunos sectores del país. Y hoy nuevamente recargados de deuda externa, estamos en lo mismo. Con un tercio de la población hundida en la marginalidad e indigencia, que a su vez es la fuente de la inseguridad ciudadana que aqueja a todos los argentinos.-

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