La economía argentina no salió del cielo para caer en el infierno. Esto lo revela claramente la evolución del PBI per cápita a pesos constantes en base a los datos del INDEC, cuyo nivel al final del gobierno de Cristina en 2015, estaba casi al mismo nivel que a su comienzo en el 2008. El cual con el desastre de la economía macrista, se precipitó bastante más abajo, volviendo a los niveles de veinte años atrás, en 1998. Pero este análisis va mucho más allá, porque este indicador revela la traición de la democracia contra del bienestar de los argentinos, al haber concretado un ínfimo crecimiento del PBI per cápita en 35 años. Lo que sumado a una cada vez más desigual distribución del ingreso, explica que un tercio de los argentinos se haya hundido en la pobreza y marginalidad, con el consecuente aumento incesante de la inseguridad para todos los argentinos.
Por Javier Llorens – 15/6/19
“Los hechos son tercos, pero las estadísticas son más flexibles” decía Mark Twain. Pero analizadas honestamente, estas ponen en evidencia el pobrísimo desempeño que tuvo la economía argentina con el advenimiento de la democracia, si se analiza la evolución del PBI pér cápita a moneda constante del año 2004.
En el análisis pormenorizado que seguidamente se hace, se destacan las desastrosas gestiones de los presidentes Ricardo Alfonsín, Fernando De la Rúa, y Mauricio Macri, en las cuales todos los indicadores son notablemente negativos. Habiendo los dos primeros abandonado sus mandatos tras haber hecho descender el PBI per cápita, un 20 % por debajo de los picos alcanzados en los gobiernos anteriores. Y Macri por su parte lo llevó a fines del 2018, a un nivel por debajo del pico alcanzado en 1998 durante el gobierno de Menem, veinte años atrás.
Como resultado de esa mala gestión, los dos primeros nombrados, no pudieron terminar sus mandatos. Por lo que es predecible que si Macri logra hacerlo, la reelección que pretende concretar le resultara imposible, si no aparece algún hecho extraordinario que lo ayude con ese objetivo, como sucedió en el 2015 con la muerte de Nisman. Y por ello a recurrido desesperadamente a tratar de cooptar y dividir el peronismo, imitando la estrategia desplegada por el gobernador Gerardo Morales en Jujuy.
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Con respecto los restantes presidentes, como una síntesis de lo que se amplía más adelante, se comprueba que Menem al terminar su mandato, dejó el PBI per cápita en el mismo nivel pico que había llegado al final de la dictadura militar, 17 años atrás. Siendo su promedio a lo largo de su mandato, un 5,5 % inferior a ese pico de la dictadura.
Por su parte Néstor Kirchner, a lo largo de su mandato, registró un promedio del PBI per cápita solo un 1,9 % superior al pico registrado durante el final de la dictadura militar. Y al finalizar su mandato, dejó el nivel del mismo solo un 4 % sobre el pico máximo al que había llegado el gobierno de Menem, diez años atrás. Razón por la durante gran parte de su gobierno no hubo en realidad crecimiento, sino solo un rebote, ayudado por el boom de lo commodities, tras la profunda caída de la economía registrada en la crisis terminal del 2001.
Seguidamente su esposa Cristina Fernández, si bien logró llevar el promedio del PBI per cápita a un nivel casi un 20 % superior al pico alcanzado al final de la dictadura militar, este registro lo alcanzo en el 2008. Por lo que a lo largo de su mandato hasta el 2015, hubo un cuasi estancamiento, reflejado en el 1,9 % de crecimiento que hubo entre el comienzo y final del mismo, a una ínfima tasa del 0,23 % anual.
El que en realidad, si se tiene en cuenta el pico histórico del PBI per cápita que se registró en el año 2011, con el que Fernández logró su reelección, representó una importante caída del mismo al finalizar su segundo mandato, de un 4 %. Lo que explicaría el triunfo que logró Macri, prometiendo políticas y resultados enteramente distintos, que luego estuvieron lejos de cumplirse.
En tal sentido el único que dejo la economía en crecimiento al finalizar su mandato, además de Kirchner, fue Eduardo Duhalde y su ministro Roberto Lavagna. Pero con un promedio a lo largo de su corto interregno, un 14 % por debajo del pico alcanzado el final de la dictadura militar.
Siendo en consecuencia este supuesto crecimiento, solo un rebote en el pozo en que había caído la economía con la crisis del 2001, en el gobierno de De la Rúa, casi similar a la crisis de 1989 en el gobierno de Alfonsín. En las cuales el PBI per cápita de los argentinos se ubicó entre un 18,8 % y un 20,3 % por debajo del pico alcanzado en los gobiernos previos respectivamente.
De esta manera con tremendos altibajos a lo largo del periodo democrático, signado por crisis de deuda externa, el PBI per cápita de los argentinos entre 1983 y el 2018 creció a la minúscula tasa del 0,5 % anual, Que se reduce al 0,3 % anual, si se toma como base el pico al que llegó en la dictadura militar en el año 1980.
Estando actualmente descendiendo desde el 2011, a una tasa de menos – 1,5 % anual, que trepa a menos – 2,4 anual, si se toma como punto de partida el comienzo del actual gobierno del presidente Macri, y llega a menos 3,8 % anual, si se toma el pico que logró en el 2017. Lo cual indica una caída abrupta de la economía, que debe haberse visto agravada a lo largo del 2019.
Siendo notable en este sentido la reticencia del INDEC de brindar datos de la evolución del PBI correspondiente a este año. A la par de que desesperadamente, como para detener su caída, el gobierno de Macri trata con anabólicos estimular el consumo, que es el principal componente del PBI, mediante distintas medidas a cual más heterodoxa y ajena a su ideario, que apestan al denostado populismo.
Anticipando desde abril el aumento de la AUH previsto para todo el año. Lanzando anticipadamente una nueva ola de créditos de la ANSES dirigido hacia ese sector y pensionados, cuando en el 2017 lo usó sobre el filo de las elecciones, como forma de cooptación electoral. Bajando las tasas de interés de los créditos para jubilados con Ahora12. Habilitando nuevamente créditos para vivienda con subsidios del estado. Haciéndose cargo parte de los descuentos en la compra de automóviles cero Km, etc. Medidas que lógicamente apenas si mueven el amperímetro, en una macroeconomía desquiciada, con tasas efectivas anuales de mas del 100 % anual garantizadas por el Banco Central.
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Este pésimo desempeño de la economía argentina, se advierte también si se lo contrasta en el plano regional con respecto Chile y Uruguay, conforme el siguiente gráfico del Banco Mundial, respecto la evolución del PBI pér capita en Paridad Poder Adquisitivo (PPA) a precios internacionales actuales. En donde Chile que estaba en tercer lugar en 1980 pasó al primer lugar, mientras que Uruguay conserva el segundo puesto pero ahora sobre Argentina.
De esta manera mientras en 1980 el PBI per cápita PPA de Chile solo era el 62 % del de Argentina, actualmente lo supera en un 20 %. Mientras que el de Uruguay que era el 87 %, ahora la supera en un 10 %. Representando también que el PBI per cápita PPA de Chile creció un 447 % entre 1980 y 2018, mientras que el de Uruguay lo hizo en un 256 %, y Argentina solo en un 184 %.
El gráfico muestra también que el punto de quiebre de la primacía de Argentina se produce respecto Chile en el año 2002, y con Uruguay en el 2013. Por lo que con este contraste regional, en vez de hablar de la “década ganada” se debería hablar de la década perdida. Que en la situación actual ha pasado a ser la década extraviada.
La traición de la democracia
Es panorama desolador de la evolución de la economía durante la democracia, es el que llevó a decir recientemente a la diputada Graciela Camaño, tras lanzar críticas hacia los dos últimos presidentes: “Nosotros no vemos la foto, sino la película de la política. Acá Macri y su pésimo gobierno es el emergente de algo, alguien se equivocó antes para que este energúmeno venga a gobernar el país, alguien a quién le gusta sobreactuar la política. Nosotros no sobreactuamos la política”.
“Desde el advenimiento de la democracia estamos amontonando pobres sin pudor, la dirigencia política toda se tiene que sentir interpelada por lo que les pasa a nuestros compatriotas; los que tuvieron funciones tienen que responder y sentirse interpelados. Este 30 y pico de pobres no llegó aquí en un satélite, es producto de lo mal que se hizo todo”.
Empero hoy más que nunca parecen tener vigencia en la democracia argentina las estrofas de Discepolo “vivimos revolcaos en un merengue, y en el mismo lodo todos manoseaos”. En la que impera un juego de tronos a cualquier costo, con alianzas a cual más absurdas, y la paralela deconstrucción de los partidos, de sus idearios, y programas de gobierno.
Para transformarse en simples expresiones de anhelos, los más genéricos y menos comprometidos posibles, como meros artículos de marketing. Sin explicar en manera concreta alguna como se hará para revertir el fracaso y la traición de la democracia, que a lo largo de treinta y cinco años convirtió a la nación en un cultivo de pobreza, marginalidad, y exclusión social para un tercio de los argentinos.
Y de inseguridad creciente para todos los argentinos, incluso para quienes se refugian en country y barrios cerrados. Los que durante la democracia aparecieron y proliferaron por todos lados, a la par de las villas miserias. Como una palpable defección de los ideales de Libertad, Igualdad, y Fraternidad, que supuestamente son el norte de ella.
En la cual todos los frentes políticos con posibilidades de llegar al gobierno en la próxima elección, prometen cumplir con la deuda externa, que tuvo su aun inexplicado origen en el final de la dictadura militar, y cuyo primer default sucedió en 1982, tras la derrota militar en la guerra de Malvinas. Y no obstante todos los gobernantes de la democracia, como si cumplieran un mandato divino o diabólico, no solo se la echaron al hombro de una u otra manera, comenzando por Alfonsín, sellando así su propio fracaso.
Sino que además se negaron tenazmente a averiguar los orígenes de ella. Pese haber sido el condicionante externo que llevó al país de los argentinos a caminos cada vez más extraviados, y a la dependencia del FMI y el Banco Mundial, en contra abiertamente del bienestar de sus habitantes, en burla de la autodeterminación de los pueblos, estando a punto de ser hoy una democracia fallida.
La grieta MA-CRIS, estancamiento versus debacle
El gráfico de la portada visualiza la evolución del PBI per cápita a pesos constantes del 2004, según los datos del INDEC entre 2008 y el 2018. Observándose en él que nivel del mismo al final del gobierno de Cristina en el 2015 ($ 16.588) estaba casi al mismo nivel que a su comienzo en el 2008 ($ 16.272) con un mínimo crecimiento del 1,9 % a lo largo de ocho años.
Registrando un promedio a lo largo del mismo ($ 16.539) que es similar al nivel que alcanzó en el 3er Trimestre de 2008 al comenzar su mandato. Y que luego de la crisis del 2009, reapareció en el 2do Trimestre del 2010. Por lo que se puede decir que su gobierno terminó igual que había comenzado, por el efecto combinado del bache de la crisis del 2009, y los picos máximos momentáneos alcanzados en los años 2011 – 2013.
Seguidamente con la debacle de la economía macrista, el promedio del PBI per cápita en el periodo se redujo un escalón ($ 16.169) con una caída de – 2,2 %. Pero dinámicamente se encuentra en franco deterioro, al haber caído el mismo a fines del 2018 a los niveles mínimos ($ 15.440) registrados en el 3er y 4to Trimestre del 2009 durante la crisis de este año, como se puede apreciar en el gráfico.
Se produjo así una caída de – 6,9 % del PBI per cápita desde que Macri asumió su mandato, que a su vez trepa a un – 10,6 % respecto el pico máximo alcanzado durante el gobierno anterior de Fernández en el 3er Trimestre del 2011 ($ 17.278). Por lo que es de suponer que esta notable caída se profundizará en el corriente año, acercándose o descendiendo más abajo del nivel mínimo en el que cayó en el 2do Trimestre del 2009 ($ 14.738) como consecuencia de la crisis de ese año. Con lo cual la caída respecto al pico del 2011 se ubicaría en el orden de menos – 15 %.
La traición de la democracia: el estancamiento de la economía en 35 años
Pero este análisis va mucho más allá, porque pone de manifiesto la traición de la democracia perpetrada en contra del bienestar de los argentinos. Cuyo PBI per cápita a lo largo de 35 años, avanzó a la insignificante cifra promedio del 0,3 % anual, siendo actualmente solo un 12 % mayor al máximo obtenido en el 4to Trimestre de 1980, al final de la dictadura militar, 38 años atrás.
Lo cual sumado a una cada vez más desigual distribución del ingreso, explica que un tercio de los argentinos se haya ido hundiendo en la pobreza y la marginalidad, a la par que se potenciaba enormemente el problema de la seguridad ciudadana. Pasando a ser esta, junto con las penurias económicas, la principal preocupación de los argentinos.
En el segundo gráfico, confeccionado en base a los datos del PBI y población del INDEC, se muestra la evolución del PBI per cápita entre 1980 y 2018, a moneda constante del año 2004. Tomando para esto la serie desestacionalizada correspondiente a los años 2004 – 2018, y empalmándola con la serie 1980 – 2004 a moneda constante de 1993.
La que no está desestacionalizada, y por eso su trazo es más anfractuoso, pero el error que ello introduce a los que efectos de este análisis, no resulta significativo. Habiéndose empleado como factor de empalme los valores de ambas series correspondientes al 1er Trimestre de 2004. Mostrándose además en el gráfico, con la línea de trazos discontinuo, el nivel pico alcanzado al final de la última dictadura militar en 1980. Y distinguiéndose con franjas de distintos colores los mandatos de los sucesivos presidentes que se desempeñaron a lo largo de ese periodo.
El gráfico muestra que el valor pico del PBI per cápita alcanzado al final de la última dictadura militar, correspondiente al 3er y 4to Trimestre de 1980, comenzó a caer al final de la dictadura militar y a lo largo del mandato de Alfonsin, cada vez más por debajo de ese nivel. Por efecto de la pesada deuda externa y sus condicionantes de política económica, contraída por el gobierno militar. De la que el gobierno de Alfonsín no tuvo empacho en hacerse cargo, no obstante que podría haberla repudiado conforme la doctrina estadounidenses de la “deuda odiosa”.
Así se llega al profundo bache de los años 1989 – 1990, en el final del gobierno de Alfonsín y comienzo del de Menem. Y a partir de allí se inició un rebote, con el que en 1994, 14 años después, se llegó nuevamente al nivel pico de 1980 de la dictadura militar. Para caer seguidamente nuevamente por debajo de ese promedio, recuperarse con un nuevo pico en el 2do Trimestre del año 1998, que superó momentáneamente el pico de la dictadura militar, para caer nuevamente y permanecer alrededor de este nivel durante el final del mandato de Menem, y gran parte del De la Rua.
Al final del mandato de De la Rua, y durante el mandato de Duhalde, como consecuencia de la crisis de la convertibilidad, se visualiza un nuevo bache y el comienzo de un nuevo rebote, que se afianza durante el mandato de Kirchner. Y de esa manera durante el gobierno de este, tras un bache registrado en el 1er Trimestre del 2004, en el 2005 se volvió al pico registrado durante la dictadura militar en 1980, 25 años después.
Seguidamente al finalizar el mandato de Kirchner, en el 2do Trimestre del 2007, nueve años después, se llegó nuevamente al pico registrado en el año 1998 durante el gobierno de Menem. Y por efecto del notable cambió en los precios relativos que hubo a favor de Argentina con la aparición de la demanda asiática, el PBI per cápita siguió creciendo, hasta llegar a un nuevo pico en el 2do Trimestre del 2008, durante el gobierno de Fernández.
A continuación sobrevino la crisis de fines del 2008 – 2009, que derrumbó nuevamente el PBI per cápita, hacia el nivel del pico de la dictadura militar. Para producirse a continuación un rebote, que llevo al PBI per cápita en el 3er Trimestre del 2011 a un pico máximo histórico, que posibilitó la reelección de Fernández en ese año en la primera vuelta electoral.
A partir de allí el PBI per cápita no solo se estancó, sino que inicio un curso descendente, por el efecto combinado del atraso cambiario que se fue dando a partir del 2006, en un contexto de inflación rampante, que llevó el tipo de cambio real a niveles similares a los de fines de la convertibilidad. Y por la enorme fuga de divisas que se precipitó desde ese mismo año en adelante, por un monto de cien mil millones de dólares.
Provenientes esta vez no del endeudamiento externo, como había sido en los eventos de fuga anteriores, sino del genuino saldo de la balanza de pagos, conseguido por el notable cambio en los precios de los commodities que exporta Argentina. Lo cual, sumado al bloqueo financiero externo concretado por el accionar de los fondos buitres, derivo en una situación de indisponibilidad de divisas, que llevó al gobierno de Fernández a instalar el cepo cambiario inmediatamente después de su reelección, en el 4to Trimestre de 2011.
De esa manera en forma oscilante, en el 2do Trimestre del 2014, el PBI per cápita volvió casi al mismo nivel del inicio del mandato de Fernández en el 2008, siete años atrás. Y en el 4to Trimestre del 2015, al finalizar su mandato, se ubicó casi en el mismo nivel registrado en el pico del 2do Trimestre del 2008, siete años y medio atrás.
Seguidamente irrumpió Macri, con sus promesas de “pobreza cero” y “podes estar mejor”, y la cuestión empeoró ostensiblemente. Ya que aceleró la tendencia descendente del PBI per cápita, y salvo el pico del 3er y 4to Trimestre del año electoral 2017, en el 4to Trimestre del 2018 el mismo descendió a niveles por debajo del pico al que se llegó durante el mandato de Menem en 1998, veinte años atrás.
La traición de la democracia y la performance absoluta de cada gobierno
En el siguiente gráfico, como una primera radiografía de la cuestión, se ha tratado de resumir la performance de cada uno de los gobiernos democráticos que se sucedieron después de la dictadura militar. Expresando en cada uno de ellos el PBI per cápita expresado en miles de pesos del 2004, correspondientes al Mínimo (columna verde), Promedio (columna violeta), Máximo (columna roja), y al Final del periodo o mandato (columna celeste). Señalando con la sombra gris como referencia histórica, el nivel pico del PBI per cápita alcanzado al final de la dictadura militar.
En él se puede observar la enorme decepción que representó en términos económicos el gobierno de Alfonsín, el primero del actual periodo democrático, si se lo contrasta con el del final de la dictadura militar. El que de por si no parece muy brillante, al registrar al final del mismo un PBI per cápita ($ 12,9 miles o K) inferior al pico alcanzado previamente ($ 13,8 K).
Por su parte el gobierno de Alfonsín registra claramente respecto la dictadura militar, un mínimo menor ($ 11,1 vs $ 11,6 K); un promedio menor ($ 12,1 vs $ 12,7 K); un máximo menor ($ 13 vs $ 13,8 K); y un nivel al final del periodo sustancialmente menor ($ 11,2 vs $ 12,9 K).
Por su parte el gobierno de Menem comenzó con el mínimo más bajo de todos ($ 9,6 K) pero a lo largo de su mandato logró un promedio superior al de la dictadura ($ 13 vs $ 12,7 K) aunque por debajo del pico de esta ($ 13,8 K). Superando no obstante con su pico al de la dictadura ($ 15,6 vs $ 13,8 K), para caer al final del mandato ($ 14,5 K) pero manteniéndose por encima del pico de la dictadura.
Seguidamente viene De la Rua, que registra un mínimo superior a todos los anteriores ($ 12,5 K), el que a su vez es el del final de su mandato. A la par que su máximo ($ 14,5 K) es igual al del final del mandato de Menem, mostrando esto la caída de la economía a lo largo de su gobierno por la crisis de la convertibilidad. Registrando no obstante en su corto mandato el promedio más elevado hasta ese momento ($ 13,6 K) cercano al pico de la dictadura ($ 13,8 K).
El mandato de Duhalde por su parte pone en evidencia el profundo bache en que cayó el PBI per cápita entre el 2001 – 2003 con la crisis de la convertibilidad, al registrar el segundo mínimo peor de la historia después del de Menem ($ 10,8 vs $ 9,6 K). Y con el peor promedio de todos los gobiernos anteriores ($ 11,9 K) por debajo incluso del de Alfonsín ($ 12,1 K). No obstante su máximo, igual al del final del mandato ($ 13,1 K) indica el comienzo del rebote o recuperación con el que dejó el gobierno.
El cual durante el gobierno de Kirchner tuvo un bache en el 1er Trimestre del 2004, registrándose por ende un mínimo ($ 12,3 K) menor al máximo y al del final de mandato de Duhalde ($ 13,1 K). Superando no obstante por primera vez el promedio ($ 14,1 K) el pico alcanzado al final de la dictadura ($ 13,8 K). Dejando además una economía en crecimiento, el coincidir el máximo con el del final del mandato ($ 16,3 K).
Por su parte Fernández es la primera que registra a todos los valores por encima del pico de la dictadura militar ($ 13,8 K) veintisiete años después. Con un mínimo ($ 14,7 K) correspondiente a la crisis del 2009, y un promedio ($ 16,5 K) levemente superior al nivel con el que dejó el gobierno su antecesor y esposo Kirchner ($ 16,3 K). Alcanzado además un pico máximo histórico ($ 17,3 K) pero seguido de una caída al final de su mandato ($ 16,6 K) que indica una economía en declive.
Seguidamente irrumpe Macri, que registra el máximo mínimo histórico ($ 15,4 K). Pero con un promedio ($ 16,2 vs 16,5 K); un máximo ($ 16,7 vs 17,3 K); y un nivel a fines del 2018 ($ 15,4 vs 16,6 K) menor al de su antecesora Fernández. Lo cual indica un notable empeoramiento de la situación anterior. Que se ve reflejada también en que el nivel a fines del 2018 ($ 15,4 K) es inferior también al máximo y final del mandato de Kirchner ($ 16,3 K) once años después. Y al pico de Menem en 1998 ($ 15,6 K) veinte años después.
Finalmente aparece la despareja performance que se dio a lo largo de la democracia. Que registra el mínimo de Alfonsín ($ 9,6 K); un promedio apenas superior al pico de la dictadura militar de 38 años atrás ($ 14,1 vs 13,8 K); el pico máximo de Fernández ($ 17,3 K); y el nivel declinante existente a fines del 2018 con Macri ($ 15,4 K).
La traición de la democracia y la performance relativa de cada gobierno
Lo reseñado anteriormente son valores absolutos expresados en pesos del PBI per cápita. Pero resulta ilustrativo profundizar dicha radiografía, para ver sintéticamente la variación porcentual en la evolución de esos valores absolutos, correspondiente a cada gobierno que se sucedió. En cuanto al Promedio del gobierno anterior (columna amarilla). El Crecimiento del periodo (columna roja). El Final del periodo respecto el máximo de los periodos anteriores (columnas celestes). Y el Final del periodo respecto el máximo del periodo (columnas violetas).
El final de la dictadura aparece con un indicador positivo y dos negativos. El crecimiento en el periodo fue del 1,9 %. Mientras que el final del periodo respecto el máximo del mismo periodo (que a su vez coincide por falta de datos, con el máximo de periodos anteriores) representa una caída de – 6,9 %.
A continuación en el gobierno de Alfonsín, todos los indicadores se convierten en negativos. El promedio del PBI per cápita respecto la dictadura fue un 4,3 % menor. El crecimiento del periodo fue negativo en un – 12,9 %. El final del periodo respecto el pico máximo de la dictadura fue menos un – 18,8 %. Mientras que el final del periodo respecto el máximo del periodo, fue negativo en – 13,9 %.
Por su parte Menem reporta tres indicadores positivos y uno negativo. El aumento del promedio del PBI per cápita respecto al de Alfonsín fue de un 7,6 %. El crecimiento del periodo fue de un 29,3 %, el mayor de todos en el gráfico, como consecuencia de haber partido del profundo bache que dejó el gobierno que le precedió. Por eso el final del periodo respecto el pico máximo de periodos anteriores alcanzado durante la dictadura en 1980, diecinueve años atrás, fue solo de un 5 %. Siendo además negativo en – 7,4 % el final del periodo respecto el máximo registrado en el mismo periodo, lo que indica una economía en caída.
De la Rua por su parte en su corto interregno, solo tiene un indicador positivo, correspondiente al aumento sobre el promedio del gobierno de Menem, de un 4,7 %, y tres negativos. Con un decrecimiento en el periodo de un -14 %. Un decrecimiento en el final del periodo respecto el pico máximo de periodos anteriores, correspondiente al gobierno de Menem, de un -20,3 %. Y un decrecimiento del final del periodo respecto el máximo del periodo registrado al comienzo de su mandato, de un -14,1. Lo que muestra que durante su gobierno hubo una economía en franco declive.
Duhalde por su parte luce dos indicadores negativos, uno positivo, y otro neutro. Siendo el promedio del PBI per cápita menos un – 13 % respecto el periodo de De la Rúa. Registrando no obstante un crecimiento en el periodo de un 5,1 %. Con un final del periodo respecto el pico máximo de periodos anteriores correspondiente a Menem. de menos un – 16,2 %. Y un cero porciento en el final del periodo respecto el máximo del mismo, por coincidir ambos en el mismo trimestre, indicando esto una economía en crecimiento.
Por su parte Kirchner, beneficiado directamente con el boom de los commodities, es el único gobernante que no tiene registros negativos. Con un crecimiento de un 18,4 % respecto el promedio del gobierno de Duhalde, el más bajo de todos después del de Alfonsín, alcanzando así el registro más alto en este indicador.
Con un crecimiento en el periodo de un 24,2 %, ubicándose así en segundo lugar después de Menem, como consecuencia de haber partido desde el bache de la caída de la convertibilidad. Pero con solo un crecimiento de un 4 % en el final del periodo, respecto el pico máximo alcanzado en periodos anteriores en el gobierno de Menem, en 1998, once años atrás. Registrando además cero crecimiento entre el final del periodo y el máximo del periodo, al coincidir ambos, lo que indica una economía en crecimiento.
Por su lado Fernández registra tres indicadores positivos y uno negativo. Con un aumento sobre el promedio del periodo anterior de un 17,6 %, ubicándose así en segundo lugar después de Kirchner. Pero con solo un 1,9 % de crecimiento al final de su mandato, respecto el inicio del mismo, que coincide con el del final del periodo respecto el pico máximo de periodos anteriores, que se registró al final del gobierno de Kirchner, y por eso tienen el mismo valor. Y además registra un decrecimiento de menos un – 4 %, en el final del periodo en el 2015, respecto el máximo del periodo alcanzado en el 2011, lo que indica una economía en declive.
A continuación aparece el gobierno de Macri con todos sus indicadores negativos, igual que Alfonsín. Con una caída de menos un – 2,2 % respecto el promedio del gobierno anterior. Un decrecimiento en el periodo de menos un – 6,9 %. Una caída de menos – 10,6 % respecto el pico máximo de periodos anteriores correspondiente al gobierno de Fernández, alcanzado en el 2011, siete años atrás. Y una caída de menos un – 7,4 % respecto el máximo del periodo, lo que indica una economía en debacle.
Como balance final del periodo democrático, este registra un aumento promedio de solo un 11,1 % respecto el promedio de la dictadura militar, 35 años atrás. Y solo un crecimiento del 20,1 % a lo largo de esas tres décadas y media. Que se reduce a un 11,9 %, si se considera el pico máximo obtenido por la dictadura militar en 1980. Registrando actualmente con el gobierno de Macri, como ya se vio, una caída del 10,6 % respecto el pico máximo alcanzado durante la democracia en el 2011.
La traición de la democracia y la performance real de cada gobierno
Lo reseñado previamente son variaciones relativas atemporales. Por ello para finalizar, con una especie de tercera radiografía, se hace un análisis en base las tasas anualizadas que arrojan esas cifras de evolución relativas. Lo que da una idea más ajustada de la performance de cada gobierno, y pone de relieve el pobre desempeño que han tenido los sucesivos gobiernos de la democracia en el transcurso del tiempo.
En el siguiente gráfico aparece calculada para cada gobierno, la tasa anualizada de crecimiento durante su periodo (columnas verdes). La tasa anualizada de crecimiento al final del periodo respecto el pico máximo de gobiernos anteriores (columnas anaranjadas). Y la tasa anualizada de crecimiento o decrecimiento al final del periodo respecto el máximo del mismo periodo (columnas celestes).
Se observa que en el final de la dictadura hay un indicador positivo y dos negativos. Con un crecimiento del PBI per cápita en el periodo de un 0,5 % anual. Y con una caída al final de ese gobierno de menos un – 2,3 % anual, respecto el máximo de 1980. El que en este caso también es el pico máximo respecto periodos anteriores, por las razones antes apuntadas.
En el gobierno de Alfonsín se observa que la cuestión se agravó sustancialmente, al mostrar sus tres indicadores negativos. Con un inusitado decrecimiento del PBI per capita de menos un – 2,5 % anual, a lo largo de su gobierno. Y de menos un – 2,4 % anual, si se toma como referencia el pico máximo de la dictadura militar de 1980. Con un final estrepitoso, ya que al final su gobierno se derrumbó a una tasa del 8,2 % anual, respecto el máximo alcanzado durante su gobierno.
Seguidamente el gobierno de Menem registra dos indicadores positivos y uno negativo. Con un crecimiento en el periodo de un 2,7 % anual. Cifra que parece importante, pero que queda menoscabada con el 0,3 % anual que registra el final del periodo, respecto el pico máximo alcanzado en periodos anteriores por la dictadura en 1980, 19 años atrás. Y además al final de su mandato, el PBI per cápita se derrumbó a un ritmo del 5 % anual, respecto el máximo alcanzado en el periodo en 1998, preanunciando el agotamiento de la convertibilidad.
Con De la Rua en el final de la convertibilidad, se observa nuevamente todos los indicadores negativos, en forma aún más agravada que con el gobierno de Alfonsín. Ya que la tasa de decrecimiento del periodo fue de menos un – 7,3 % anual. La del final del periodo respecto el máximo de los periodos anteriores, correspondiente al gobierno de Menem en 1998, llegó a menos un – 6,3 % anual. Y la del final del periodo respecto el máximo del periodo a menos un – 8,3 % anual.
En el gobierno de Duhalde, en el que comenzó la recuperación tras la crisis de la convertibilidad, se observa un indicador negativo, otro positivo, y el tercero neutro. La tasa de crecimiento del periodo fue del 3,4 % anual, superando la lograda durante el gobierno de Menem, del 2,7 % anual. Pero si se considera el final del periodo respecto el máximo de los periodos anteriores correspondiente al gobierno de Menem en 1998, ello representa un descenso con una tasa de menos un -3,5 anual, mostrando esto el bache en que se encontraba la economía. Y en cuanto al final del periodo respecto el máximo del periodo, la tasa cero indica que ambos coinciden.
A continuación aparece el gobierno de Kirchner, que es el que en ese penoso panorama, refleja los mejores resultados, al ser el único en el que todos sus indicadores son positivos o neutros. La tasa de crecimiento del periodo impulsada por el boom de los commodities es la más alta de todas, de un 4,9 % anual, superando al gobierno de Duhalde (3,4 % anual) y el de Menem (2,7% anual).
Pero no obstante la tasa al final del periodo respecto el pico máximo anterior del gobierno de Menem en 1998 -dejando de lado el bache del fin de la convertibilidad- se reduce a un mezquino 0,42 % anual. Y la tasa del final del periodo respecto el máximo del periodo es cero porque ambos coinciden, dejando así una economía en crecimiento.
A continuación en el gobierno de Fernández se registran dos indicadores positivos de magnitudes ínfimas, y uno negativo. La tasa del crecimiento del periodo se redujo a un 0,2 % anual. Y la tasa de crecimiento del periodo respecto el pico máximo correspondiente los periodos anteriores, registrado en el 2007 en el gobierno de Kirchner, tiene un valor parecido, del 0,23 % anual. Registrándose además al final del periodo respecto el máximo del periodo, una tasa de decrecimiento importante de la economía, del – 0,8 % anual.
Con el gobierno de Macri nuevamente todos los indicadores se tornan negativos, igual que los de Alfonsín y De la Rua. Su periodo hasta fines del 2018, registra un decrecimiento muy importante de menos – 2,4 % anual. Y el final del 2018 respecto pico máximo correspondiente al periodo anterior de Fernández, da una tasa de decrecimiento negativa de menos – 1,5 % anual. Y respecto al máximo del mismo periodo, registrado en el 2017, la tasa de decrecimiento trepa a menos – 3,8 % anual. Lo cual indica una caída abrupta de la economía, que debe haberse visto agravada a lo largo del 2019. Siendo notable la reticencia del INDEC de brindar datos de la evolución del PBI correspondiente a este año.
Finalmente en el gráfico vienen los pobrísimos indicadores de la democracia, con tiene dos positivos de magnitudes ínfimas, y uno negativo. Que revelan que a lo largo de ella hubo un crecimiento del PBI per cápita de solo el 0,5 % anual. Que se reduce al 0,3 % anual, si se toma como base el pico máximo de la dictadura militar en 1980. Y si se toma respecto el pico máximo de la democracia al que se llegó en el 2011 durante el gobierno de Fernández, la tasa de decrecimiento actual, igual a la consignada para Macri, es de menos un -1,5 % anual.-
Anexo documental
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