La aprobación del proyecto del Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) sería una inmensa derrota política para el Papa Francisco. Dado que este pasará a ser legal, mediante una ley del Congreso, en la tierra natal del propio Francisco, con alto riesgo de expandirse a los países vecinos. A ello se le suma lo ocurrido en Irlanda en mayo pasado, el país más católico del mundo, donde luego de una serie de escándalos de curas pederastas, el aborto fue aprobado mediante un referendo popular. De esta manera, luego de dos graves derrotas consecutivas, la autoridad del Papa argentino quedará licuada ante los sectores conservadores de la Iglesia Católica. Y a merced del poder económico y financiero de Estados Unidos, que desde hace 50 años viene manteniendo un conflicto global con el Vaticano por el tema de la planificación familiar y el aborto, para limitar el crecimiento de la población mundial. Conflicto en el cual la politiquería argentina parece haberse embanderado a favor de EEUU en contra del Papa argentino.
Por @lazarollorens – 7/8/18
Si el Senado de la Nación Argentina aprueba el 8 de agosto la ley de la legalización del aborto, un sector de EE.UU, encabezado por mega empresarios neoliberales vinculado a Wall Street, le habrá aplicado un durísimo golpe político al Papa Francisco -Jorge Mario Bergoglio- el primer Papa argentino de la historia. ¿Por qué razón? El aborto, para la Iglesia Católica, al igual que todo lo métodos coercitivos de planificación familiar, es una cuestión medular donde no hay matices ni diferencias. Lo considera un crimen. Esto fue expresamente señalado en la encíclica papal “Humanae Vitae” de 1968 por el papa Pablo VI, en la cual no sólo se rechazó expresamente el aborto sino el uso de pastillas anticonceptivas y los preservativos.
Por esta concepción, hace décadas, el Vaticano mantiene una dura “batalla ideológica” contra el sector económico más poderoso de Estados Unidos encabezados por las grandes entidades financieras y corporaciones neomalthusianas, que desde hace unos 50 años, buscan controlar la natalidad de los países, para evitar la llamada “bomba demográfica” que está generando el crecimiento de la población mundial frente a la creciente escases de recursos naturales no renovables.
Ver La política del aborto liderada por EEUU por razones de Seguridad Nacional
El documento de EEUU más representativo de esa de esa política, es el Memorando 200 del Estudio de Seguridad Nacional -NSSM 200- más conocido como “Informe Kissinger”. Realizado por el Consejo de Seguridad Nacional, presidido por Henry Kissinger, la CIA, los ministerios de Defensa, Agricultura y otros Departamentos Estatales en 1974. En el cual se recomendó los métodos anticonceptivos y el aborto inducido, entre otras medidas, para detener de manera urgente el crecimiento poblacional en 6.000 millones de personas. Ideas pensadas por John Rockefeller III, el pionero mundial de la planificación familiar, que motivaron la inmediata reacción de la Iglesia Católica.
Por eso, de aprobarse el proyecto este miércoles, será un cachetazo de hierro en la cara al Sumo Pontífice argentino. Dado que se habrá legalizado en la tierra natal del Papa, nada menos que mediante una ley (en Estados Unidos se aprobó con un polémico fallo de la Corte) sancionada por el Congreso, y promulgada por el Poder Ejecutivo, como promete hacer el presidente Macri, sin ejercer su poder de veto. Lo cual permitirá luego, según lo manifestado por las propias organizaciones que están a favor, expandirlo a otros países de la región. Por eso el Papa y el Vaticano han puesto el grito en el cielo, y salieron a jugar con todo en el Senado, tras la irregular sanción que se consiguió en Diputados.
A lo anterior se le suma lo ocurrido el 27 de mayo pasado en Irlanda, el país más católico del mundo. Que luego de una sucesión de escándalos que involucraban a curas con todo tipo abusos y vejaciones, altamente mediatizadas, mediante un plebiscito popular, con un 66% de votos positivos, se aprobó la legalización del aborto en este ultra-católico país. Otra bofetada de hierro en el rostro al jesuita Francisco, representante de la parcela más progresista dentro de la Iglesia, que sobre el resultado de este histórico plebiscito nunca dijo nada.
Con lo cual, si se suman estas dos grandes derrotas políticas en la llamada “batalla ideológica” de la planificación familiar, producidas ambas en muy poco tiempo una de otra, el sector económico-financiero de EE.UU le habrá asestado un duro golpe político al Vaticano y al Papa Francisco. Cuyo influencia institucional, como los sostiene distintos analistas, habrá quedado maltrecha. Tanto a nivel interno, donde los sectores más conservadores del Vaticano encabezados por el cardenal estadounidense Raymond Burke comenzaran a preparar sus arrumbados cuchillos. Como externo, en un contexto cada vez más tenso y volátil, donde EE.UU. de la mano Donald Trump. quiere imponer unilateralmente su agenda de intereses en todo el globo. Y todo esto gracias a los votos de los legisladores argentinos.
Irlanda, la primera derrota
Respecto a lo que es la planificación familiar, el caso de Irlanda, un país cuyo 78% de la población es católica, tuvo patrones muy similares a los que está aconteciendo acá en Argentina y en buena parte de las democracias liberales del mundo. Primero se legalizó el divorcio, luego el matrimonio igualitario, finalmente el aborto. Todas cuestiones medulares para las confesiones religiosas.
En el caso del aborto, la derrota del Vaticano en Irlanda se debió a dos razones fundamentales: La primera, una sucesión de escándalos, con fuerte repercusión mediática, que involucraron a la iglesia católica irlandesa. Principalmente por el destape de casos de abusos sexuales y vejaciones de todo tipo de sacerdotes y monjas a niños. Entre estos, el “convento Macabro”, donde artículos periodísticos dieron cuenta de la aparición de 800 cadáveres de bebes en el año 2014, en una fosa en un convento irlandés. Y que luego los propios medios relativizaron su veracidad.
La segunda, como los abortos en este país están casi totalmente prohibidos, incluso en casos de violación, incesto, anomalía fetal o riesgo para la salud de la madre, cada año, unas 3.500 mujeres viajaban al extranjero a abortar, mientras que unas 2.000 compraban las píldoras abortivas por Internet. Este fue el principal argumento de los que apoyaban el SI al aborto durante el histórico referéndum despertando el voto feminista, incluso en el interior de Irlanda, históricamente conservador.
Así, como emblema del voto femenino emergió la figura de Savita Halappanavar, fallecida en 2012 de una septicemia –infección interior grave-, después de que se le negara la interrupción de un embarazo lo cual acabaría causándole la muerte. Por eso, cuando se conoció el resultado del referéndum su mural del centro de Dublín, amaneció cubierto de flores y mensajes.
Argentina
En el caso de Argentina, el proceso del proyecto del aborto tuvo muchas similitudes con Irlanda. El debate se dio en el marco de una serie de denuncias previas de pedofilia en el clero católico. A punto tal, que el Papa Fráncico desde el Vaticano exigió “tolerancia cero” contra los curas pederasta y luego la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) se vio obligada a emitir un protocolo para que los obispos sepan cómo actuar ante los casos de denuncias por abusos sexuales.
Lo mismo que está pasando ahora en Chile, donde el tema del aborto legal también está en las calles. Cuyos escándalos en ese país y en Africa el gran diario argentino Clarín se encarga diariamente de destacar, al compás de la tramitación de la ley de legalización del aborto, como una forma indirecta de tratar de incidir en las decisiones al respecto.
En cuanto a la captación del voto femenino, en el caso de Argentina, donde el aborto es parcial no total como en Irlanda, esta se hizo en base al argumento de la cantidad de mujeres pobres que mueren por realizarlo de manera clandestina. Se llegó a hablar de una muerte materna por día y de ser la principal causa defunción de las madres. Datos que no eran ciertos, dado que el actual ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, doctorado en Harvard, que está a favor del proyecto de legalización y despenalización del aborto, en base a estadísticas oficiales señaló que en el 2016 –últimos datos disponibles- fueron 31 las mujeres que murieron por esta causa.
El otro argumento femenino, que sostuvo la marea verde, era la cantidad de abortos clandestinos que se hacen por año. Se mencionó unos 500 mil. Uno 1300 casos por día. Sin embargo, esta cifra tampoco era real, sino que se tomó a partir de un trabajo realizado en 2005 por dos demógrafas -especialistas en la evolución de la población, Edith Pantelides y Silvia Mario- a pedido del Ministerio de Salud de la Nación, tomando parámetros subjetivos no directos, dado que no hay en Argentina un método para calcularlos. Y que no tuvo en cuenta el aborto farmacológico actual, el más practicado actualmente en el interior de la casa, y que prima facie no presenta grandes complicaciones para la mujer.
La diferencia entre Argentina, tierra natal del Papa, e Irlanda, el nido ecológico del catolicismo, es que allá, se aprobó mediante un plebiscito popular. Mientras que acá, de ser aprobado el proyecto el miércoles, habrá sido autorizado mediante una ley del congreso, un rango menor. Esto es porque según encuestas, en Argentina a pesar del desprestigio de la Iglesia Católica, la mayoría rechaza la legalización del aborto. Así lo estimó, por ejemplo, la consultora IPSOS, a mediados del mes de junio, quien mediante una encuesta con mil casos en todo el país concluyó que un 49% lo rechaza, un 40% lo aprueba mientras que el restante 11% no sabe no contesta.
Esta encuesta además arrojó otros datos interesantes. Contrario a lo que uno a priori puede pensar, el rechazo a la legalización del aborto es mayor entre las mujeres, 52 % contra 39 %, que entre los varones, 45 % a 41 %. Y entre las personas de menores ingresos respecto a las de mejor posición económica, 57 % a 32 %, a pesar de que se argumenta que el proyecto es en resguardo de las mujeres pobres. También entre quienes aprueban la gestión del presidente Macri, impulsor del proyecto, respecto de quienes la desaprueban, en una proporción de 57 % a 30 %.
Esto se debe, quizás, a porque si bien la Iglesia Católica se encuentra algo desprestigiada en Argentina, y ha perdido muchos fieles, sobre todo de los sectores de más bajos recursos, a diferencia de Irlanda donde la mayoría son católicos, estos han migrado a otras religiones como las evangelistas, protestantes que también rechazan tajantemente el aborto y todo tipo de planificación familiar. De allí que, entre las encuestas, además de que la mayoría de los argentinos rechazaba el aborto, casi un 70% rechaza la injerencia de la iglesia Católica en el Estado.
Por esta razón, el gobierno de Cambiemos procuró legalizarlo de manera parlamentaria. Por exigencia, según denunciaron algunos sacerdotes como el Padre Pepe, del Fondo Monetario Internacional (FMI) como precondición para aprobar el salvataje financiero al gobierno de Macri. Este organismo al igual que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización de Naciones Unidas (ONU) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), todas fiscalizadas por EE.UU, exigen el aborto legal para brindar su asistencia, alegando que eso reducirá la pobreza.
Incluso, para su aprobación, astutamente el gobierno de Cambiemos está usando el voto opositor. Entre ellos el de su más acérrimo enemigo: el kirchnerismo. Fuerza que hasta antes de tratarse este proyecto tenía sintonía con el Sumo Pontífice, cosa que enervaba al diario Clarín. Y que seguramente dejará de tenerla luego del voto de sus dos máximos referentes, el diputado Máximo Kirchner y su madre, la senadora Cristina Kirchner, quienes casi como un escupitajo en el rostro Papa, avalan el proyecto del aborto en su propio terruño.
En ese explotación del voto opositor, como lo publicó STDP, el presidente Macri hasta incentivó con 500 millones de pesos del ANSES al gobernador peronista Carlos Verna (La Pampa), para que dos de sus diputados se dieran vuelta y aprobaran la legalización del aborto, en la madrugada del 14 de junio pasado.
Esto hizo enfurecer al Papa Francisco, quien tenía la errona información del gobierno que Diputados no iba poder aprobarlo, y que el presidente Macri se iba a mantener prescindente. Y empujo al Vaticano a jugar con todo en la batalla final en el Senado, a través de los senadores Javier Pinedo, Esteban Bullrich, y la vicepresidenta Gabriela Michetti, todos macristas, de estrecha relación con Papa y la iglesia. Ellos pasaron a ser la resistencia de Francisco en la cámara alta.
Mientras que el senador peronista Miguel Pichetto, ex ultra kirchnerista, se convirtió en un virtual Jefe de bancada de Cambiemos defensor a ultranza del proyecto proveniente de Diputados, que para las distintas iglesias es claramente ofensivo. Dado que de penalizar y perseguir a las mujeres que abortan, el Estado pasará a perseguir al profesional o institución, aunque sea de carácter religiosa, que se niegue a realizar un aborto gratuito y obligatorio, en un país donde la mayoría lo rechaza. El sueño del informe NSSM 200 de Kissinger.
Vieja guerra: Vaticanos Vs. EEUU
La guerra entre el Vaticano y el sector económico-financiero por el tema del control familiar viene de larga data. Unos 70 años. Emergió a comienzos del siglo pasado, alrededor de 1920, cuando la ciencia médica estudió con mayor precisión el ciclo hormonal femenino, descubriendo que las mujeres no eran fértiles en todo momento.
Por ese entonces, algunos grupos feministas pioneros comenzaron a alzar su voz, reclamando decidir ellas sobre su fecundidad, y aparecieron los primeros programas de planificación familiar por parte de los Estados, que pusieron en alerta al clero.
Como respuesta, en 1930, el Papa Pío XI en la encíclica sobre “el matrimonio cristiano” manifestó la reprobación de la Iglesia Católica a toda práctica que, más allá de la “honesta continencia“, limitaran la concepción a la par que rechazó la injerencia estatal.
Luego de la Segunda Guerra mundial (1944), a pesar que la población mundial había sufrido un descenso, surgió la preocupación por la llamada “explosión demográfica” en los países capitalistas. Impulsado por Estados Unidos, con la idea central que si no se detenía el crecimiento de la población mundial, ante una demanda cada vez mayor de recursos naturales no renovables, ello acarrearía todo tipo de calamidades, que impedirían el desarrollo pleno del individuo.
El pionero de todas estas ideas a nivel plantario y casi de manera obsesiva, fue John Rockefeller III. Hermano del banquero del JP Morgan & Chase, David, y del ex-vicepresidente de Estados Unidos, Nelson Rockefeller. Nieto a su vez de John Rockefeller I. El famoso fundador de la mítica petrolera Stándar Oil –hoy Exxon-, quien junto con la SHELL Royal Dutc llegaron detentar el monopolio del petróleo en Estados Unidos y en casi todo el mundo. Lo cual lo transformó, a él y sus nietos David, Nelson, y John, en las personas más rica de toda la historia de la humanidad. Con miles de millones de dólares, centena de empresa, bancos, e inversiones repartidas por todo el globo. De allí su preocupación por la sustentabilidad demográfica mundial.
Por eso, en 1952, luego de un viaje a Japón, con el propósito de orientar la planificación familiar, John Rockefeller fundó el Consejo de la Población (Population Council) donde comenzó a promover el aborto y el uso de anticonceptivos. Ese mismo año, la Fundación Ford, sostenida con dineros de los Rockefeller, Ford, Mellón y otros magantes, comenzaron a financiar proyectos en ese sentido. Y se fundó también, la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF) que como se supo en las audiencias del Senado, financia en Argentina a varias organizaciones pro-aborto, como católicas con Derechos a Decidir, que también recibe dineros de la Fundación Ford.
Así nació lo que se conoce hoy como “neomalthusionismo”. En referencia al economista y clérigo ingles Thomas Malthus, quien en el año 1805 sostuvo que el mundo tendría un libertino crecimiento en su población, generando conflictos, hambre y enfermedades. Por lo cual había que hacer un control urgente de la natalidad mundial. Para lo cual las guerras y epidemias eran de gran utilidad.
Con John Rockefeller, que pasó a ser un obseso en el tema de la planificación familiar, los avances del “neomaltusianismo” fueron a todo trapo. Sin descanso. A punto tal que en 1967, el magnate norteamericano les hizo firmar a presidentes de 30 países del mundo, incluyendo a Lyndon Johnson de EE.UU, un texto de su autoría titulado “Declaración sobre la población de los líderes mundiales” donde expresamente se afirmaba que “otro gran problema amenaza al mundo, un problema menos visible pero no menos inmediato. Es el problema de crecimiento poblacional no planificado”.
Como contragolpe, el Vaticano acusó recibo de las ideas globales del poderoso magnate estadunidense, y al año siguiente en 1968, respondió mediante la carta encíclica papal “Humanae Vitae”, recordada hasta el día de hoy. Donde el Sumo Pontífice a cargo del Pablo VI no sólo se rechazó expresamente el aborto, sino el uso de pastillas anticonceptivas y de preservativos. Todo lo contrario a lo que proponía el petrolero John Rockefeller III.
“En conformidad con estos principios fundamentales de la visión humana y cristiana del matrimonio, debemos una vez más declarar que hay que excluir absolutamente, como vía lícita para la regulación de los nacimientos, la interrupción directa del proceso generador ya iniciado, y sobre todo el aborto directamente querido y procurado, aunque sea por razones terapéuticas” estableció Pablo VI en el punto 14 de su carta encíclica, titulado “Vías licitas para la regulación de los nacimientos”:
En contraposición con la fe, ese mismo año, en consonancia con las ideas de Rockefeller, el biólogo Paul Ehrlich publicó su famoso libro «La Bomba demográfica” donde alertaba de una “ruptura total de la capacidad del planeta para sostener a la humanidad”. Debido el imparable crecimiento demográfico, pronosticando una serie de catástrofes que nunca ocurrieron, como la desaparición de China e Inglaterra. Y mencionado la posibilidad del aborto como una herramienta eficaz para reducir la población mundial.
Rockefeller Vs. el Vaticano
Al año siguiente, en 1969, con el apoyo económico de la Familia Rockefeller, Richard Nixon, proveniente de una familia de cuáqueros, ganó la presidencia de Estado Unidos. Y ni bien asumió, en 1970, creó la “Commission on Population Growth and the American Future” -Comisión sobre el crecimiento de la población y el futuro estadounidense- poniendo al frente de la misma a John Rockefeller III.
Ese mismo año, su hermano Nelson Rockefeller, gobernador de New York, aprobó la primera Ley despenalizando el aborto en esa ciudad. Lo cual despertó la furia de los sectores católicos y conservadores de EE.UU. Quienes mediante otra ley la revocaron, pero Nelson Rockefeller la mochó haciendo valer su derecho al veto.
Así, en 1972, luego de dos años de arduo laburo, la Comisión Rockefeller le presentó al presidente Nixon un informe, donde se sentaron las bases de la estrategia anti reproductiva a nivel planetario. Entre los cuales, como primera medida, estaban la esterilización voluntaria, los dispositivos contraceptivos, y despenalización del aborto que ya había legalizado su hermano en New York. “Con la advertencia de que el aborto no debe considerarse un medio principal de control de la fertilidad, la Comisión recomienda que las actuales leyes estatales que restringen el aborto se liberalicen de acuerdo con el estatuto de Nueva York, y el aborto debe realizarse a petición por médicos debidamente licenciados bajo condiciones médicas seguras” concluyó ese polémico informe.
A nivel interno, el propósito de la Comisión Rockefeller era reducir de 3 a 2 los hijos promedios que tenía cada estadounidense, para de esa manera bajar la población de Estados Unidos para el 2015 de 400 a 300 millones. Cosa que efectivamente pudo cumplir aceptablemente. Aun así, este informe levantó la bronca de los sectores conservadores de EEUU. Y fue rechazado de plano por Nixon, de estrecha relación con los sectores religiosos. Quedando John Rockefeller III enredado sólo en un debate público sobre el aborto.
“Nuestra exuberancia fue efímera. Luego, el presidente Richard Nixon inmediatamente ignoró nuestro informe final. Las razones eran obvias: el temor a los ataques de la extrema derecha y de la Iglesia Católica Romana debido a nuestras posiciones sobre planificación familiar y aborto” explicó, tiempo después el congresista James Scheuer, miembro de la Comisión Rockefeller.
Sin embargo, al año siguiente, en 1973, sin referéndum o intervención del congreso, la Corte Suprema de Justicia, como a pedido de Rockefeller, con dos fallos sobre dos causas que luego se descubrió que habían sido fraguadas, legalizó el aborto en Estados Unidos. De esta manera, con un golpe de mano, los grandes magnates de EE.UU le propinaron un duro golpe político al Vaticano y la autoridad papal. Quien hasta el día de hoy mantiene una batalla legal contra esos fallos, los que como reacción a esta legalización espuria, han originado hasta atentados físicos contra las clínicas abortistas.
Tras cartón, en agosto de 1974, el presidente Nixon, que no quiso tomar las ideas neomalthusiana de John Rockefeller III para la planificación familiar, tuvo que renunciar por el famoso escándalo del Watergate. Lo reemplazó Gerald Ford, responsable de la Fundación Ford, quién nombró a Nelson Rockefeller, que había legalizado el aborto en New York, hermano de John, como vicepresidente a cargo de las relaciones exteriores.
Guerra fría
Luego de que los dos magnates más ricos del Estados Unidos y del mundo, cuyos apellidos eran símbolo de capitalismo norteamericano, pasaran a tener el control político del país, ese mismo año el consejero de Seguridad Nacional Henry Kissinger –estratega mundial de los negocios de la familia Rockefeller- emitió el Memorando 200/74 -NSSM 200- conocido también como “Informe Kissinger”.
En el cual a partir de un análisis de los recursos mundiales disponibles, se concluye que para salvaguardar la seguridad nacional de EEUU y sus intereses internacionales, debía ponerse un freno inmediato al crecimiento de la población mundial. Para lo cual, se debía fomentar el aborto y otras formas de anticonceptivos en todo el globo. Chocando así con los sagrados postulados del Vaticano, como lo había reconocido el congresista Scheuer. Siendo aprobado por el presidente Ford en 1975.
Como respuesta, ese mismo año el Vaticano emitió un documento titulado “Declaración del Vaticano sobre el aborto” donde, entre otras cuestiones establecía: “Un cristiano nunca puede ajustarse a una ley que es en sí misma inmoral, y tal es el caso de una ley que admitiría en principio la licitud del aborto. Tampoco puede un cristiano tomar parte en una campaña de propaganda a favor de tal ley, o votar por ella. Además, no puede colaborar en su aplicación”.
Pero como en ese entonces Estados Unidos mantenía una pugna crucial con la Rusia comunista por el control del mundo, en la cual había sumado como aliado al Papa, la elite norteamericana no pudo avanzar con todo con los sacros postulados del Memorando 200/74, porque ello implicaba enfrentarse de lleno con el Vaticano.
Surgió así, luego de su aprobación por parte del presidente Ford, una tregua. Una especie de “Guerra Fría” dentro de la “Guerra Fría”. Que hizo enojar a muchos intelectuales neomalthusianos. Uno de ellos el doctor Stephen D. Mumford. Experto en fertilidad y crecimiento de la población. Desde 1984 presidente del Centro de Investigación sobre Población y Seguridad en Research Triangle Park, Carolina del Norte quien publicó el libro “LA VIDA Y LA MUERTE DEL MSSM200: Cómo la destrucción de la voluntad política condenó a una política de población de EE. UU.”. Donde defendía abiertamente la tesis dela explosión demográfica, la promoción del aborto como una forma de detenerla, a la para que atacaba fervorosamente el poder del Papa y de la Iglesia Católica acusándolos de “reaccionarios extremos”.
“El NSSM 200 se opone directamente al Vaticano en cuanto a estrategia de población, planificación familiar y aborto. Específicamente, señala que la única oposición institucional al control del crecimiento de la población es el Vaticano y la Iglesia Católica Romana. NSSM 200 reconoció que solo en países donde la planificación familiar y el aborto son ampliamente utilizados, las tasas de crecimiento de la población disminuyeron significativamente”, afirma Mumford en su informe.
“Las implicaciones de NSSM 200 son obvias: su implementación habría significado extensos esfuerzos de planificación familiar y aborto en todo el mundo. El Vaticano actuó rápidamente para bloquear la implementación de las políticas NSSM 200 ya aprobadas por el presidente Ford. El resultado fue que las nuevas y concertadas actividades gubernamentales necesarias para implementar NSSM 200 nunca se materializaron” agregó.
Guerra santa por el aborto
Este armisticio duró hasta comienzos de 1991. Año en que cayó la Unión Soviética y con ella el comunismo. Lo cual hizo fútil la alianza de los magnates neomalthusianos con Roma. Quienes a partir de allí se lanzaron de lleno para imponer las recetas rockefellianas a escala global.
Para ello, las grandes corporaciones como Rockefeller, Mellón, Ford y otros, a través de distintas fundaciones privadas e instituciones públicas como la International Planned Parenthood Federation (IPPF), Fundación Ford –espejo de la CIA-, Open Society, Fundación William y Flora Hewlett comenzaron a financiar con millones de dólares a ONG para que fomenten el uso de anticonceptivo, el aborto, y la planificación familiar en los países menos desarrollados, donde hay más resistencia al aborto. En el caso de Argentina, por ejemplo, este año las Organizaciones pro aborto recibieron unos 5 millones de dólares -30 millones de pesos- de fundaciones del Norte para sostener la “Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito”.
En paralelo, a través de sus medios de comunicación, igual que hicieron en Argentina y en Irlanda, las corporaciones desplegaron una furibunda campaña anti-clerical destapando los casos de abusos sexuales infantiles cometidos por curas pederastas de Estados Unidos, Australia habidos y por haber a mediados de siglo pasado.
El destape tenía un claro propósito: quitarle la bandera moral al Papa. Sugerencias emitidas por el profesor de sociología en la Universidad de Montreal Jean-Guy Vaillancourt, mediante un estudio de la influencia del Vaticano sobre la élite católica. Donde llegó la conclusión que si la autoridad del Papa se veía disminuida, el poder papal (la Iglesia Católica) también disminuiría. Y si alguna autoridad se deriva del poder papal y si el poder papal se ve disminuido, entonces la autoridad se debilita. Describiendo así una relación circular. Menos autoridad, menos poder, lo que significa aún menos autoridad.
A su vez, este embate contra el Vaticano tuvo la creación y financiamiento en todo el mundo de la ONG “Católicos para la Libre Elección” -Catholic for a Free Change- que se presenta ante la sociedad como una organización católica –no lo es- que apoya el aborto. Un oxímoron hecho para mostrar públicamente una aparente grieta en la Iglesia en un tema medular que no es tal.
Esta ONG fue creada en 1973 en Estados Unidos. El mismo año en que Nelson Rockefeller aprobó el aborto en New York. Está financiada por las 30 principales fundaciones de Norteamérica, como Ford, Rockefeller, William y Flora Hewlett, MacArthur, Playboy, entre otras. Su fundadora y presidenta durante 24 años fue Frances Kissling. La feminista pro-aborto más famosa del mundo. Ex directora de una clínica abortista cuyo paso por la Iglesia Católica fue solo seis meses en un convento. Y a partir de allí en el 2000, encabezó una campaña mundial para exigir la expulsión del Vaticano de la ONU. Y en el año pasado, evidenciado sus veraddes intenciones, escribió un artículo neomalthusiano titulado “Se debe repensar el tabú del control poblacional”.
En el caso de Argentina, la filial “Católicos para la Libre Elección” se llama legalmente “Asociación Civil Por el Derecho a Decidir”. Sin embargo, para causar un buen daño, sin autorización de la ONU y con quejas por parte de la Iglesia, se autodenomina “Católicas por el derecho a Decidir”. Su titular y fundadora es Marta Alanis. Ex miembro del PRT, el sandinismo, el MTP -Movimiento Todos por la Patria-, y ex ladera del guerrillero Enrique Gorriaran Merlo, y que luego del demencial copamiento del cuartel La Tablada en 1989, apareció al frente de esta ONG, financiada por los magnates Rockefeller, Ford, Soros y otros. Siendo no obstante recibida en el Congreso con mucho respeto, llegando a trabajar codo a codo con el senador Miguel Pichetto, para tratar de sacar la ley del aborto adelante, hasta último minuto, como fuera.
Por último, para encarrilar el crecimiento de la población mundial a sus necesidades, cumpliendo al pie de la letra lo establecido en el Informe Kissinger –NSSM 200-, los magnates de Estados Unidos, encabezadas por la familia Rockefeller, con su poder del dinero, se encargaron de penetrar los principales organismos e instituciones internacionales como el Banco Mundial, FMI, ONU, OMS, OCDE, etc. Para que estos exijan, a los países a los que les brindan sus servicios, la legalización del aborto y otros tipos de planificación familiar pro mercado. Tal cual lo había pergeñado John Rockefeller III, quien no pudo ver mucho de sus logros demográficos, porque murió en 1978 por un accidente de auto, por pensar quizás demasiado en el futuro.
Uno de los casos más palpable de esta cooptación es la ONU. Cuyo Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) ha adherido plenamente a la tesis de la catástrofe demográfica que se viene. Y por lo tanto ha pasado a promover abiertamente la planificación familiar a través del aborto lo cual enerva al Vaticano. Por eso, cuando estaba debatiendo el proyecto en el Congreso, y se contaban los porotos en el Senado, un grupo de Trabajo de la ONU salió públicamente a respaldarlo, enviando una carta la cancillería argentina, solicitando su legalización. De esta manera, el aborto, como lo había idealizado Rockefeller III logró extenderse por todo el globo.
Contraataque
Frente a este ataque múltiple y diverso, una Iglesia Católica sin reflejos, respondió en el 2005 cambiando su líder el Papa II, Karol Józef Wojtyła, que había fallecido y se había aliado a las corporaciones estadunidenses para luchar contra el comunismo, por Benedicto XVI, el alemán Joseph Aloisius Ratzinger. Un sacerdote ultra conservador. Anti abortista que inmediatamente se encargó de marcar la cancha diciendo que entre los católicos:
“… puede haber una legítima diversidad de opinión sobre la guerra y la aplicación de la pena de muerte, pero sin embargo, no puede haberla con relación al aborto y la eutanasia”. Y que “un católico sería culpable de cooperación formal con el mal, y por lo tanto indigno de presentarse a recibir la Sagrada Comunión, si deliberadamente votara por un candidato precisamente por su postura permisiva sobre el aborto y la eutanasia”.
Sabiendo que este discurso conservador y duro no podría contrarrestar el poder de los mega capitalistas mundiales, en el 2013, Benedicto XVI fue sustituido por el Papa Francisco. Un jesuita que se transformó en el primer Papa latinoamericano y argentino en la milenaria historia de la iglesia de Roma.
Con un discurso y una impronta nueva, pidiendo a los jóvenes “hacer lio”, al poco tiempo de asumir, Francisco se pronunció en contra de la Planificación Familiar señalando que «culpar [de la falta de recursos] al crecimiento de la población en lugar de al consumismo extremo y selectivo por parte de algunos, es una forma de no querer enfrentar los hechos.” Aunque estando al tanto del debate sobre la demografía mundial, también advirtió que “no hace falta reproducirse como conejos para ser buen católico”.
En esa línea, el 12 de enero del año pasado, invitó al Vaticano nada más y nada menos que al biólogo Paul Ehrilch autor del célebre libro “La Bomba demográfica”, promotor del aborto selectivo por sexo y la esterilización masiva, para que brinde una conferencia en la Santa Sede sobre el cambio climático. Invitación que despertó el recelo de los sectores conservadores, y que el Papa ya había realizado antes con otros académicos de posiciones contrarias al Vaticano.
Sin embargo no alcanzó. Un año y pico después, Irlanda, principal bastión del Papa, mediante una votación popular aprobó el aborto. Y dos meses después –si se aprueba mañana- lo hizo Argentina, su tierra natal, mediante una ley del Congreso, aprobada por los propios legisladores de su país. Muchos de los cuales, como la ex presidenta Cristina Kirchner, Pino Solanas y otros, tienen fotos en Roma con él. Y que ahora, gracias a su voto, lo dejaran a merced de las hienas.-
Ver también Guerra Santa por el aborto: el PAPA vs. MM (Macri & Magnetto)
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