Ante las actuales circunstancias, con el anuncio por parte del gobierno de querellar al gobierno anterior por el crédito del FMI, consideramos oportuno republicar la siguiente nota, publicada inmediatamente después de la aprobación de la primera Carta Intención convenida por Argentina con el FMI, en el olvidable año 2018.
Con la cual el presidente Mauricio Macri, procuró salir del enorme atolladero al que había llevado a la economía, con un magro préstamo por parte de este. El que no obstante ser el de mayor monto que concedió nunca, era enteramente insuficiente para enfrentar el tsunami que el mismo había creado. Incurriendo en sucesivos desaciertos a cual peor, que fueron disimulados por la gran prensa que se benefició sustancialmente con su gobierno .
Por su desmesurada dimensión, la única solución posible ante ese tsunami, era reinstalar el corralito cambiario, y renegociar la deuda. Lo cual al gobierno de Macri le resultaba políticamente imposible de concretar, por haber llegado a la presidencia denostando esas mismas medidas. Las que no obstante se vio obligado a comenzar a ejecutarlas hacia el final de su mandato, y fueron completadas por el gobierno de Alberto Fernández, mas allá de los reparos que merecen los detalles de esta.
Se trataba en consecuencia de un plan estúpido por su notable insuficiencia, que causó un enorme estrago en la economía argentina, restando de saber si se trata de culposo y agravado, o directamente doloso. Y por ello debería ser juzgado, tanto el presidente Macri como los funcionarios técnicos que lo convalidaron, mas allá del incumplimiento de las normas burocráticas que podría haber vulnerado.
De la misma manera que se ha juzgado por estrago doloso a los funcionarios considerados responsables del accidente de Once, por la falta de mantenimiento de las unidades del concesionado tren Sarmiento.
El FMI, impulsado por el presidente Donald Trump amigo de Macri, volvió así a incurrir en una gravísima mala praxis en relación con Argentina. Quedando el interrogante si ella fue deliberada, para llevar a la economía argentina a una dolarización, en el marco del conflicto geopolítico que mantiene con la República Popular de China.
Los principales beneficiados de ese descomunal crédito, igual que sucedió en el 2001, fueron los mega financistas de EEUU, que le prestaban a Argentina cada vez a mas corto plazo, tratando de sostener el gobierno de Macri. Mediante la alocada colocación de deuda llevada adelante por el ministro secretario de Finanzas, Luis “Toto” Caputo, quien fue uno de los firmantes de esa Carta Intención. Por lo que se podría afirmar que el salvataje del FMI no estaba dirigido a Argentina, sino hacia esos mega banqueros, aunque ello reportara el hundimiento de Argentina.
Redacción
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El presidente de EEUU Bill Clinton popularizó el dicho “es la economía estúpida”. En la actual situación argentina también se podría decir, que es el plan estúpido del FMI y del Gobierno del presidente Mauricio Macri, el que ha fulminado a la economía, dejándola desquiciada, paralizada, y sin precios. Como resultado de haber pretendido enfrentar una “tormenta” de 245 mil voltios, con un paraguas que sólo resiste 33 mil. Con lo cual metafóricamente la electrocución de la economía era inevitable, yendo a un desastre del peso o un desastre económico. O una dolarización, acorde con los intereses geopolíticos de EEUU en su enfrentamiento global con la República Popular China. Y por eso Macri fue agasajado y premiado en Nueva York por la Atlantic Council, una organización vinculada a Henry Kissinger. De forma parecida a que hicieron con el general Leopoldo Fortunato Galtieri antes que decidiera ocupar Malvinas, confiando que tenía una alianza estratégica indisoluble con EEUU.
Por Javier Llorens – 26/9/2018
No hace falta un master en economía en Harvard, para vislumbrar que la economía tenía hasta hace pocos meses dos problemas fundamentales generados durante el kirchnerismo. Uno era el atraso cambiario, con una vuelta a un nivel similar al del 2001 que precipitó la catastrófica crisis de la convertibilidad.
El precio de las divisas o tasa de cambio, es un precio fundamental en toda economía moderna. Y su atraso, más allá de brindar una efímera sensación de bienestar por la disponibilidad de bienes y servicios importados que facilita, trae gravísimos problemas. Llevando la cuestión al límite, un ejemplo por el absurdo de su importancia, es que si fuera cero, todo lo que venga de afuera sería gratis. Y viceversa en Argentina no se podría fabricar ni vender nada al exterior, al no poder solventar los costos de producción. Por eso los economistas hablan de un tipo de cambio de equilibrio, que permita solventar esos intercambios, que Argentina comenzó a perder desde el 2010 en adelante.
Ver Porqué no arranca ni arrancará la economía, e incluso retrocederá peligrosamente
El otro problema fue la fuga de divisas, que estimulada por lo anterior, se registró intensamente en el primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner entre el 2007 y el 2011, por un monto de 79.250 millones de dólares según datos del Banco Central (Formación Activos Externos Sector Privado No Financiero). Suma que entre el 2003 y 2015, a lo largo del gobierno kirchnerista, trepó a los 99.990 millones de dólares, consistentes en divisas genuinas provenientes del saldo positivo de la balanza comercial (léase soja).
Tardíamente, tras imponerse electoralmente con un 54 % de los votos, el gobierno anterior implantó el cepo o corralito cambiario a fines del 2001. Para que la masa de pesos existentes presionara lo menos posible sobre la demanda de dólares, ante la carencia de estos. Y a partir de allí la economía argentina, por el efecto combinado de ambos problemas, sumado al bloqueo financiero de los fondos buitres, comenzó a andar con muletas.
Estancándose su crecimiento y el nivel de empleo, con un aumento de la pobreza y el descontento general. En donde el Estado era el único creador de empleo, y fomentador de la actividad económica y del consumo, y por eso fue adquiriendo un nivel de gastos y déficit crecientes, en una economía con su crecimiento estancado.
Así el anterior gobierno, coartando la posibilidad de que los pesos vayan hacia el dólar, vigilando rigurosamente las importaciones, exigiendo la inmediata liquidación de las exportaciones, y usando la especulación del dólar futuro para calmar las expectativas devaluatorias, logro llegar en forma cada vez más dificultosa a fines del 2015, para entregarle ese enorme embrollo a su sucesor y antagonista, Mauricio Macri.
El desgobierno del actual gobierno
Por su parte el actual Gobierno desde su inicio hizo todo mal. Para lo que tuvo incluso la complicidad de una oposición, que se dice “racional”. Y de los grandes medios de comunicación que encabezados por Clarín, en vez de informar verazmente iban detrás de sus negocios. Primero concretó una improvisada salida del cepo cambiario, con la obtusa convicción que los precios de la economía ya tenían implícitos un dólar a $ 16, que era su precio en el mercado blue.
Ver Delinquiendo Macri corre con la vaina a una oposición cooptada
Ver AGUAD, EL DEFENSOR DE CLARIN
Razón por lo cual el flamante Gobierno auguraba que no habría inflación, y que lloverían dólares. Pero estos no vinieron, lo cual lo obligó a un desesperado arreglo con los fondos buitres. Que a su vez trajo otras condicionalidades por parte de los megabanqueros que financiaron ese acuerdo, encabezados por el JP Morgan Chase. Consistente en la concreción de un shock tarifario, para potenciar la actividad de las mega petroleras con las que ese mega banco está vinculado.
Ver El desesperado arreglo con los fondos buitres, para evitar la bancarrota del Banco Central provocada por la salida del cepo
Ver El mamarracho de los acuerdos con los buitres aprobados por el Congreso
Ver El megatarifazo del gas natural es una consecuencia del arreglo con los buitres
El cual al no poderse llevar delante, por impedirlo la Corte Suprema, obligó al Banco Central ante la carencia de divisas, a incentivar el ingreso de capitales golondrinas, prestos a alzar vuelo ante el menor ruido, mediante el “carry trade”. Que es el arbitraje entre las tasas de interés del dólar del orden del 3 % anual, más la posible devaluación, controlada a su vez con seguros de cambio mediante operaciones de dólar futuro. Respecto las enormes tasas de interés en pesos que pagaba el Banco Central, reportando así siderales ganancias a esos especuladores, que no obtenían en ningún otro lugar del mundo.
Ver El asalto a “La Casa de Papel” del Banco Central por la banca privada con las Lebac
Ver El Banco Central a punto de estallar, obligado a devaluar e inflacionar
Ver Para cerrar su balance anual el Banco Central tiene que llevar a fin de año el dólar a $ 19
Pero además no solo hubo inflación, sino que esta fue notable. Alcanzado entre noviembre de 2015 hasta marzo del 2017, a un 49 %. Lo cual ante una devaluación del 61 % que acaeció ínterin, originó un pase a precios internos o pass through (pasar a través) en la jerga económica, de un 79 %.
Lo que era de prever, por la psicopatología que tienen con el dólar los argentinos, originada en los sucesivos desastres monetarios y financieros que soportaron. Que en 23 años llevó a la creación de cinco monedas distintas, que le quitaron trece ceros al peso moneda nacional, creado en el siglo anterior.
En términos físicos, esa desmesura representa que si alguien quisiera pagar un peso actual con un peso moneda nacional, debería disponer de un volumen de billetes que pesarían diez millones de toneladas de billetes. Para cuya entrega se necesitarían 250 mil camiones de 40 toneladas cada uno. O 4.000 convoyes de trenes, de 50 vagones y 50 toneladas cada uno. Su volumen representaría un bolso en forma de cubo, de 210 metros de ancho, largo, y altura, de 9 hectómetros cúbicos. Dimensión con la que se miden los diques y las pirámides de Egipto, y da idea de la magnitud de psicopatología por el dólar que tienen los argentinos.
La evolución del dólar y los precios
En consecuencia en poco más de un año, prácticamente los precios se comieron la devaluación, no obstante la astringencia financiera aplicada desde el Banco Central, con tasas de interés interbancarias que llegaron hasta un promedio del 36 % anual.
El siguiente gráfico muestra la evolución del dólar en relación con los precios internos, desde el 2014, año en el que el anterior Gobierno intentó hacer una devaluación. Partiendo las distintas variables del mismo, índice de Precios al Consumidor de la provincia de San Luis, que es el único que tuvo continuidad; Dólar BCRA; Tasa interés interbancaria; y Actividad Económica, del nivel cien en diciembre del 2013.
Como primera conclusión se observa en el gráfico que en términos de su evolución, el dólar y los precios internos estaban en marzo del 2018, al mismo nivel relativo de diciembre del 2013. O sea que las enormes devaluaciones que hubo ínterin, fueron enteramente inútiles. A la par que la actividad económica según el INDEC (EMAE – Estimador Mensual Actividad Económica) permanecía absolutamente estancada.
Se observa también que la devaluación intentada a principios del 2014 por el anterior gobierno, en septiembre de ese año ya se había consumido. Sobreviniendo a continuación una etapa en el que la evolución de los precios internos superó largamente la del dólar. Siendo esto momentáneamente superado por el nuevo Gobierno encabezado por Macri, con la devaluación de diciembre del 2015, a la par que se suprimió el corralito cambiario. Pero ya en junio de 2016, por efecto de la violenta suba de precios, y caída en la cotización del dólar, sus valores casi vuelven a coincidir.
A partir de allí, ambos indicadores evolucionaron paralelamente, con el dólar por arriba de los precios. Lo cual se invirtió en enero del 2017 por razones electorales, al ser nuevamente el dólar empleado como ancla de los precios internos, evolucionado así por debajo de estos, hasta llegar a marzo de 2018, en idéntica situación a la de diciembre del 2013. O sea que fueron cinco años desperdiciados, a los efectos de corregir el atraso cambiario que aquejaba duramente a la economía argentina, como en los tiempos de la convertibilidad.
La supuesta lluvia de dólares
La supuesta lluvia de dólares prometida por el gobierno de Macri, tampoco se cumplió. En el siguiente gráfico basado en datos del Banco Central, se observa que por contrario la fuga de divisas se potenció. Alcanzando la suma de 58.341 millones de dólares hasta julio de este año, en solo dos años y medio. Compuesta por 37.072 millones por la “formación de activos externos” por parte de residentes. Y una inversión directa y de portafolio negativa por parte de no residentes, por 21.269 millones de dólares.
Empeorando así sustantivamente la performance del gobierno anterior, cuya suma de ambos conceptos según los datos del Banco Central, alcanzó un promedio anual de 11.270 millones de dólares a lo largo de doce años y medio. Cifra que durante el actual gobierno se duplicó, al pasar a un promedio de 23.336 millones en dos años y medio. Pero además el nuevo gobierno legítimo la fuga de divisas acaecida durante el anterior gobierno, con el generoso blanqueo de capitales que logró que el Congreso aprobara a principios del 2016, con motivo de la supuesta “reparación histórica” para los jubilados.
Ver El engaño de la reparación histórica a los jubilados (I) para ocultar dos gravísimos affaires
Ver El engaño a los jubilados (III) que esconde una amnistía ultra secreta para los súper ricos
Esta nueva fuga de divisas durante el macrismo, fue financiada parcialmente con una lluvia de dólares financieros, que entraron entre el 2016 y 2018, por un total de 74.809 millones de dólares. Existiendo ínterin pagos por ese mismo concepto por 50.581 millones de dólares, dejando un saldo neto de solo 24.228 millones. Reportando sin embargo un resultado negativo en el mercado de cambios de 35.686 millones de dólares.
No obstante este, incurriendo ya una acción de carácter demencial, el actual Gobierno fue extendiendo paulatinamente los plazos para la liquidación de divisas por parte de los exportadores, hasta llevarlos nada menos a diez años. Y no conforme con ello, seguidamente derogó enteramente esa obligación. Como si en vez del denostado “vivir con lo nuestro” estuviera empecinado en “vivir del crédito”. Como si una familia dijera no vamos a vivir del laburo, sino de la tarjeta de crédito, y pretendiera que ello durara para siempre.
A su vez esos préstamos financieros en divisas, en buena parte para encarar el déficit fiscal, acarrearon una grave deformación adicional. Consistente en la emisión de pesos por parte del Banco Central para comprar esos dólares, que a su vez eran esterilizados con una emisión explosiva de letras del Banco Central (Lebac). Cuyo monto nominal entre principio del 2015 y marzo del 2018 creció exponencialmente, pasando de 112 mil millones de pesos, equivalentes a 11.750 millones de dólares, a 1,22 billones de pesos, equivalente a 60.280 millones de dólares. Con vencimientos mensuales cada vez más abultados y cortos.
La previsible crisis
Cualquier experto que analizara en detalle las heterodoxas operaciones de crédito pactadas por el entonces ministro de Finanzas Luis “Toto” Caputo a lo largo del año 2017, se habría percatado que Argentina estaba enfrentando una creciente restricción crediticia. Que enfrentó con operaciones cada vez más heterodoxas, consistentes en ventas de títulos con pactos de recompra y enormes márgenes de garantía de un 100 % (REPOS), colocación de deuda a 100 años calzadas con REPOS, y la simulación de altísimas comisiones como si fueran colocaciones bajo la par. Pero parecería que la City porteña y los periodistas expertos de los grandes medios, carecen de esos conocimientos.
Desesperadamente a dicha restricción crediticia el Gobierno trató a afrontar tras ganar las elecciones legislativas, con una violenta reforma jubilatoria. Para tratar de mejorar el flujo de caja de ingresos y egresos, ante los ojos de los mega banqueros que lo venían asistiendo. Así en enero obtuvo un último préstamo por un monto nominal de nueve mil millones de dólares, y un importe neto sustancialmente inferior.
Pero a partir de allí la banca dio un portazo, y se cortó el chorro de los dólares financieros, y a la par los capitales golondrinas comenzaron a echar vuelo. Al verificar que el déficit de cuenta corriente del año 2017 había trepado a 30.792 millones de dólares; que ese déficit acumulado desde el año 2014 sumaba 94.511 millones, superando largamente el acumulado que en el 2001 precipitó la crisis de convertibilidad, que trepó a 74.066 millones. Y que el tipo de cambio real, que podía mejorar el déficit de la cuenta corriente, estaba al mismo nivel deprimido de cuatro años atrás.
A partir de allí, con el corte absoluto de provisión de divisas de origen financiero, agravado con la caída de los ingresos de divisas por la sequía, el Gobierno paso a enfrentar un “problema” o “tempestad”, que más bien es un tsunami, que groso modo se aprecia en el siguiente cuadro.
En concreto, con el cambio de $ 20,14 existente a fines de marzo, podía enfrentar una demanda de divisas provenientes de la base monetaria, que podría trepar a los 49.420 millones de dólares. Ello sin tener en cuenta la multiplicación de dinero bancario que los economistas denominan M1, y M2, que podía más que duplicar esa cifra, llevándola a los 95 mil millones de dólares, acorde el siguiente cuadro correspondiente a marzo 2018 emitido por el Banco Central.
Seguidamente aparecen los vencimientos de las Lebac, por el equivalente a 68.691 millones de dólares. Que son en pesos, pero por la absoluta libertad al movimiento de capitales consagrada por Cambiemos, también podían ir contra el dólar. Le siguen dos años de déficit de cuenta corriente externa, con el mismo nivel que el registrado en el año 2017, por un importe de 61.584 millones de dólares.
Vienen luego pagos de la deuda pública en divisas durante dos años, por 48.975 millones de dólares. Sin contar los vencimientos de deuda en divisas de las provincias y municipalidades, ni de la deuda privada. Y pago de intereses de la deuda pública en divisas durante dos años, por otros 17.292 millones de dólares, sin contar tampoco en ello los conceptos señalados previamente. Totalizando así un embrollo por 245.963 millones de dólares.
Ante la emergencia, el Gobierno podría haber cortado la libre conexión entre los pesos y los dólares de los dos primeros rubros, la base monetaria y las Lebac. Mediante reinstaurar el cepo o corralito cambiario, del que se jacta haberlo suprimido apenas asumió. E incluso podría haber transformado las Lebac en deuda a mediano plazo, como hizo Menem en 1990 con el plan Bonex. De esa manera el gravísimo embrollo o “tempestad” que enfrentaba, lo hubiese reducido sustancialmente a la mitad.
Pero no lo hizo, no solo por razones políticas para no dar marcha atrás de lo que antes se jactaba. Sino porque esperanzado en volver a los mercados financieros, está ejecutando a toda costa una política “market friendly” o “mercado amigable”. Enredándose así con solo esos dos rubros y la psicopatología de los argentinos por el dólar, en un lío formidable, que hizo que en contadas semanas en una loca carrera alcista, el valor de dólar se duplicara.
Y aún más. Ya que pasó del nivel de poco más de $ 17 que estaba el dólar mayorista (Comunicación 3500) a principios de diciembre pasado, para llegar en mayo al compás de las negociaciones con el FMI, a casi $ 25, con un aumento del 44 %. Siendo este el nivel que supuestamente se estacionaría según distinguidas voces del oficialismo. Pero en junio, con el acuerdo con el FMI aprobado, saltó a casi $ 29, con un aumento del 66 %. Y en agosto subió a $ 40, nivel en que se encuentra actualmente, con un aumento en menos de nueve meses del 130 %, y en el intervalo de cuatro meses de un 100%.
Resultado que fue provocado deliberadamente por la receta del Fondo, que diagnosticó que el quid de la crisis residía en el atraso cambiario que tenía la economía desde años atrás. Y en consecuencia su receta sanadora consistió en dejar flotar el valor del dólar libremente, prohibiéndole prácticamente al Banco Central que interviniera en el mercado cambiario.
Asumiendo así la conducta brutal, de en lugar de dejar deslizar el tipo de cambio, directamente soltarlo, cortando el hilo del barrilete. Lo cual desquició y paralizó la actividad económica, al dejar sin precios al sistema. A la par que la paralela restricción financiera, con enormes tasas de interés y retiro del circulante, para impedir que esa devaluación fuera a precios internos, hacía otro tanto.
El actual gobierno ni siquiera atinó a hacer lo que hicieron otros gobiernos tildados de liberales, como el de la Revolución Argentina del general Juan Carlos Onganía. El que durante la gestión de Adalbert Krieger Vasena como ministro de Economía, a la par que devaluó el peso un 40 %, puso retenciones equivalentes y congeló los salarios, etc. Obteniendo así una mejora inmediata del tipo de cambio y de la competitividad de la industria argentina, que no obstante no duró mucho tiempo.
Por su parte el gobierno de Macri dijo primero que las retenciones eran una “porquería”, quizás porque afectaba a los negocios agrícolas que tiene el presidente. Pero luego tuvo que ponerlas módicamente, por motivos exclusivamente fiscales, no para equilibrar los precios internos. Por eso no las expresó como porcentaje, sino en pesos por dólar.
Cuando podría haber exigido que se pagaran en dólares, para así contar con divisas para atender sus obligaciones externas, sin que ellas generen la emisión de pesos y su costosa esterilización por el Banco Central. Y también repuesto un plazo para liquidación de las exportaciones que absurdamente había anulado.
La solución estúpida
Dejando de lado las exiguas reservas de libre disponibilidad que a fines de marzo ascendían a 33 mil millones de dólares, si se descuentan de su total los depósitos en dólares de terceros, y el swap de monedas con la República de China -aunque buena parte del monto restante es en base a deudas- la estupidez de las medidas antes mencionadas surge del cuadro anterior. Donde para enfrentar un embrollo que podía trepar a los 245 mil millones a lo largo del 2018 – 2019, el FMI y el Gobierno como dos patanes, pusieron sobre las mesa solo 33 mil millones de dólares, o sea solo el 13 % de las posibles necesidades. Integrados en cómodas cuotas, con un primer desembolso del FMI por 15 mil millones, más seis cuotas trimestrales de 3.000 millones cada una.
Lo cual representa que en el año 2018 solo entrarían 21 mil millones, frente una demanda potencial de dólares de 187 mil millones, o sea solo un 11 % de esa cifra. Y en el año 2019 entrarían 12.000 mil millones, frente una demanda potencial de 176 mil millones, o sea solo el 7 % de ella.
El Gobierno luego anunció que esperaba bajar el déficit de cuenta corriente en el 2018 – 2019 a la mitad, o sea que se reduciría a 31 mil millones de dólares. Y que se conformaba con renovar el 60 % de los vencimientos de la deuda en esos dos años, que se reducirían así a 40 mil millones. O sea que solo por estos conceptos, tendría obligaciones por 70 mil millones de dólares, contando para enfrentarlos con solo 42 mil millones, si al préstamo del FMI se le suman los menos de 9 mil millones obtenidos en enero, en la última colocación de deuda externa. De manera tal que los recursos solo alcanzaban al 60 % de esas necesidades perentorias.
En consecuencia ha pedido al FMI que se adelanten las cuotas previstas para los años 2020 y 2021, que aportarían otros 17 mil millones de dólares, más un aumento del monto prestado por otros 10 o 15 mil millones. Lo cual representaría en el mejor de los casos, un importe equivalente a esas ineludibles obligaciones. Quedando por verse qué iba a hacer con la demanda de dólares proveniente de la masa de pesos y Lebac y sus sucedáneos, que estaban en circulación.
Por lo que podría decirse que el Gobierno estúpidamente hizo sus cálculos, como si los pesos y dólares estuvieran separados por un inexistente corralito cambiario. Siendo esta la única solución genuina que tiene a mano, ante el gravísimo problema de insuficiencia de divisas que está enfrentando, para impedir la fuga de divisas provocada por la psicopatología por el dólar que tienen los argentinos. Pero que se ha auto impedido de tomar, para no malquistarse con los barones de las finanzas.
Sin embargo las estupideces mencionadas, no son todas las notables inconsistencias con las que se ha conducido el gobierno de Macri, que revela ser cada vez más inepto para solucionar el problema terminal que está enfrentando. Por lo que en lugar de un “piloto de tormentas”, parece más bien ser una gabardina o piloto desflecado por la tormenta.
Respecto las Lebac, primero pactó con el FMI que el Tesoro tomaría deuda en pesos, con las que pagaría las Letras del Tesoro que el Banco Central tiene como acreencias. Y así este rescataría las Lebac sin aumentar el circulante. Pero como eso de entrada no anduvo, seguidamente ideó una variante también a gusto y paladar de los banqueros.
Consistente en aumentar los encajes (reservas) de los bancos, para quitar pesos de la plaza a la par que paga las Lebac. Pero para que los banqueros no pierdan, los mismos los pueden constituir con títulos que devengan intereses y paga el Banco Central. Volviendo así a algo parecido a la Cuenta de Regulación Monetaria de “Joe” Martínez de Hoz, y su zaga inflacionaria que aquejó la década de los ‘80.
Ver Colapsó el BCRA: perdió u$s 13.184 millones y su patrimonio se redujo un 97 %
A la par el Tesoro ofrece letras en pesos a cortísimo plazo con enormes intereses, pasando así en la práctica a manos de este la bomba de las Lebac. Y también ofrece letras en dólares a corto plazo, a suscribir con los pesos de las Lebac. Pateando así desesperadamente el problema financiero en pesos y dólares para el año que viene, como si este no fuera a llegar nunca.
http://www.ambito.com/931600-letes-en-pesos-por-lebac-y-donde-esta-el-piloto
El temible pass through
Muchos economistas aplaudieron la devaluación, diciendo que representaba una mejora notable del Tipo de Cambio Real (TCR) conforme lo muestra el siguiente gráfico del Banco Central, que pone en evidencia la notable caída del tipo de cambio que se registró a lo largo del kirchnerismo. Congratulándose que de esa manera se habría llegado a niveles similares a los del año 2008, antes de que la balanza de pagos externos comenzara a complicarse.
http://www.bcra.gob.ar/PublicacionesEstadisticas/Indices_tipo_cambio_multilateral.asp
Pero en Argentina esto solo suele ser una foto, por el traslado a precios o pass through que se produce tras una devaluación, por efecto de la transnacionalización de su economía, y la gravísima psicopatología por el dólar que aqueja a los argentinos. Pero al mismo tiempo se anunció que de allí en adelante el precio del dólar, seguiría aumentando conforme la inflación que se vaya produciendo.
Lo cual supone el desencadenamiento de un espiral perverso, como un perro que pretende morderse la cola. Que incluso da lugar a un absurdo matemático, dado que ante un elevado pase a precios o pass through, resulta imposible matemáticamente mantener altos niveles de devaluación real, y lo único que se hace es desencadenar una hiperinflación.
En el siguiente grafico se exponen las curvas exponenciales invertidas que originaría esa actitud por parte del Gobierno. En la que se advierte que una devaluación real de un 100 % como la sucedida, si se pretende mantener en el tiempo, con un pass through de solo un 20 %, debería contar con una devaluación nominal de un 150 %. O sea que el dólar debería subir a $ 50. Pero si el pase a precios es del 30 %, la devaluación debería ser de 250 %, o sea el dólar debería trepar a $ 70. Y si fuera del 40 %, el dólar debería ubicarse en $ 120.
El gráfico muestra además que si existiera un mayor pass throug o pase a precios, resulta imposible mantener la devaluación real del 100 %, más allá de cualquier valor que alcance la devaluación nominal. Si por caso se diera un pase a precios del orden de un 80 %, como el registrado en la anterior macro devaluación del 2015- 2016 concretada por el actual Gobierno, no se podría lograr una devaluación real mayor a un 20 %, por más que el dólar tome valores superiores a los $ 400, y así indefinidamente. Apareciendo en el horizonte solo la hiperinflación.
El mismo Domingo Cavallo acaba de advertir que ello podría ocurrir si se insiste en seguir devaluando, para tratar de mantener la notable mejora obtenida momentáneamente en el tipo de cambio. A la par que el Gobierno dice que va a adoptar una política de crawling peg, consistente en devaluaciones sucesivas y permanentes, que pueden convertirse en el sendero de esa espiralización de precios internos y del dólar, si su regla es la inflación de los primeros.
En consecuencia, tratando de evitar un alto pass through, y una espiralización de los precios que se coma la devaluación y la tornen inútil, como sucedió en el 2016, el Gobierno con la receta magistral del FMI, ha emprendido una cruel tortura sobre el cuerpo económico social de la nación. Para tratar de extirpar o contrarrestar la psicopatología por el dólar de los argentinos.
Consistente en poner altísimas tasas de interés de referencia por parte del Banco Central, que treparon como nunca antes a un 60 %. Y quitar el circulante de la economía, mediante lo que los economistas llaman el manejo de los “agregados monetarios”. Consistente en la contracción del multiplicador bancario, mediante poner altos encajes o reservas obligatorias por parte de los bancos.
Los que por supuesto, al ser en Argentina los únicos privilegiados los banqueros, el Gobierno se las ha ingeniado para que sean remunerados y no pierdan un centavo, según se expuso previamente. Dejando además a los bancos en una situación vulnerable, al estar empapelando las reservas, de la misma manera que sucedió en la crisis del 2001.
Ver Prat Gay, el gran encubridor del vaciamiento del sistema financiero en el 2001
Esta receta es tan brutal como la de hacerle una sangría a un enfermo, conforme la medicina que se practicaba dos siglos atrás. Haciéndole un corte en las venas, o mediante sanguijuelas, que en este caso serían los banqueros. Que son los únicos que de una forma u otra ganan con la contracción del circulante y las altísimas tasas de interés. Lo cual quedó en evidencia con el crecimiento de un 8,7 % que tuvo el sector financiero en el segundo trimestre de este año, a la par que el PBI de Argentina cayó un 4,2 %, según informa el INDEC.
La impericia y confusión del Gobierno
A la par que anunciaba la adopción del crawling peg, contradictoriamente el Gobierno presentó un curioso cuadro en el proyecto de ley de Presupuesto, que seguidamente se reproduce. Donde anuncia que el dólar promedio del año que viene, tendrá un valor igual al pico en que llegó recientemente de $ 40 por dólar. Prometiendo una devaluación promedio de solo el 10 % en los dos años sucesivos, y del 5 % en el 2022.
Y a la par consigna niveles de inflación promedio para este año y el siguiente de un 33 %, cayendo después sustancialmente. Datos que permiten hacer una proyección de cual es el pase a precios o pass through previsto por el Gobierno, conforme se puede apreciar en el siguiente gráfico.
El que arroja valores acumulados de un 41 % para el 2018, 52 % para el 2019, 63 % para el 2020, 67 % para el 2021, y un 70 % para el 2022. O sea que tras someter a una durísima tortura los argentinos en los años 2018 y 2019, mediante una sangría monetaria con sanguijuelas, finalmente para el 2022, se habrá perdido casi toda la supuesta ganancia cambiaria obtenida con la devaluación del peso. En forma enteramente contraria a lo insinuado con el anunciado crawling peg.
No obstante ese contradictorio e insidioso cuadrito, produjo un efecto mágico inmediato, consistente en un sustancial ingreso de dólares desde el exterior de capitales golondrinas, por un monto de mil millones de dólares, como durante meses no había ocurrido. Por parte de las sanguijuelas financieras, que vieron así nuevamente un horizonte propicio para reflotar el carry trade, potenciado ahora con tasas de interés del 50 % anual.
Lo cual si se concreta, le reportará a las engordadas sanguijuelas financieras, una ganancia neta en moneda dura del 46 % anual, o del 23 % en seis meses, que no se consigue en ningún lugar del mundo. Lo que hará que los mil millones de dólares que ingresaron, se transformen antes de las elecciones del año que viene en 1.500 millones a pagar por parte de los argentinos. Siendo así ese ingreso de divisas pan para hoy y hambruna para mañana.
El FMI, EEUU, y la dolarización
El Gobierno parece ser así un bombero piromaníaco desorientado, que para salir del atolladero de hoy, crea un atolladero aún más grande para el futuro inmediato. Como hizo desde el comienzo de su gestión con la apresurada salida del cepo, y la atracción de capitales golondrinas con el carry trade, para poder disponer de divisas, al que ahora como un adicto compulsivo vuelve a recurrir.
Lo cual quizás sea tan solo para mostrar cierta calma en los mercados, en oportunidad del viaje del presidente Macri a Nueva York. Donde será premiado como “Ciudadano Global 2018” por la Atlantic Council. Una organización financiada por las grandes multinacionales occidentales, que tiene como chairman interino al general James Jones, y como CEO y presidente a Frederick Kempe, un editor de Wall Street Journal.
http://www.atlanticcouncil.org/support/corporate-membership
Y como chairman emérito nada menos que al general Brent Scowcroft, ex Consejero de Seguridad nacional de los presidentes de EEUU, Gerald Ford y George Bush, y ex vice chairman de la consultora Kissinger Associates Inc. Integrada por los mismos que rendían honores y daban palmadas en la espalda al general Leopoldo Galtieri, antes que decidiera la ocupación de Malvinas. Confiando que esa aventura militar contaba con el respaldo de EEUU como aliado estratégico.
http://www.atlanticcouncil.org/about/board-of-directors
Elocuentemente la distinción fue otorgada “al presidente Macri por su incansable e intransigente dedicación a su país y la gente a través de su enfoque pragmático de la política, el compromiso con la reforma y revitalización económica, y la renovación de las relaciones con los socios internacionales ejemplificada por la actual presidencia argentina del G20.”
Por lo que cabe la pregunta, ¿si el Gobierno argentino se está conduciendo estúpidamente? ¿también lo están haciendo los cráneos del FMI, con sus expertos graduados en las universidades más distinguidas del mundo? ¿Y también EEUU, que tiene poder de veto en ese organismo, y facilitó a Argentina un préstamo absolutamente inusual, equivalente a once veces la cuota que tiene en ese organismo, cuando el máximo es solo cinco veces? La que ahora se aumentaría a quince veces, profundizando así la deuda externa y la dolarización.
¿O existe un encabalgamiento de planes, donde un Gobierno que no sabe donde ir, es conducido adonde el FMI liderado por EEUU quiere desembocar, que es una dolarización definitiva de la economía argentina?
Esta parece ser la cuestión, porque resulta una invitación a la invasión de otra moneda, el provocar deliberadamente un vacío de la moneda de un país, como es el plan que se viene ejecutando. Con una brutal contracción de la base monetaria, que pasó de un equivalente de 55 mil millones de dólares a principios de año, a 32 mil millones actualmente. Con una disminución del 42 %, a la par que con el aumento de los encajes, se contrae también brutalmente el multiplicador del dinero bancario.
Máxime si existen una enorme cantidad de argendólares, o sea dólares poseídos por argentinos, en el exterior, en cajas de seguridad, o escondidos en latas y colchones. Con solo computar los 116.800 millones blanqueados en el 2017 con la excusa de la “reparación histórica” para los jubilados, ellos equivalen a un 265 % más que la actual base monetaria, y a un 112 % superior a la existente a principios de año, antes del agudo proceso devaluatorio.
Una solución genuina sería que la repatriación de esos capitales fugados del país o del sistema financiero formal, que son los responsables de la actual crisis de carencia de divisas, reingresen compulsivamente al país. Pero no como consecuencia de un plan artero del FMI, sino por contrario para evitar acordar con el FMI, solucionar la penuria de divisas, y potenciar la actividad económica.
Ver Cómo salir de la crisis sin ir al FMI ni tomar deuda externa
Pero además en su último informe, el INDEC consigna que existen 240 mil millones de argendólares en manos de residentes argentinos, lo cual multiplica por casi ocho la actual base monetaria. Revelando el cuadro de la Posición de Inversión Internacional que publica al efecto, que es el Estado argentino es el que detenta la deuda externa, y los argentinos los que detentan las acreencias externas. O sea un estado pobre con algunos argentinos muy muy ricos, como consecuencia del efecto combinado de la deuda externa y la fuga de divisas.
Por su parte la ONG inglesa Tax Justice Network, asegura que los argendólares podrían llegar hasta los 500 mil dólares, cifra que supera largamente el actual PBI expresado en dólares, que igual que durante la convertibilidad, actualmente ha vuelto a quedar estancado en los 300 mil millones de dólares. Relegando así el ingreso per cápita de los argentinos a 6.682 dólares por habitante, similar al de un cuarto de siglo atrás, en el año 1992. Y un 19 % inferior al del año 1998, que fue de 8.248 dólares por habitante veinte años atrás.
En consecuencia la actual política incoherente, contradictoria, y desaliñada llevada a cabo por el Gobierno, y conducida por el FMI, parece estar destinada a que esos argendólares se reinserten en la economía, por efecto de la sangría de pesos ejecutada a mansalva por parte del Banco Central. Para lo que solo sería necesaria que este autorice el uso de chequeras, en las cuentas corrientes en dólares a los que están autorizados a ofrecer actualmente los bancos.
Se establecería así una dolarización o economía bimonetaria de hecho. La que acorde con la ley de Gresham, la moneda mala circula y la buena se atesora, tendría una moneda dura para los sectores pudientes y quienes tienen capacidad de negociación, que circularía por la City porteña y en el corazón de las grandes ciudades argentinas.
Y una moneda blanda para el populus, que aceptara los pesos a falta de otra cosa. Los que como los bonos de la crisis de la convertibilidad, circularan por los aledaños de las grandes ciudades, cómo Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown, La Matanza, etc, y en el interior profundo. Cristalizándose así para siempre la enorme desigualdad existente actualmente en Argentina.
La razón de esta política dúplice por parte del FMI, liderado por EEUU que tiene poder de veto sobre ese organismo, consistente en tratar de atar definitivamente la economía argentina al área del dólar, no es difícil de discernir con solo tener en cuenta el conflicto geopolítico en crescendo que mantiene con la República Popular China.
La que amenaza desplazarlo de su hegemonía mundial, y durante el anterior gobierno estableció formalmente una alianza estratégica con Argentina. Que se vio corporizada entre otras cosas, con una base espacial en Neuquén, la construcción de las grandes represas en el sur y tres centrales nucleares, y el swap (pase de monedas) de yuan a pesos, por el equivalente a 11 mil millones de dólares, con el que se reforzaron las reservas del Banco Central.
Siendo además China un país enorme en extensión y habitantes, con un mercado potencial inconmensurable, con quien Argentina tiene una economía complementaria, y no en competencia, como la que tiene con EEUU. Siendo actualmente China después de Brasil, nuestro principal comprador junto con EEUU, y nuestro principal proveedor.
Ese objetivo dúplice por parte del FMI y EEUU, ni siquiera es oculto. Dado que el director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, Larry Kudlow, aseguró que la única forma de que la economía argentina salga adelante es con la dolarización. Advirtiendo que el Tesoro de los Estados Unidos, está “profundamente involucrado en esa discusión”.
Simultáneamente en el mismo sentido, apareció una nota en el Wall Street Journal -cuyo editor y CEO, y presidente de Atlantic Council, Kempe, acaba de premiar a Macri- de la periodista Mary Anastasia O’Grady, titulada “Argentina necesita dolarizar”. Y por su parte el inefable Domingo Cavallo, viejo servidor de las políticas del Norte, se ha despacho recientemente con diversas notas propiciando esa misma salida.
Lo cual es un claro indicador de que ella es absolutamente inconveniente para los genuinos intereses de nuestro país. El que con esa dolarización de su moneda, sumada a la impagable deuda externa que registra también en dólares, seguirá perdiendo aceleradamente márgenes de libertad de toda índole. Para que este cada vez más lejos de ser una nación socialmente justa, económicamente libre, y políticamente soberana.-
Ver Altas autoridades de EEUU reconocen que la deuda es un instrumento de dominio
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