La intriga en la Guerra de Malvinas: polémica entre el editor de Clarín y de StripteasedelPoder

En el año 2013 el editor general del CLARIN Ricardo Kirschbaum, coautor de libro “Malvinas, la trama secreta”, mantuvo una polémica vía mails con el editor de Stripteasedelpoder, Javier Llorens, autor del libro de próxima aparición, “El secreto de Costa Méndez – Conspiración para la traición en el conflicto del Atlántico Sur”. A laque ahora hacemos publica, […]

En el año 2013 el editor general del CLARIN Ricardo Kirschbaum, coautor de libro “Malvinas, la trama secreta”, mantuvo una polémica vía mails con el editor de Stripteasedelpoder, Javier Llorens, autor del libro de próxima aparición, “El secreto de Costa Méndez – Conspiración para la traición en el conflicto del Atlántico Sur”. A laque ahora hacemos publica, dada su actualidad ante las medidas anunciadas por el actual Gobierno en relación a las islas, y las riquezas petroleras que la circundan. Que han sido un factor clave no solamente en la disputa que llevó a una guerra, sino también en la solución que se pretendió dar a ella.

Por Javier Llorens

La polémica se inició con motivo de una nota en la que Kirschbaum decía tener la “certeza”de que el conflicto bélico de 1982 se podría haber evitado y resuelto diplomáticamente a favor de Argentina, sino fuera por la incompetencia de los liderazgos de ambos países, en especial del argentino. Con ese motivo le envié un mail que derivó en un largo, duro, pero respetuoso intercambio, a lo largo de ocho rounds de mails.

En él se contraponen dos visiones enteramente opuestas de esa “guerra inaudita”, al decir de un historiador. Una que por mi parte denominaría pánfila, y que para Kirschbaum es la “políticamente correcta”, que en el fondo fue la guerra de un general borracho, contra una “dama de hierro” perversa. Y la otra  que modestamente por mi parte llamaría profunda, y Kirchsbaum denomina conspiracionista, que ella fue una hábil estratagema británica para cambiar el statu quo geopolítico de la  región.

Con el objetivo de máxima, de lograr que la Junta Militar, como consecuencia del embrollo en que se había metido, aceptara de una u otra manera un referéndum referido a los deseos de los isleños, como el que se realizó en el 2013 en las islas. Con lo cual el pleito habría finiquitado hace tres décadas, y hoy no estaríamos ni hablando de él.

Los móviles principales de esa estratagema habrían sido dos. Asegurar para si el petróleo, que hoy ha aparecido ostensiblemente. Y afianzar las ambiciones del Reino Unido sobre la Antártida, a la que en el 2013 renombró como “Tierra de la Reina Isabel”. Poniendo en evidencia estas tres circunstancias, el referéndum, el petróleo, y la “isabelización” de la Antártida, la gran actualidad del tema.

Finalmente el último mail que envíe quedó sin respuesta, pero no sé si gané por el peso de los argumentos, por cansancio, o porque pegué en una zona sensible, debajo del cinturón. Al referirme al “sistema secreto y la divina manipulación de los hilosla facultad más preciada del soberano” según Sum Tzu, mediante el “uso de espías“.

Donde señalo que diversos críticos literarios de buena fe, aseguran que la primera edición del libro sobre Malvinas, del cual Kirschbaum aparece como coautor, evidencia haber sido escrito en inglés y traducido al castellano. Por lo que se podría decir que la primera versión de la historia, que se dice escriben los periodistas, en este caso sería según la versión inglesa de ella. Anomalía sugerentemente delatora, que sus autores procuraron borrar en las posteriores ediciones de ese libro.

Ver Crítica del libro Malvinas la trama secreta de Cardoso, Kirschbaum, y Van der Koy.

Quizás por eso soporto ahora una feroz censura en los foros de CLARIN, ya que como se pueden ver en las capturas de pantalla que están al final de la nota, si pongo un amable comentario que diga “Hola, solo quiero enviar un saludo al editor Ricardo Kirschbaum”, inmediatamente aparece una leyenda advirtiendo “Su comentario está en proceso de moderación”. Para segundos después desaparecer tanto el comentario como la advertencia, en una expeditiva censura cibernética, que no se compadece para nada con la libertad de expresión que declama dicho medio.

En dichos mails por mi parte, procuro exponer una visión de la guerra de Malvinas, que no es la de unos personajes elegantes y displicentes del Primer Mundo, que hacen señales ambiguas y negligentes a una banda de borrachos del Tercer Mundo, y estos las interpretan para el diablo, como es la estólida versión de Kirchsbaum. Sino que trata de estar a la altura de la habilidad británica para la diplomacia y la guerra, acreditada en mil años de historia mundial.

En la que reiteradamente han practicado el arte supremo de la inteligencia, que es la de hacerse el zonzo, hasta que llega la hora de dar el zarpazo, aunando así la astucia de la zorra, con la ferocidad del león, como recomendaba Maquiavelo. Dado que para Sum Tzu, el estratega chino venerado por los británicos, según un texto que escribió hace 2.500 años,“El arte de la guerra es el engaño”.

El quid de la cuestión

El leitmotiv subrepticio de este conflicto en todo sentido, es el petróleo. Ya que la Junta Militar liderada por el general Leopoldo Fortunato Galtieri, había rechazado por inadmisible la propuesta formulada por Inglaterra, de retroarriendo o leaseback, denominada también Hong Kong. Consistente en devolver las Malvinas después de medio siglo, dejando ínterin que los ingleses se llevaran el petróleo.

Por esa razón en 1982 la Junta ordenó ocupar militarmente las islas, como forma de “conmover la diplomacia”, Con la idea de que la disputa se iba a resolver con un canje de petróleo por soberanía. Ignorando que ingleses y norteamericanos están hartos de las intrigas petroleras que desarrollaron a lo largo y ancho de todo el mundo, y por eso quieren las dos cosas. El petróleo y la soberanía sobre él.  Y en consecuencia rehúsan rotundamente a hablar de soberanía. Y ese garrafal error de cálculo llevo a una trágica guerra, ante la cual la única salida que le dejaron a la Junta Militar el Reino Unido y el mediador estadounidense Alexander Haig, fue el reconocimiento de la autodeterminación de los isleños.

Luego el radicalismo, desconociendo enteramente las premisas ocultas del conflicto, intento torpemente con los tratados de pesca con Bulgaria, incluir la disputa en el marco de una mayor, la Este Oeste, entre EEUU y la URSS. Y lo único que consiguió es que el Reino Unido ampliara aún más la zona de exclusión, en contra de Argentina.

Después vino la defección de Menem, con los tratados de Madrid, la política de seducción, y los acuerdos de explotación de pesca e hidrocarburos. Consintiendo así que se lo llevaran, lo que habían rechazado hacer los gobiernos militares acusados de vende patrias. Lo cual no prosperó por la caída sustancial de su precio, que se registró en los `90 y desalentó las inversiones.

Tras la inopia de De la Rua, vino el kirchnerismo, que desconociendo también las premisas esenciales del conflicto, intento una solución peor que la de la Junta Militar, al pretender entregar el petróleo mediante la provincialización de Tierra del Fuego, que abarca a las Malvinas, y el fideicomiso Austral. A cambio de solo inicios de conversaciones sobre soberanía. Que igual que había hecho antes, el Reino Unido rechazo de plano, porque en manera alguna va a aceptar escindir el petróleo de la soberanía sobre él. Ocultando esta pretensión con el argumento de la autodeterminación de los isleños.

Y finalmente vino Macri con un menemismo recargado, que se vio penosamente reflejado en el comunicado conjunto del 13 de septiembre pasado, del el vice canciller Carlos Foradori y el secretario del Foreign Office Alan Duncan, tras la entrevista de este con la canciller Susana Malcorra.

En el que inusitadamente, en lugar de velar y defender el bienestar de los argentinos con sus quince millones de pobres, y contrariando la cláusula constitucional respecto la imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas -que implica también sus recursos- se expresa que “se acordó adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos”.

El Gobierno argentino a través de su ministerio de Relaciones Exteriores reveló así su preocupación por el bienestar de 1.500 isleños, que tienen un alto estándar de vida, y están custodiados en forma desafiante para Argentina, por 2.000 soldados ingleses. Cuando su mayor preocupación deberían ser los 15 millones de pobres e indigentes que existen actualmente en Argentina.

Y otra renuncia absurda a la soberanía se encuentra en el compromiso de establecer “conexiones aéreas adicionales entre las Islas Malvinas y terceros países”. Dejando como consuelo que se harán “dos escalas adicionales mensuales en territorio continental argentino, una en cada dirección”. Como si este fuera un mero territorio de paso, que nada tiene que ver con las islas.

En este conflicto que ha costado millares de víctimas, con sus secuelas de pos guerra, y de laceraciones y decepciones por parte de millones de argentinos, lo más obsceno de ese comunicado radica en que fue consentido, para tratar de evitar que el Reino Unido ejerza su derecho a veto en la candidatura de Susana Malcorra como secretaria general de la ONU, en la que demostró estar empeñada a toda costa.

Lo cual no obstante no resultó suficiente para congraciarse con el adversario inglés, demostrando esto implícitamente la enorme importancia que le da a la cuestión de Malvinas. Parafraseando a la inversa a Enrique IV, que dijo “Paris bien vale una misa”, Macri y Malcorra absurdamente parecen haber dicho, “una misa en la ONU bien vale las Malvinas y su petróleo”.

Por contrario, el camino para recuperar tanto las islas como la amistad con quienes la habitan, pasa por revelar la verdad respecto la intriga anglo estadounidense que urdió ese inaudito conflicto bélico, con miras a cambiar definitivamente el statu quo en la región. De la que existen pruebas notables, que seguramente se verán confirmadas en los archivos secretos en relación a Malvinas, que el Reino Unido selló por noventa años, inmediatamente después de la guerra de 1982.

La polémica entre Kirschbaum y Llorens

De: Javier Llorens [mailto:javierllorens@arnet.com.ar]
Enviado: Thursday, January 03, 2013 09:20 PM Argentina Standard Time
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
CC: Bleta, Atilio; Gosman, Eleonora; Santoro, Daniel; Bermúdez, Ismael; Blanck, Julio; Pepe, Osvaldo; Roa, Ricardo; Niebieskikwiat, Natasha; Cantelmi, Marcelo; Nobo
Asunto: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas  

Sr secretario general de CLARIN Ricardo Kirchsbaum: leí la nota que lleva su firma referida a la guerra de Malvinas con título “Mas huellas de una certeza: las islas estuvieron cerca de ser argentinas(29/12/12) basada en la reciente publicación por parte del Reino Unido de algunos documentos clasificados respecto dicha guerra. Pese que hay otros que permanecerán sellados por 60 años más, como si esa guerra encerrara misterios, que en manera alguna deben ser conocidos por la opinión pública. Al leer su contenido engañoso, me preguntaba cómo podía definirse con una sola palabra la secular impronta periodística del diario que Ud dirige. Que ha producido que amplios sectores de la opinión pública adhirieran al embate del actual gobierno contra el grupo CLARIN, sin ser muy conscientes porqué.

Clarín y la “desinformatzia”

Y la palabra que vino a mi mente con motivo de esa nota (y tantas otras de su diario) es “desinformatzia”. Palabra de origen ruso, creada por la revolución bolchevique para resistir los embates de toda índole que soportaba desde el exterior. Que en Occidente tiene como sinónimos “intoxicación”, “injerencia”, “engaño” o “timo”. Según algunos diccionarios ella expresa el “conjunto de técnicas utilizadas para manipular la información conservando su verosimilitud, con el fin de influenciar sobre la opinión pública y las reacciones de las gentes”. Y es obvio que el principal agente de ella son los grandes medios de comunicación.

No otra cosa se puede decir de su nota, en la que a contrapelo de los datos que Ud. mismo esgrime en ella, insiste en sostener la “certeza” de que el conflicto bélico de Malvinas de 1982 podría haber tenido una resolución diplomática a favor de Argentina, sino fuera por la incompetencia de los liderazgos de ambos países. Y en especial del argentino. Tesis que se ve refrendada con la estólida nota de Federico Storani que acompaña la suya, con el poco periodístico título “Una síntesis de los mezquinos objetivos de dos perversos”.

La guerra de dos pelados por un peine

En ella Storani, con un prosa propia de un cuento infantil, achaca la culpa de la guerra a dos demonios: Thatcher y Galtieri. Y soslaya enteramente los enormes intereses que estaban en juego, que hoy se manifiestan con la explotación de las reservas de hidrocarburos en la zona en disputa. Y con la reciente denominación de “Tierra de la Reina Isabel”, al territorio antártico que reclaman Argentina y Chile. Al leerla uno se pregunta cómo este buen señor no solo llegó a diputado de la Nación, sino que además presidió la comisión de Relaciones Exteriores en dicha Cámara, dando así una clara muestra de la debacle intelectual de Argentina.

Esta teoría de los dos demonios, es boba, pero nada cándida, porque en el fondo adhiere a la visión pánfila del escritor Jorge Luis Borges, que calificó a la guerra de Malvinas como una absurda pelea de dos pelados por un peine. Y en consecuencia con que los pelados reflexionen un poco, bien pueden amistarse de nuevo. Aunque uno de los pelados este ahora tratando de peinar el petróleo que hay en torno de Malvinas, a la par de aprovechar su proyección antártica.

La maldita palabra “deseos”

Cualquier conocedor del conflicto, Ud. entre ellos como autor de un libro al respecto, y conforme lo insinúa en su nota, sabe muy bien que el escollo insalvable que tuvieron las negociaciones diplomáticas previas a la guerra de 1982, y durante el transcurso de esta, fue la palabra “deseos”. Cuya articulación le había sido negada al Reino Unido en las reiteradas resoluciones de la ONU, que ordenan tener en cuenta solo los “intereses”, no los “deseos” de los kelpers.

En consecuencia el factor determinante que impidió evitar la guerra de 1982, fue el empeño tenaz puesto por el Reino Unido, con el apoyo de EEUU, de reimponer el término “deseos” con distintas variantes y disimulos, en reemplazo de “intereses”. Pese los enormes esfuerzos avenitivos que hicieron las cúpulas de las tres fuerzas armadas integrantes de la Junta Militar; que lo menos que querían hacer, era la guerra contra las potencias a quién consideraban aliadas estratégicas en la Guerra Fría. Y también en la “guerra sucia”, que habían practicado en nombre de los ideales “occidentales y cristianos”, mediante conculcar salvajemente los ideales “occidentales y cristianos”.

El hundimiento del Belgrano versión inglesa

Pero además tanto Ud. como Storani sostienen en sus notas la versión de origen inglés, que el crimen de guerra del crucero Gral. Belgrano fue efectuado por la Thatcher, a los efectos de hacer caer las negociaciones cursadas a través del presidente peruano Belaunde Terry, cuyas condiciones supuestamente ya habían sido aceptadas por el liderazgo argentino. Y así la Thatcher supuestamente pudo hacer su guerra personal. Curiosamente esta inusitada hipótesis fue echada a rodar por el ex presidente de la petrolera inglesa Shell, Desmond Rice, de larga actuación en Argentina, en su libro “Hundan al Belgrano”.

No obstante, todas las evidencias señalan exactamente lo contrario. Apuntando que ese crimen de guerra innecesario y desproporcionado, tuvo en realidad por objeto impactar directamente en la mente de los integrantes de la Junta Militar. A los efectos que aceptaran el ultimátum cursado a través de Belaunde Terry por el mediador y secretario de Estado Alexander Haig, junto con el canciller inglés Pym; adonde habían cambiado la maldita palabra “deseos” de los isleños, por su sinónimo “puntos de vista” de estos. Acorde con lo expresado por Haig en los documentos que han aparecido, de que a los integrantes de la Junta Militar había “que asustarlos pero no enojarlos”.

El crimen de guerra como variante del terrorismo de Estado

El ataque al Belgrano sería así una variante del terrorismo de Estado, acorde con las teorías bélicas que dicen que las guerras tienen en realidad por objeto, golpear las mentes de quienes las lideran en el campo adversario, para forzarlos a su rendición. Explícita o implícita, como habría sido el caso si la Junta Militar aceptaba tener en cuenta los “deseos de los isleños”, que era el objetivo perentorio e irrenunciable “deseado” por el gobierno inglés de entonces.

Pero masacrar 323 marinos innecesariamente, para imponer la autodeterminación de 1.600 habitantes en una isla remota del Atlántico Sur, suena algo descabellado. Máxime si detrás se mueven intereses petroleros, como los representados por el seudo historiador Rice. Imposible de sostener ante un tribunal internacional, y menos aún ante la opinión pública mundial. Por esa razón, para que la idea fuerza inglesa de la autodeterminación, no quedara definitivamente manchada con la sangre de los 323 marinos argentinos, el Reino Unido recurrió a la “desinformatzia” de procurar que no se conectaran de manera alguna ambos eventos.

E incluso, con la intervención del petrolero y seudo historiador Rice, precavidamente dieron vuelta a la interpretación lógica de esos hechos. Llegando al extremo de sostener absurdamente, como Ud. y Storani hacen, que ese crimen de guerra no fue para imponer los deseos de los isleños, sino para imponer una guerra absurda. Y acá nuevamente nos encontramos con una postura que parece boba, pero no es para nada cándida. Porque casualmente ella preserva el argumento estratégico del Reino Unido para retener las Malvinas y explotar su petróleo, centrado exclusivamente en el derecho a la autodeterminación de los 1.600 isleños oriundos de allí.

La inquietante hipótesis que revierte toda la cuestión

Claro está que esa férrea e implacable decisión por parte del RU, de explotar a fondo la oportunidad del inoportuno desembarco argentino en Malvinas, a los efectos de dar vuelta la derrota diplomática en la ONU, llegando incluso al hecho despiadado del Gral. Belgrano, lleva necesariamente a cualquier mente inquieta a plantear una reinterpretación total de los acontecimientos. Como en las novelas de crimen y misterio inglesas, donde sobre el final se revela que el mayordomo extranjero, que era el principal sospechoso, en realidad era inocente; y el autor del horrible crimen era el noble y elegante dueño de la aristocrática mansión en donde este se perpetró.

Esa inclaudicable determinación del Reino Unido, de imponer a toda costa los deseos de los isleños en sustitución de sus intereses, abre el grave e inquietante interrogante, si el Reino Unido no habría inducido de alguna manera a los integrantes de la Junta Militar a ocupar militarmente las islas; para así poner en re discusión esa cuestión esencial para poder retener las islas, que le había sido negada por la ONU. Acorde con la definición de que la guerra o la amenaza de hacerla, es la continuación de la diplomacia por otros medios. Pero en el mundo moderno la amenaza de hacerla, o hacerla, solo es legal cuando se ejerce en legítima defensa. Y para eso  era indispensable como paso previo, que los militares argentinos desembarcaran en las islas.

Curiosamente su mismo diario se encargó de insinuar esta inquietante hipótesis en la nota del día siguiente de su corresponsal en Londres, María Laura Avignolo, “Como una mujer engañó a la Junta con el apoyo de EE.UU. en la guerra” (30/12/12). En ella afirma que el embajador inglés en EEUU, Nicholas Henderson (que como buen inglés parece ser un zorro sembrando pistas falsas) tenía la sospecha de que EEUU había alentado a la Junta Militar argentina a ocupar las islas. A través de dos de sus altos funcionarios; la embajadora ante la ONU Jeane Kirkpatrick, y el subsecretario de Estado para asuntos Latinoamericanos, Thomas Enders.

La consultora estratégica Kissinger Associates Inc en el centro de la trama

Basaba sus sospechas en que casualmente Enders había visitado Buenos Aires en Marzo de 1982, dos semanas antes de la ocupación argentina. Oportunidad en la que habría hecho el famoso guiño del “hands off”, que dio a entender a Galtierí que EEUU consentiría con la recuperación de las islas. En trueque por los servicios prestados por el Ejército argentino en la guerra sucia que EE.UU. practicaba en Centro América.

Si su diario se hubiese animado a profundizar esa información, se habría encontrado con unos datos elocuentes, públicos, y notorios, que no se le puede escapar a ningún buen periodista. Consistente en que Enders junto con Haig, eran socios en la “consultora estratégica” Kissinger Associates Inc, cuya cabeza era nada menos que el ex secretario de Estado Henry Kissinger.

Quién casualmente también había visitado a Argentina a fines de 1981, a la par que se producía la caída del Gral. Viola, y el encumbramiento del Gral. Galtieri. Durante la cual mantuvo sugestivas y discretas entrevistas con quienes iban a ser designados ministros poco después, Roberto Alemann y Nicanor Costa Méndez, como si Kissinger contara con información clarividente al respecto.

En especial respecto Costa Méndez, que fue señalado en el informe Rattembach como el principal responsable de las erróneas decisiones bélico diplomáticas que tomó poco después la Junta Militar. En el que también se señalan los intereses petroleros que contaminaban a nuestro “canciller de hierro” como presidente de la CGC (Compañía General de Combustibles) vinculada con la Shell inglesa; e involucrada en al affaire de la “nafta adulterada” que se desarrolló en forma paralela al conflicto de Malvinas.

Con la excusa de preparar sus memorias y brindar una explicación de su actuación ante la comisión Rattembach, al abandonar el cargo Costa Méndez se llevo toda la documentación que se había generado durante su gestión en relación a las Malvinas. La que nunca más apareció, borrando así prolijamente todos los pormenores de su gestión, igual que el criminal que borra sus rastros en la escena del crimen.

El canciller Carrington, el “tercer hombre” de la consultora Kissinger

La elocuencia de esos datos están lejos de acabar allí. Ya que el tercer socio conspicuo de esa “consultora estratégica”, era nada menos que el canciller Lord Carrington, ex secretario de Energía del Reino Unido, y ex ejecutivo de la Shell – Royal Ducth. Quién renunció inmediatamente después de la ocupación argentina de las islas, por supuestamente no haberla previsto.

Pero no obstante poco después fue distinguido con las máximas condecoraciones del Reino Unido, por los altos servicios prestados al reino. Por esa razón no es gratuito el calificativo de “tercer hombre”, que alude a la clásica película de misterio y espionaje basada en un libro del inglés Grahan Greene, donde el personaje central, no es ni hace, lo que parece ser y hacer.

Entre esos servicios de hacer o no hacer, parece destacarse esa fatal imprevisión de Carrington. Que no obstante le permitió al Reino Unido cambiar el statu quo de la región, al instalar en ella la Fortaleza Malvinas. Y pasar a esgrimir decididamente el supuesto derecho a la autodeterminación de los isleños, que había comenzado a insinuar tímidamente a mediados de la década de los ´70, pese a las resoluciones adversas de la ONU. A la par que ponía en explotación los yacimientos petrolíferos del Mar del Norte, mediante efectuar la inversión industrial más grande en su historia, lo que posibilitó al Reino Unido detener su debacle como nación. Y simultáneamente que en círculos especializados se comentaba que en Malvinas podían existir reservas de petróleo nueve veces superiores a las del Mar del  Norte.

Otro tanto sucedió con el embajador inglés en Argentina Anthony Williams, que tampoco se percató de la inminencia de una ocupación militar de las islas por parte de Argentina. Y no obstante poco después fue honrado con el título de Sir, por los altos servicios prestados ¿o no prestados? a su país. Pese que desde meses atrás el diario La Prensa de Buenos Aires venía instando públicamente a dicha recuperación, a través de las columnas del periodista español Iglesias Rouco. A la par que el diario La Nación nos desayunaba el 2 de abril, que a fines de febrero ya habían desembarcado en Argentina periodistas ingleses, para cubrir esa “histórica” recuperación.

También fueron distinguidos posteriormente con títulos nobiliarios y/o condecoraciones por los altos servicios prestados al Reino Unido, Richard Luce, el secretario del Foreing Office responsable del área Malvinas, que renunció junto con Carrington por no haber previsto la ocupación argentina. Francis Pym, que sucedió a Carrington en la cancillería; y el socio de este, Henry Kissinger, que fue nombrado caballero del Reino Unido, pese su origen alemán y su nacionalidad estadounidense.  Y por su parte el matrimonio de modestos orígenes de los Thatcher, pasaron a ser el barón y la baronesa Thatcher, por los notables servicios que ambos prestaron al imperio.

Las engañosas señales provenientes de Londres

Como si esa trama conspirativa no fuera suficiente para que Shakespeare escribiera una tragedia, a ella se suman las falsas creencias que trajeron desde Londres, el entonces comandante en Jefe de la Armada e integrante de la Junta Militar, Jorge Anaya. Y su segundo, el jefe de Inteligencia de la Armada y Comandante de la Flota de Mar, Walter Allara.

Ambos se habían desempeñado como agregados navales en Londres, y habían admirado el desarrollo de la explotación hidrocarburífera en el Mar del Norte. Y vuelto con el convencimiento de que el Reino Unido no reaccionaría militarmente, si Argentina recuperaba por ese medio las islas. Ya que solo le interesaba el petróleo, no la soberanía sobre ellas. Y en consecuencia todo se podía arreglar con un módico canje, de entrega de la explotación del petróleo, a cambio del reconocimiento de la soberanía a favor de Argentina. Por eso junto con los preparativos militares para ocupar las islas, comenzó a circular públicamente una nueva ley de hidrocarburos que implícitamente posibilitaba ese canje, de la que dio cuenta su diario por aquellos días.

La creencia en este posible canje de petróleo por soberanía, se vio oportunamente reforzada por el salvaje desguace de la flota de Su Majestad, que anunció el ministro de Defensa inglés John Nott en 1981, que preveía incluso el retiro del rompehielos Endurance de las islas Malvinas. Lo cual fue discutido y confirmado públicamente en el Parlamento inglés a principios de 1982. Al mismo tiempo que como en una deliberada comedia de enredos, en Argentina se comenzaba a desarrollar la planificación militar para recuperar las islas, alentada por esa señal proveniente de Londres.

Ese plan de desguace nunca se llevó a cabo, y además seguidamente su autor Nott paso a ser Sir John Nott, Caballero Comandante de la Orden del Baño. Y acá de nuevo aparece la explicación boba pero no cándida, de que dicho plan se dejó de lado con motivo de la agresión argentina. Deslizando incluso algunos analistas la hipótesis de que marinos británicos habrían inducido a los marinos argentinos encabezados por Anaya a invadir las islas, a los efectos de tener un argumento para impedir ese desguace.

Como si el Reino Unido no fuera una potencia nuclear experta en disuasión estratégica, que cuenta con una diplomacia con mil años de historia, considerada la mejor del mundo. Y se tratara de una república bananera parecida a la Argentina, donde cada fuerza armada o corporación explota su quintita, sin consideración alguna por la de los otros.

El incidente de las Georgias, el “Sarajevo del Atlántico Sur”

Al plan militar argentino de recuperación de las islas, hubo que anticiparlo y ejecutarlo en forma absolutamente precipitada, con motivo del incidente de los chatarreros en las islas Georgias. Generado por el intransigente rechazo por parte del Reino Unido, a aceptar las “tarjetas blancas” que les había entregado la cancillería, validas para viajar a las Malvinas, que les fueron entregadas por orden del canciller Costa Méndez en reemplazo de los pasaportes. Por ello el informe Rattembach denominó a dicho incidente el “Sarajevo del Atlántico Sur”, aludiendo a los acontecimientos en dicha ciudad balcánica que dieron origen a la Primera Guerra Mundial.

Frente al cual, profundizando la comedia de enredos, el Reino Unido hizo correr el trascendido del envió de submarinos nucleares y otras fuerzas a Malvinas. Lo cual puso a la Junta Militar ante el dilema de abandonar definitivamente sus planes de recuperación, o adelantarlos  apresuradamente.

Se generó así una sofisticada situación, propia de la inteligencia moderna, en que primero se predispone al adversario con miras a que tome una decisión. Y luego se crea una situación, para que esa decisión se acometa y se haga irreversible, y se la lleve a cabo improvisadamente en las peores circunstancias. Concretándose en el caso de Malvinas en una oportunidad, que como lo expresó el informe Rattembach, favoreció fundamentalmente al enemigo inglés.

Este rol de “agent provocateur” lo desempeñó el contrato firmado por el chatarrero Davidoff con una firma de Edimburgo en 1979. Y cuya ejecución en el terreno, nuevamente como una deliberada comedia de enredos, se puso en marcha junto con los planes militares para recuperar las islas en 1982.

La “desinformatzia” en la guerra de Malvinas

En consecuencia diversos analistas sostienen que el Reino Unido no recibió sorpresa estratégica alguna, por la recuperación de las islas Malvinas por parte de Argentina el 2 de abril de 1982. Sino que por contrario, los grandes sorprendidos fueron los integrantes de la Junta Militar, ante la veloz reacción militar y diplomática inglesa. Con el inmediato envío de la Task Force, que parecía estar a la espera de la ocupación argentina. Y con la resolución 502 que condenó a Argentina como país agresor, legitimando así dicha reacción militar, a la que los integrantes de la Junta Militar habían descartado totalmente.

De esa manera, tras la tardía llamada del presidente Reagan a Galtieri, pidiéndole que desistiera de la ocupación, cuando la operación ya era irreversible por haberse establecido el silencio de radio previo a ella, comenzó desintegrarse el “cuadro de situación absolutamente falso” que llevó a la Junta Militar a recuperar las islas. En cuya creación no fueron ajenos los dos grandes diarios argentinos, Clarín y La Nación, ayudados por su agencia DYN, que casualmente habían puesto en funcionamiento pocos días antes.

Los cuales el 2 de abril y subsiguientes, se encargaron de euforizar a la opinión pública interna por el logro de la recuperación. Obligando así a la Junta Militar a cambiar su plan militar inicial de “ocupar para negociar”, dejando para ello una mínima guarnición en las islas; por el de “reforzar para defender y obligar a negociar”. Transformando así el plan original en una “aventura militar”, tal como lo señaló el informe Rattembach.

Es lamentable que entonces su diario Clarín no haya ejercido su sentido crítico, y su función de contrapoder que ahora se arroja; para impedir, o al menos hacer razonar respecto esa aventura militar. Y por contrario lo que hizo objetivamente, fue instarla para que se concretara.

La inesperada sorpresa estratégica en el curso de la guerra

En consecuencia los integrantes de la Junta Militar se vieron obligados a improvisar planes de defensa de las islas, que nunca habían estado dentro de sus cálculos de probabilidades. De esa manera la sorpresa táctica o estratégica que entorpeció duramente los planes de recuperación ingleses, no la dio el desembarco argentino en las islas, sino la aviación argentina que intentó impedir el desembarco inglés en las islas, jugándose al límite de sus posibilidades, con gran sacrificio de vidas y máquinas. Gesta que es más reconocida en el mundo entero que en Argentina, por la acción de los grandes medios que como Clarín, la silenciaron obstinadamente.

Y en esa gesta, nuevamente brilló la previsora astucia británica, cuya industria bélica nos proveyó de artilugios de dudosa calibración. Que en vez de funcionar como bombas, lo hacían como cascotes lanzados desde catapultas, propios de guerras medievales. Lo mismo pasó con los modernos torpedos filoguiados que iban para cualquier lado, porque sus hilos se cortaban. Los cuales sugestivamente fueron desechados por el capitán del submarino atómico Conqueror para hundir al Belgrano, por su baja fiabilidad.

Según algunos analistas, si esos artilugios hubiesen funcionado como debían, podrían haber cambiado el curso de la guerra, u obligado a una salida diplomática que no estaba dentro de las previsiones del Reino Unido. Pero a muy pocos países se le ocurre hacer la guerra, fiándose de las armas provistas por el enemigo.

La mediación de Haig, el socio de Enders, Carrington, y Kissinger

La desintegración de los planes originales llevó también a la Junta Militar a arrojarse a los brazos de la mediación de Haig, el socio de Kissinger, Carrington, y Enders, como única tabla de salvación. Quién a ultranza de una u otra manera, exigió el reconocimiento de los deseos de los isleños, para ponerle un THE END definitivo al conflicto a favor del Reino Unido. En su total extravío, debe reconocerse que los integrantes de la Junta Militar tuvieron la entereza de no reconocer esos “deseos”, a costa de su fracaso personal y profesional; cuando hoy hay varios políticos, comunicadores sociales, y fuerzas vivas, estarían deseosos de hacerlo.

Se impuso así nuevamente el aserto del estratega chino Sun Tzu, que hace 2.500 años dijo que la guerra es el arte del engaño. O en términos modernos, el arte de la “desinformatzia”. La misma que usted y su diario practican a diario respecto temas cruciales de los argentinos. Entre ellos el conflicto de Malvinas, con una permanente cobertura pedestre y ramplona del mismo, sin dar lugar a otras visiones alternativas más profundas e inquisitivas.

Con el agravante de que una sustancial parte del paquete accionario del grupo Clarín ha sido colocado en Londres, lo que lamentablemente abre la sospecha de un quid pro quo, o sea “algo a cambio de algo”. O peor aún, de que el principal diario argentino este editorialmente controlado desde Londres, en cuyo caso sería un poderoso quintacolumnista, y en este caso con un doble sentido, al alcanzar nada menos que a las columnas editoriales.

Y en su caso personal, Sr. secretario de Redacción, esto no es una ninguna novedad, ya que es la misma “desinfortmatzia” que practicó en su libro “Malvinas, la trama secreta”, de coautoría con Eduardo Van der Koy y Oscar Cardoso. Con el cual hace treinta años, inmediatamente después del conflicto bélico de 1982, descargaron una feroz avalancha de mugre carente de matices, en contra de la postura argentina, dando origen a la campaña de desinformatzia y desmalvinización que hasta hoy se puede ver en su diario. Cuya primera edición en 1983, suscitó la observación por parte de algunos críticos, tanto favorables como desfavorables, que parecía sugestivamente haber sido escrito en inglés, y traducido luego al español.

Un toque de confusión ante los problemas argentinos

De tal manera, el lema que acompaña al logo del grupo CLARIN “un toque de atención para la solución argentina de los problemas argentinos”, debería ser sustituido por el de “un toque de confusión para la solución no argentina de los problemas argentinos”. Y no solamente el de Malvinas, dado que lo mismo puede decirse con solo recorrer las anteriores ediciones de su diario, respecto otros graves problemas que afligieron al país.

Como la guerra sucia, el conato de guerra con Chile, la cuestión minera, energética, y financiera, la deuda externa, la convertibilidad, las privatizaciones, la desindustrialización, la corrupción, etc. En los que no solo fue cómplice, sino incluso beneficiario en algunos de esos asuntos que tanto daño hicieron al país. Como por ejemplo, los casos de Papel Prensa, la privatización de los canales radiotelevisivos, o el traspaso de la tenencia de acciones de CLARIN que detentaba Goldmand Sachs a las AFJP, fraudulentamente sobrevaluadas en directo perjuicio de los fondos jubilatorios.

Solo recientemente, con motivo de la pelea a matar o morir entablada con el kirchnerismo, ha dejado de lado esa patina de confusión en relación a algunos temas, como es el de la corrupción del gobierno. Luego del largo connubio que mantuvo con este, que le permitió ganar las elecciones del 2003 hasta el 2007. A cambio de sucesivos favores gubernamentales, como la ley de protección de industrias culturales en el 2003; la prórroga de las licencias de radiotelevisión, y la fraudulenta emisión accionaria que absorbieron las AFJP en el 2005; la fusión de Multicanal y Cablevisión en el 2007, etc.

Durante todo ese periplo el grupo CLARIN ignoró enteramente su función de contrapoder, al que ahora trata de levantar como emblema poco creíble a la luz de la historia reciente. Como si recién descubriera la pólvora, aunque la sigue usando como si estuviera mojada en relación a determinados asuntos críticos.

Clarín, el azote de Dios, y el nuevo “relato”

Ante esta “desinformatzia” inveterada practicada por el grupo CLARIN, el kirchnerismo parece ser el Atila moderno, o azote de Dios. O sea el instrumento destinado a castigarlo con su disolución, conforme parece avizorase con la ley de medios, y los fallos de la justicia referidos a ella. Aunque es claro que no lo hace para erradicar la desinformatzia en Argentina, sino solo para instalar la suya. Para cambiar la “desinformatzia” Kirsch-baum, por la Kirch-ners, que en el imaginario de estos se llama “el relato”.

El que seguramente también impedirá que se discuta una visión alternativa respecto Malvinas como la que expongo, dado que está tratando de hacer el mismo canje espurio que intentó la Junta Militar, solo que en un nivel aún más rebajado. En vez de trocar petróleo por soberanía, solo pretende ahora trocar petróleo por conversaciones sobre soberanía. Habiendo acomodado la legislación a ese efecto, con la fijación de los límites de la provincia de Tierra del Fuego, que abarca ahora desde el Polo Sur hasta la zona en disputa. Y la cesión a esta provincia con el fideicomiso  Austral, de las regalías petrolíferas en la zona en disputa, en forma  parecida al intento de la Junta Militar.

Y casualmente el grupo CLARIN, pese ejercer el contrapoder del que se jacta, no dijo una palabra respecto este espurio envite del gobierno con el Reino Unido, pese la existencia de documentos públicos que lo acreditan. Mostrando así que entre la “desinformatzia” Kirsch-baun y el “relato” Kirch-ner, existen zonas comunes compartidas, en las que de algunos temas no se habla para nada.

Pero la historia de la humanidad enseña que las exageraciones, ambiciones, y pugnas de los poderosos que detentan el poder constituido -que hoy vemos entre la “desinformatzia” Kirsch-baun, y el “relato” Kirch-ner- muchas veces abre paso dialécticamente a nuevos poderes a constituirse, modificándose así las estructuras enquistadas. Ojalá que sea así para el bien de Argentina en este nuevo año que recién comienza, haciendo votos para que se extingan las “desinfortmazias” y los “relatos”, y comience a brillar la verdad, aunque sea en minúsculas.

Lo saludo

Javier Llorens

3-1-13 al cumplirse 180 años de la ocupación inglesa de Malvinas


From: Kirschbaum, Ricardo Luis

Sent: Thursday, January 03, 2013 10:45 PM

To: ‘javierllorens@arnet.com.ar’

Subject: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr. Llorens, lea los documentos de ambos lados. Son tan contundentes que me eximen de otros comentarios. Saludos


De: Javier Llorens [mailto:javierllorens@arnet.com.ar]

Enviado: Thursday, January 03, 2013 11:25 PM Argentina Standard Time
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
Asunto: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr Kirschbaum, lo he hecho. En cambio Ud. parece haber leído lamentablemente solo los documentos del otro lado. Y solo los que a ellos les interesa difundir. Saludos 


El 03/01/2013 11:39 p.m., Kirschbaum, Ricardo Luis escribió:

Sr Llorenz, Le aseguro que no. Las islas estuvieron mas cerca que nunca. Y lo dicen los documentos. No deje que el relato de la historia tergiverse los hechos para sostenerse. Saludos


De: Javier Llorens [mailto:javierllorens@arnet.com.ar]
Enviado: Friday, January 04, 2013 02:22 PM Argentina Standard Time
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
Asunto: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr. Kirschbaum, es patética su insistencia de tapar el sol con un dedo. El fresco testimonio del canciller Costa Méndez, una figura central en las negociaciones, y que según el informe Rattembach tuvo una más que dudosa actuación durante el conflicto, lo dice todo. En un reportaje inmediatamente después de la rendición de Puerto Argentino expresó: “las negociaciones no pueden servir para legitimar un despojo” (LA PRENSA, 25 junio 1982).  Lo que vino después es camuflaje y hojarasca, y Ud. debería cesar de esparcirla. Saludos


From: Kirschbaum, Ricardo Luis

Sent: Friday, January 04, 2013 2:28 PM

To: ‘javierllorens@arnet.com.ar’

Subject: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Llorens, Lea los documentos. De ambos lados y los americanos también. Hace 31 años que estudio el tema. Respecto a sus descalificaciones, le ruego respeto. Saludos


De: Javier Llorens [mailto:javierllorens@arnet.com.ar]
Enviado: Friday, January 04, 2013 06:24 PM Argentina Standard Time
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
Asunto: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas 

Sr Kirschbaum, le pido sinceras disculpas si considera que le he faltado el respeto. Pero también le pido que respete mínimamente a sus lectores, haciéndoles escuchar al menos las dos campanas, y no solamente la inglesa.

En la 1ra edición de su libro “Malvinas la trama secreta” da la opinión inglesa provenientes de Paul Foot, periodista del diario inglés Daily Mail (pag  229) quien “opinó que el crucero Belgrano fue hundido para impedir que se obtuvieran efectos positivos en el intento de mediación promovido por Perú… Otro testimonio el de Geoffrey Underwood autor del libro Our Falklands War, confirma la suposición de que el ataque se llevó a cabo, premeditadamente, en el momento exacto para abortar cualquier posibilidad de acercamiento diplomático” (pag 231).

Pero también cita a Costa Mendez (pag 230) que “esbozo luego de la guerra otra teoría: supuso que la decisión de torpedear al Belgrano fue adoptada para ejercer presión sobre la Junta Militar y obligarla a aceptar, sin muchos recaudos, la propuesta de  Belaunde“. Confirmando esto en su libro Ud. expresa que “Costa Méndez recordó mas tarde que durante aquella jornada especialmente trágica para los argentinos, Belaunde estuvo “excesivamente ansioso” y que en un tramo de las conversaciones le había alertado: “Mire que me han dicho que algo puede suceder…” (pag 229)

Y pese que indudablemente la opinión de Costa Méndez no solo es mas genuina, sino mucho mas autorizada que la de los periodistas ingleses, Ud. insiste en trasmitir a los multitudinarios lectores del diario CLARIN, únicamente la postura de estos últimos. Dándonos así solo la versión inglesa de la cuestión, pese conocer exhaustivamente la versión argentina a luz de su propio libro.

Y tanto su libro (pag 228) como el de Costa Méndez, “Malvinas – Esta es la historia” (pag 247 – Ed 1993) aseguran que la negociación se empastó definitivamente cuando coincidente con la masacre del Belgrano, desde Washington y Londres requirieron poner la palabra “deseos” en la frase inicialmente propuesta a través de Belaunde, que era la de “tener en cuenta los puntos de vista y los intereses de los isleños”. A la que Costa Méndez había matizado aceptando “tener en cuenta los puntos de vista concernientes a los intereses de los isleños”.

Como se ve, en contra de lo que Ud afirma, nunca las islas estuvieron cerca de ser argentinas en 1982, porque la separaba de ello el abismo semántico de la palabra “deseos”. Que ponía a los isleños como supremos árbitros de la cuestión. Cuya decisión estaba cantada, igual que el plebiscito que se anuncia que se concretará en marzo, 30 años después de haber sido exigido por Haig y Thatcher, como condición sine qua non para evitar la guerra de 1982.

Por ello Costa Méndez inmediatamente cesada la guerra declaró que las negociaciones no podían servir para “legitimar el despojo” de las islas por parte del Reino Unido, tal como lo cité.

Saludos

Javier Llorens


From: Kirschbaum, Ricardo Luis

Sent: Friday, January 04, 2013 7:03 PM

To: ‘javierllorens@arnet.com.ar’

Subject: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Y lo sostengo. Las propias evidencias muestran que las dos campanas estaban cerca. Y el acuerdo no estuvo lejos. Si las tropas se retiraban, como estaba previsto, quizá las Malvinas hubieran vuelto. Saludos


De: Javier Llorens [javierllorens@arnet.com.ar]
Enviado el: viernes, 04 de enero de 2013 08:49 p.m.
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
Asunto: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr Kirschbaum, un periodista debe distinguir entre lo probable, lo posible, lo plausible, y lo inverosímil. Atento su última respuesta le pregunto:

¿En que categoría entre ellas ubica que el referéndum que se anuncia para marzo en las islas Malvinas, de como resultado que el deseo de los isleños es ser argentinos?

Por su parte, conforme dice su diario hoy, el primer ministro inglés Cameron dijo burlonamente que “siempre y cuando decidan quedarse con el Reino Unido tienen el 100 % de mis respaldo”.

¿Esta Ud. sugiriendo así tácitamente que Argentina debería aceptar el resultado de ese referéndum como reclama Cameron, en lugar de rechazarlo?

Por otro lado es lamentable que su diario no haya incluido en esa nota la “enérgica negativa” que efectuó un vocero del Foreing Office, a la afirmación expresada en la solicitada que ayer publicó nuestra Presidenta en  Londres, asegurando que Inglaterra en 1833 expulsó a la población argentina residente en las islas.

Ello le hubiese permitido reprochar a nuestra Presidenta su total ignorancia respecto esa cuestión, dado que no hubo ninguna expulsión, ya que ella la había llevado a cabo un año antes la fragata norteamericana Lexington, que llevó a sus residentes a Montevideo.

Además le habría posibilitado esclarecer a su vasta audiencia que la complicidad anglo norteamericana evidenciada en 1982, ya tenía como antecedente la de 1833. Quien mira el pasado el futuro advierte.

Saludos

Javier Llorens


From: Kirschbaum, Ricardo Luis

Sent: Saturday, January 05, 2013 11:26 AM

To: Javier Llorens

Subject: RE: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Llorenz,

¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? El referendum forma parte de la lógica política británica que, desde 1982, va hacia la autodeterminación de los habitantes de las islas. Es un acto ilegal pero refleja, con elocuencia, lo que piensa Londres para las Malvinas. Ahora bien, en 1982 la realidad fue otra. revise los documentos, hable con los protagonistas que todavía viven (yo lo hice con muchos de ellos cuando investigué para nuestro libro que describió una historia que nunca fue desmentida ni por los documentos argentinos ni por los británicos ni por los americanos) y extraiga conclusiones. En 1964, 1973 y 1982, las islas estuvieron al alcance de nuestra mano. hacia falta decisión, inteligencia y coraje para enfrentar el vendaval de críticas que vendría. erepito: si se hubiera cumplido el plan original -desembarcar y a los cinco días dejar personal de gendarmería y abrir negociaciones dificilmente las islas hubieran seguido bajo la órbita británica. La retórica muchas veces -lo vemos a diario- sirve para maquillar la realidad pero no la reemplaza. Saludos


De: Javier Llorens [javierllorens@arnet.com.ar]
Enviado el: sábado, 05 de enero de 2013 06:54 p.m.
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
Asunto: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr Kirschbaum, una cosa tiene que ver con la otra, porque en 1982 el referéndum era la única salida pacífica que dejó abierta el Reino Unido, como forma de legalizar el despojo de las islas. Que hoy plantea con el mismo objetivo.

En ese entonces la habilidad británica consistió primero, en inocular la idea de un plan de recuperación de las islas, basado en la no reacción militar británica, y la posibilidad de negociar petróleo por soberanía. Segundo, en precipitar la ejecución de dicho plan, con el incidente de las islas Georgias. Y tercero, en mantener aferrada a la Junta Militar y las fuerzas armadas en Malvinas, haciendo abortar ese plan de “ocupar para negociar”, mediante una maniobra de pinzas.

Por un lado la veloz reacción diplomática y militar británica, con la resolución 502 y el envío de la Task Force. Y por el otro, tal como lo expresa el informe Rattembach, la euforizaron de la población argentina con ese efímero logro, en la que tuvieron gran responsabilidad los medios de comunicación liderados por Clarín, La Nación, y DYN.

Así se hizo imposible para la Junta Militar el retiro de tropas que habían programado, sin un gran costo político interno. Y se impuso la mediación de Haig, que brindó como única salida el dichoso referéndum.

Partiendo de un punto de partida equivocado se puede llegar a cualquier disparate, decía Schopenhauer. El punto de partida equivocado fue justamente el plan original de ocupar militarmente para “conmover a la diplomacia”, que Ud. parece defender. Que dependía de imponderables absurdos, como el que no hubiera ni un solo inglés herido, ni con un rasguño. Usándose así el instrumento militar a contrapelo de su rol, que no es no hacer ningún daño ni bajas, sino hacer el máximo daño y las máximas bajas.

Pero “casualmente” había un fotógrafo argentino de origen inglés, que se las ingenió para sacar de las islas el mismo día de su recuperación por Argentina, el 2 de abril, imágenes de los soldados británicos con la cara contra el piso tras su rendición. Que al ser publicadas en la tapa de los diarios ingleses al día siguiente, causaron gran conmoción en la opinión pública británica. Dando razón al aserto que dice que una imagen vale más que mil palabras.

La pobreza intelectual de los integrantes de la Junta Militar, los llevó a creer que evitando daños físicos no habría ulterioridades. Sin ponderar que hay otros factores psicosociales tanto más potentes, como son la humillación y el triunfo, que pueden ser magnificados en el imaginario colectivo por los medios de comunicación. Y paradojalmente ambos factores fueron articulados en contra de los planes de la Junta militar: la humillación externa y el triunfalismo interno.

Por otro lado me asombra su obstinación en mantener una visión rústica de los acontecimientos, sin percibir su dinámica, ni sus sutilezas muy británicas, pese la expectable situación que ocupa. Y también el desconocimiento que manifiesta respecto a algunas cuestiones puntuales, pese asegurar que hace 31 años que estudia el tema.

Como es el caso de la autodeterminación o deseos de la población, que no apareció en 1982, sino que es el principio general fijado por la ONU en la resolución 1514 de 1960 para la descolonización. Y el gran triunfo diplomático argentino en 1965 con la resolución 2065, fue haber modificado particularmente para Malvinas ese principio, al establecerse que debían tenerse en cuenta no los deseos, sino solo los intereses de los isleños, por tratarse de una población foránea implantada tras la ocupación de 1833.

Y no antes  a ese acontecimiento, en 1964 como Ud. menciona, sino en 1968, vino la oferta informal del laborista Lord Chalfont, de restituirnos las  Malvinas sin otra condición que se garantizaran los intereses de los isleños. Tras haber erradicado el año anterior a los 1.800 habitantes de la isla Diego García, que era una base de carboneo en el océano Indico, similar a la de Malvinas. Sin respeto alguno por los deseos de los chagosianos isleños oriundos de allí, que aun claman por su derecho a volver. A los efectos de instalar allí una base militar de EEUU, que hoy funciona como campo de concentración igual a Guantánamo.

La oferta por Malvinas no obstante desató una airada reacción por parte de los conservadores, encabezados en la Cámara de los Lores nada menos que por Lord Peter Carrington. Quién entonces hizo una exacerbada defensa de las islas, a las que paradojalmente luego en 1982 como canciller aparentemente las descuidó; y dejó que Argentina las recuperara, al menos momentáneamente.

Casualmente el canciller argentino de entonces era también Costa Méndez, ministro de Onganía. A quien algunos diplomáticos achacan haber desperdiciado esa gran oportunidad para recuperar Malvinas, por haber tardado una enormidad en responder.  Aunque en realidad con su morosidad solo facilitó que se organizara la oposición de los tories encabezada por Carrington, alto representantes de intereses financieros, mineros, y petroleros. Que en manera alguna habrían consentido con esa cesión.

¿Porque? Porque ya en círculos especializados se hablaba del petróleo off shore que rodeaba el Mar del Norte, que siete años después se puso en explotación, en base al novedoso Derecho del Mar. Que otorga la explotación de ese petróleo, a quien detente un mínimo punto firme de tierra, en un radio de 200 millas alrededor. Estimándose al mismo tiempo que en torno de las islas Malvinas, que tenía condiciones geológicas parecidas a la de las islas Británicas, podría existir aún mucho más petróleo.

Por esa razón a partir de allí se podría decir con palabras de Churchill, que las Malvinas o Falklands pasaron a ser un “objetivo estratégico supremo” para el Reino Unido. No siendo casual que la Convención sobre el Derecho del Mar haya sido aprobada el 30 de abril de 1982, en vísperas del comienzo de la  guerra de Malvinas.

Luego de la propuesta de Lord Chalfont, vino el shock petrolero de 1973, motivado por el embargo árabe durante la guerra árabe israelí de Yom Kipur, que decuplicó el precio del petróleo. Y permitió la puesta en explotación comercial del petróleo off shore del Mar del Norte y Alaska a partir de 1975. Existiendo autorizados analistas que dicen que ese fue el objetivo realmente buscado por el EEUU y el RU, mediante “administrar” el conflicto árabe israelí.

En ese novedoso marco petrolero, no en 1973 como Ud. menciona, sino de junio de 1974, vino la oferta informal de condominio mediante un “non paper”, del primer ministro laborista Harold Wilson, que lógicamente abarcaba el condominio del petróleo. Pero no obstante quedaba sujetó a su aprobación por parte de los isleños, poniendo así peligrosamente de nuevo a los deseos de estos como árbitros supremos, lo que para nada se condecía con el mandato de la ONU.

La propuesta informal fue retirada tras la muerte de Perón. Pero más que propuesta parece ser un globo de ensayo laborista, para matizar la cuestión álgida del deseo de los isleños. Dado que en 1973 (simultáneamente con la guerra de Yom Kipur, que hizo posible la explotación del petróleo off shore) el Reino Unido bajo el gobierno conservador de Edwart Heat, había hecho una presentación formal ante la ONU, desconociendo la resolución 2065. Al expresar que era “fundamental que se reconozca el derecho de los isleños a la libre determinación y se les permita expresar sus deseos al respecto”. Sonsonete que el Reino Unido repite hasta la fecha, diciendo que el objetivo supremo (paramount) es ese, para ocultar que en realidad es el petróleo.

No obstante en 1979, con la intervención de Martínez de Hoz y Lord Carrington como canciller, surgió una nueva propuesta alternativa, la solución Hong Kong. Consistente en un reconocimiento de soberanía a favor de Argentina, y retroarriendo a favor del Reino Unido por un plazo de 50 años. Durante el cual este se llevaría el petróleo, y a su finalización nos devolvería la soberanía.

El mismo se cayó a mediados de 1980, por la resistencia tanto de los isleños, a los que se había sobreestimulado con la autodeterminación. Como de algunos integrantes de la cúpula militar argentina, entre ellos Galtieri, que consideraban leonino quedarse sin el petróleo, y diferir el reconocimiento de soberanía. Reclamando que al menos se cambiara lo uno por lo otro, siendo esta la base del plan militar argentino por la que se decidió la recuperación de Malvinas en 1982. Creyendo que ese canje era posible, en base lo que se denominó entonces una “cesión aprobada o instada por la fuerza”.

Sin atisbar que tras la puesta en explotación del petróleo off shore y no convencional propio por parte de las potencias occidentales, su objetivo supremo es que realmente sea propio y soberano. Para cortar así definitivamente con el vínculo entre petróleo y política internacional, que ha mantenido desveladas a esas potencias durante un siglo. Con volubles e inestables resultados a lo largo y ancho del planeta, principalmente en Medio Oriente, pese el grandísimo esfuerzo diplomático, militar y de inteligencia puesto en ellas.

La no intelección de esa decisión de alta estrategia relacionada con el aseguramiento real de la soberanía energética, en este planeta convulso y de recursos naturales declinantes, fue el que llevó al fracaso al plan argentino de 1982 y sus ejecutores. Y también llevará al fracaso al degradado sucedáneo de ese plan intentado por el actual gobierno, de tratar de canjear petróleo por meras conversaciones sobre soberanía. Y ello sin tener en cuenta las pretensiones antárticas que brinda al Reino Unido la proyección de Malvinas

Esa no intelección lleva también a que altos comunicadores como Ud., no entiendan realmente lo que pasó o pasa. Y en consecuencia sostengan trivialmente que la guerra de Malvinas fue la de dos demonios, o la de dos pelados por un peine. Y que por un casi estuvimos a punto de recuperar las islas. Quienes además impiden que se abra un debate profundo e inteligente respecto la cuestión, tal como esta se lo merece y se efectúa en otros países que se precian de tales, que nada tiene que ver con la retórica que Ud. me endilga.

Le pido disculpas por la extensión de la respuesta, pero modestamente me parece que el tema lo merece.

Saludos

Javier Llorens


From: Kirschbaum, Ricardo Luis

Sent: Saturday, January 05, 2013 7:21 PM

To: Javier Llorens

Subject: RE: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Llorenz,

La confabulación lleva a Ud. a decir que Londres indujo el desembarco argentino. La hipótesis es simplemente asombrosa, salvo para aquellos que creen que la historia se mueve por gigantescas conspiraciones. No fue así. Hay pruebas irrefutables que pudo más la torpeza argentina para leer señales políticas -recuerde que en ese momento los argentinos “asesoraban” a los contras nicaragüenses sobre métodos de torturas y desapariciones- convencidos como estaban los militares sobre la supuesta “neutralidad” de Washington. Que Thatcher haya aprovechado la situación es otra cosa. Los chinos suelen decir que si el general enemigo se equivoca hay que alentarlo para que siga con las equivocaciones. La incompetencia política y diplomática de la dictadura no necesitó ni siquiera que la alentases. Hicieron todo el trabajo solos hasta que se toparon con una realidad que no esperaban ni en sueños: Galtieri se enamoró del balcón, EE.UU. no era neutral y los británicos armaron la fuerza expedicionaria para retomar el control de las Malvinas. Que haya estado allí un fotógrafo de la revista “gente” y se exhiba eso como prueba es lo mismo que decir que Chávez se contagió de cáncer porque se lo inocularon desde EE.UU. Un disparate.

Respecto del referendum, es cierto que es una consecuencia que tiende a legalizar lo que de hecho se está planteando: las islas “autónomas” pero dependientes de Londres, como otras ex colonias en el Caribe. No estamos discutiendo el final sino el comienzo y allí, en 1982, hubo oportunidades concretas que se perdieron por inhabilidad o porque el contexto político y militar desfavorecía el acuerdo. Pero los documentos que están ahora a la vista de todos dicen cosas muy contundentes. Saludos


De: Javier Llorens [mailto:javierllorens@arnet.com.ar]
Enviado: Sunday, January 06, 2013 12:50 AM Argentina Standard Time
Para: Kirschbaum, Ricardo Luis
Asunto: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas 

Sr. Kirschbaum, le pregunto porque no calificó de “hipótesis asombrosa” la nota de su corresponsal en Londres María Laura Avignolo del 30/12 pasado, titulada “Como una mujer engañó a la Junta con el apoyo de EE.UU. en la guerra”. En donde nos anoticia que nada menos que el embajador inglés en EEUU Nicholas Henderson, de descollante actuación durante la guerra de Malvinas a favor de su país, decía sospechar de una confabulación de EEUU para inducir al desembarco argentino en Malvinas.

Con solo cambiar el patronímico, se puede decir que la “confabulación asombrosa” no la denunció mi modesta persona, sino un notable embajador, su corresponsal, y su diario. Que por otra parte no es inédita, ya que el Comodoro Oscar Moro que tuvo actuación en la guerra como comandante de los Hércules que abastecieron con un puente aéreo nocturno a las islas, y luego participó en la comisión Rattembach, autor del libro “Malvinas, la guerra inaudita“, también publicó el libro “La trampa de Malvinas – Historia del conflicto del Atlántico Sur“, donde denuncia la existencia de una confabulación británica dinamizada por la Falkland Islands Committee y la Royal Navy.

Es indudable que la historia no se mueve solo por gigantescas conspiraciones. Pero que estás existen lo dicen los libros de historia que van más allá de la historia social que está tan de moda en estos tiempos. Que parece destinada a borrar de la historia a los Maquiavelos y sus acólitos, para quizás de esta manera asegurar el éxito de estos.

¿O no existe un confabulación del gobierno contra Clarín, y de este contra el gobierno, incluso en su redacción diaria de todos los días? Es tan obvio que cualquier análisis semántico del discurso de Clarín lo pondría en evidencia.

Su respuesta lo que hace es resumir la tosca y sesgada visión de su libro “Malvinas la trama secreta”, que objetivamente vino muy bien a la postura inglesa, haya o no haya habido una confabulación. Con un “relato” obvio y bobo, en el cual el zafio liderazgo argentino se come bizarramente todos los errores, amagues y falsas señales del adversario. Hechas supuestamente de buena fe y sin ninguna confabulación previa por parte de ingleses y estadounidenses. Para que al final todos esos errores, amagues y falsas señales, se reviertan enteramente a favor de quienes supuestamente inadvertidamente lo hicieron.

En ese “relato” en consecuencia habría una grave falla estadística, por Ud inadvertida Sr Kirchsbaum. Consistente en que  absolutamente todos los furcios y señales equivocas perjudican al lado argentino, y benefician al inglés. Ante lo cual la ciencia dura estadística diría que evidentemente no se trata de hechos aleatorios o estocásticos, sino deterministas o predeterminados. Que en otra disciplina se llamaría conspiración o confabulación.

En sustancia debo recalcar Sr Kirschbaum, que no me rebatió ninguno de la datos duros que le proporcioné, ni el encadenamiento artificial de los hechos que surgen de ellos, y menos aún procuró darles una explicación distinta. Solo se limitó a ordenarme que lea los documentos… de fuente inglesa o norteamericana. Algo así como recomendarme que me remita a la versión del adversario, que sería la autoridad suprema.

Por ultimo debo aclararle dos puntos que Ud menciona en su respuesta. Uno es que la misma Royal Navy se jacta de que no tuvo que armar ninguna fuerza expedicionaria, porque ella estaba lista, con tropa que venía casualmente de entrenar duramente en los fríos polares extremos de Finlandia. Y el otro es referido el fotógrafo Rafael Wollmann, que capturó las imágenes que recorrieron el mundo, con el escarnio de la rendición de las tropas inglesas.

El no pertenecía a la revista “Gente”, a la que solo dio un reportaje, sino que había ido a las islas contratado por la empresa francesa Gamma, para tomar supuestamente fotografías con fines turísticos. Casualmente justo cuando comenzó a desarrollarse el incidente de las islas Georgias. Tras tomar las imágenes de esa rendición oprobiosa, según el mismo narra, se las ingenió para colarse en uno de los aviones argentinos que venían de regreso a Buenos Aires, para de allí despachar sus fotos con la primicia a Londres.

Demasiadas, demasiadas casualidades, Sr. Kirchsbaum, diría no solo un buen periodista y un buen estadista, sino incluso un estadístico, como para no sospechar de causalidades. Máxime teniendo en cuenta el enorme patrimonio geopolítico que estaba y está en juego.

Saludos

Javier Llorens


From: Kirschbaum, Ricardo Luis

Sent: Sunday, January 06, 2013 12:18 PM

To: ‘javierllorens@arnet.com.ar’

Subject: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr Llorenz, hablo de documentos argentinos que, además, se suman a los otros. Los que mal interpretaron el contexto tienen nombre y apellido. Fueron condenados por el consejo de guerra. Respecto a nuestro libro, no hubo ningún documento que lo desmintiera. Si no le gusto, lea otro. Así es la democracia. Saludos


From: Javier Llorens

Sent: Sunday, January 06, 2013 7:51 PM

To: Kirschbaum, Ricardo Luis

Subject: Re: Clarín, la “desinformatzia”, y los misterios de la guerra de Malvinas

Sr Kirchsbaum, debo decirle que comparto y considero muy atinada su observación, de que el liderazgo argentino interpretó mal el contexto y por ello fueron condenados por el Consejo de Guerra. Y su libro solo se dedica superficialmente a ensañarse por la mala lectura que esos personajes hicieron del contexto. Sin ir más allá, e indagar si hubo alguien interesado en alterar o condicionar ese contexto, para provocar esa errónea lectura por parte de ellos.

Omisión que en casos relacionados con estrategas británicos, es una carencia fundamental, dado que su libro de cabecera es “El Arte de la Guerra” de Sum Tzu (500 ac) cuyas enseñanzas están dirigidas justamente, a alterar y amañar engañosamente los contextos, para hacer que el enemigo tome las decisiones equivocadas, y se creen las condicionas para poder triunfar sin luchar. Como hubiese sido el caso si el liderazgo argentino aceptaba tener en cuenta los deseos de los isleños.

El inglés Basil Liddell Hart, el gran teórico de la “estrategia de aproximación indirecta”, dijo que pese su antigüedad milenaria, Sum Tzu es “la esencia más concentrada de la sabiduría en la conducción de la guerra”. Por eso modestamente opino que no se puede escribir nada respecto Malvinas, sin haber leído previamente a Sum Tzu y Lidell Hart. De los que se podría decir que son el “idioma” de la guerra británico, que permite entender el texto de ellas,  cuando ellos la practican, y cuyo desconocimiento linda con el analfabetismo. Pese que distintos críticos literarios observaron que largos pasajes de la primera edición de su libro respecto Malvinas, parecían haber sido escritos en inglés y traducido al español.

Si los militares argentinos de entonces hubieran venerado a Sum Tzu como lo veneran las academias militares británicas, en lugar de hacerlo a Von Clausewitz, seguramente no habrían sido engañados por el falso contexto creado al respecto, y no les habría sucedido lo que les sucedió. Los conceptos de Sun Tzu, son principios simples de una profunda sabiduría, e incluso brutal poesía. Seguidamente efectuó algunas citas que vienen al caso:

“Todo el Arte de la Guerra se basa en el engaño. El supremo Arte de la Guerra es someter al enemigo sin luchar… Por lo tanto, cuando eres capaz de atacar, has de aparentar incapacidad; cuando las tropas se mueven, aparentar inactividad. Si estás cerca del enemigo, has de hacerle creer que está lejos; si está lejos, aparentar que se está cerca… Ofrece un señuelo para atraer el enemigo.  Finge desorden y aplástale… Si tu oponente es de temperamento colérico, trata de irritarle… Simula ser débil para que aumente su arrogancia… Atácale donde no está prevenido, aparece donde no te espera. Sacrifica algo que el enemigo pueda querer arrebatarte… En situaciones enquistadas, deberás recurrir a la estratagema. En posición desesperada, deberás combatir…”

“Si conoces a tu enemigo y te conoces a ti mismo, en todas las batallas obtendrás una victoria; si no conoces a tu enemigo, pero te conoces a ti mismo, por cada victoria obtendrás una derrota; y si no conoces a tu enemigo, ni te conoces a ti mismo, por cada batalla obtendrás una derrota”. Esto es lo que le sucedió al liderazgo militar argentino.

“Existen caminos que no deben ser seguidos, ejércitos que no deben ser atacados, ciudades que no deben ser sitiadas, posiciones que no deben ser enfrentadas, y ordenes del soberano que no deben ser obedecidas… Si el campamento del enemigo está en un lugar de fácil acceso, está ofreciendo un señuelo… Cuando se ve algunos soldados del enemigo avanzar y otros retroceder, es un engaño… Comenzar haciendo bravatas, para después asustarse ante la cantidad de enemigos, demuestra una suprema falta de inteligencia. No podemos formalizar alianzas con príncipes vecinos sin conocer sus propósitos…”

Sun Tzu dedica el último capítulo de su obra a “El uso de espias: “Cuando estas cinco clases de espías están todas trabajando, nadie puede descubrir el sistema secreto, esto se llama “la divina manipulación de los hilos”. Es la facultad más preciada del soberano… Tener <espías locales> significa emplear los servicios de los habitantes de un distrito… Tener <espías internos> significa usar los funcionarios del enemigo… deben ser buscados secretamente y comprometidos… De esta manera podrás descubrir el estado de los asuntos en el país enemigo, averiguar los planes que están siendo preparados contra uno y más aún, perturbar la armonía y crear una brecha entre el soberano y sus ministros…”

“Tener <espías convertidos> significa apoderarse de los espías del enemigo y usarlos para nuestros propios propósitos… Tener <espías condenados> significa hacer ciertas cosas abiertamente con propósitos de engañó, y permitir que las informen al enemigo… Finalmente, los <espías sobrevivientes> son los que traen noticias desde el campamento enemigo… Todas la comunicaciones con los espías deben ser llevadas “de la boca al oído”… No deben ser nunca conocidos por nadie; ni deben conocerse unos a otros. Cuando proponen algo importante, apodérate de sus personas o mantén en tu poder sus mujeres e hijos como rehenes de su fidelidad. Nunca les comuniques nada que no sea absolutamente necesario que sepan”.

“­¡Se sutil!  ­¡Se sutil!  y usa tus espías para cualquier clase de trabajo… Aunque el objetivo sea aplastar un ejército, asaltar una ciudad, o asesinar un individuo, siempre es necesario comenzar por conocer los nombres de los asistentes, ayudantes de campo, porteros y centinelas del general en jefe… Los espías son los elementos más importantes en la guerra, porque de ellos depende la capacidad de un ejército para moverse… Un ejército sin espías es como un hombre sin oídos y sin ojos”.

En ese “sistema secreto” de “divina manipulación de los hilos” de Sun Tzu, los <espías locales> mediante el empleo de “los servicios de los habitantes”, y los <espías condenados> haciendo “ciertas cosas abiertamente con propósitos de engañar e informar falsamente al enemigo”, hoy no son ya personas físicas, y además están omnipresentes. Hoy son los medios masivos de comunicación, en los cuales las palabras y las ideas tienen la misma importancia que el pan y los cañones, si son ejercidas con el objeto de influir en las opiniones, sentimientos y creencias de la población, autoridades y fuerzas armadas, para modificar o determinar su comportamiento.

Por eso aggiornando a Sun Tzu, se podría decir que el arte de la guerra moderna es la “desinformatzia”, o sea el arte de crear falsos contextos, para extraviar al adversario y llevarlo a su perdición, en la que tienen una importancia decisiva los medios masivos de comunicación.

En base estas digresiones, le puedo resumir Sr Kirchsbaum, porque me disgustó enormemente su libro referido a Malvinas. Porque con su linealidad obvia, carece de subtexto, salvo el de deshonrar la postura argentina, dejando de lado las ambiciones, pasiones, codicias, insidias, y picardías que yacen por debajo del texto y el contexto, por partes de los restantes agentes y personajes involucrados en la trama. Y esto es lo que da emoción, profundidad, y/o veracidad, a cualquier texto que se precie de tal. Pero indudablemente que esta es una modesta y democrática opinión, al margen del texto.

Saludos

Javier Llorens

La censura actual en CLARIN

malvinas-guerra

malvinas-guerra2

Como lo pudiste constatar, nuestras investigaciones, son fundadas, independientes, con datos públicos y verificables y siempre sobre el poder real. Su producción lleva días, semanas, hasta meses de trabajo. Y son abordadas con la mayor honestidad, profesionalidad y rigurosidad periodística. Si está a tu alcance, podes colaborar con este periodismo libre, de calidad, sin injerencia de empresas o gobiernos.

Colaborar

x

 

Comentar con Facebook