Frente enteramente a la ausencia de políticas nacionales, la estrategia relativa al Atlántico Suroccidental, a Malvinas, la pesca y los puertos sensibles de la Argentina parecen diseñados desde España, el Reino Unido de Gran Bretaña y Estados Unidos; aunque China, también ocupa un papel central.
Todos los miércoles la ministra de Seguridad Patricia Bullrich, vallando el Congreso y desplegando inusitadas fuerzas de seguridad que hacen recordar los aciagos tiempo de la dictadura militar, apalea y gasea a ancianos jubilados para que no hagan el semaforozo. Sin embargo, se muestra complaciente, humanitaria, y receptiva, con los grandes poteros de la pesca ilegal en la milla 200, cuando por razones humanitarias necesitan refugiarse en la ZEE argentina.
A la par de reconocer la autodeterminación de los isleños en el conflicto de Malvinas, como medida previa para que Argentina entre como socia global de la OTAN, nuestro enemigo en 1982, el gobierno de Milei desató una crisis existencial en Ushuaia la capital de la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, con la baja de aranceles a la importación de electrodomésticos que allí se fabrican, como para dinamitar al máximo posible las pretensiones argentinas.