Trump y el malestar de una globalización engañosa a favor de los MEGA RICOS

La globalización en función del Big Bussiness, las multinacionales, y los plutócratas, produjo un doble choque en sectores mayoritarios de la población de los países industriales. Uno económico, por la caída de sus ingresos y nivel de vida, con mengua de sus derechos sociales. Y otro cultural, porque esa caída vino adornada con una exaltación […]

La globalización en función del Big Bussiness, las multinacionales, y los plutócratas, produjo un doble choque en sectores mayoritarios de la población de los países industriales. Uno económico, por la caída de sus ingresos y nivel de vida, con mengua de sus derechos sociales. Y otro cultural, porque esa caída vino adornada con una exaltación de los derechos individuales a favor de algunas minorías, carentes de costos económicos, pero que confrontan con ideas de extensas capas de la población de base religiosa tradicional.

De tal manera en Estados Unidos, se produjo no un voto que eligió al candidato Donald Trump, que supo astutamente explotar ese doble descontento, sino una sublevación contra la globalización, nada menos que en la metrópoli imperial. Trayendo así de vuelta el fantasma de los nacionalismos y la sombra de las guerras mundiales del pasado, acrecentada ahora por la existencia del poder nuclear.

Indudablemente que la globalización que comenzó hace miles de años, es el destino del mundo, pero ella no puede hacerse tortuosamente solo a favor de los megarricos, que con ella han multiplicado sus enormes fortunas, a costa del bienestar de los países industriales occidentales. La que también plantea el dilema de cual es el ámbito en que se realiza la democracia. Y además el respeto al otro, debería hacer que nadie sea minoría o mayoría, sea considerado “basura”, como calificó la candidata Hillary Clinton a quienes dieron el triunfo Trump.

Por Javier Llorens

La Tierra es un globo ubicado en los suburbios del cosmos que da vueltas como un trompo sobre sí mismo a la velocidad supersónica de 1.700 kilómetros por hora, y corre vertiginosa alrededor del Sol a 107 mil kilómetros por hora. A la par que este se desplaza a 83 mil kilómetros por hora hacia los confines del universo.

A esas velocidades extremas la existencia de vida sobre ella, pende del azar de que otro objeto celeste no se cruce en su camino, como el que habría originado la Luna e inclinado su eje, dando lugar así las estaciones del año, o el que produjo la extinción de los dinosaurios. Lo que revela la precariedad de la vida y la especie humana, que además solo es posible en un limitado rango de temperaturas de 70 grados (-25 a 45º C) cuando las diferencias en el Cosmos son de millones de grados. Lo cual es posibilitado en la Tierra por algo tan etéreo e inasible como la atmosfera.

Esto pone en evidencia también la insignificancia de quienes integran la especie humana, con una expectativa actual de vida que no llega a los cien años. Dado que la historia escrita de la humanidad a lo largo de 5.000 años, representa solo 0,3 décimas de segundo en el día de 24 hs del Cosmos. O sea la duración de un flash. Y en consecuencia la vida de un humano en el mejor de los casos, no llega a ser ni media milésima de segundo en el día del Universo. O sea un destello imperceptible para el ojo humano.

La globalización de la humanidad sobre esta pelota llamada Tierra, comenzó cuando el homo sapiens originado en Africa, se empeñó curiosamente en ver que había detrás del horizonte, y así se hizo nómade y pobló pacientemente el mundo a lo largo de milenios, y fue cambiando de color de piel y cabellos por el clima, y mutando sus lenguajes.

Al mismo tiempo que, dotado de una mente tan intrincada como el Cosmos, adquiría destrezas, culturas, y conocimientos cada vez más complejos hasta desentrañar el funcionamiento del Universo y su inmensidad. Planteándose incluso la existencia de pluriversos, simultáneos o sucesivos, a través de infinitas expansiones y contracciones del mismo, mediante el Big Bang y el Big Crunch.

Confirmando no obstante hasta ahora, que el humano se encuentra absolutamente solo en él, sin saber a ciencia cierta su destino, lo que lo llena de angustia y ansiedad. Ante lo cual durante milenios las civilizaciones desarrollaron distintas cosmogonías o cosmovisiones, llamadas muchas de ellas religiones, tratando de explicar el porqué de este misterio.

Además con su incesante accionar, la humanidad modificó la tenue atmosfera que rodea la tierra, alterando el delicado equilibrio en el que se desenvuelve la vida en el globo, aumentando así sus incertidumbres. Lo cual llevó últimamente a la revalorización de cosmogonías primitivas, afines al panteísmo, antes despreciadas por bárbaras, por su sagrado respeto a la naturaleza y la vida.

Posteriormente el desarrollo de las comunicaciones originó otras olas globalizadoras forzadas, de hombres, con el tráfico de esclavos, y de mercancías, impulsadas por el afán de conquista y la codicia del hombre, ejercidas a través de las naciones. Y así sucedieron las guerras mundiales, la primera de ellas entre Francia e Inglaterra, en el siglo XIX durante la primera revolución industrial, que dio a Inglaterra la hegemonía mundial durante un siglo.

Luego a principios del siglo XX vino la segunda guerra mundial, entre Inglaterra y Alemania, que disputaba la hegemonía a Inglaterra, que descalabró al mundo con la aparición del capitalismo colectivista, en oposición al capitalismo privatista.

En consecuencia hacia mediados del siglo vino la tercera guerra mundial, planeada con el objeto de ordenar ese descalabro, y acometida demencialmente en forma total. La que lo único que hizo fue confirmarlo, ante la aparición del “arma maravillosa” de la energía nuclear.

Dejando como zaga, ante la segura destrucción mutua, la Guerra Fria entre el capitalismo privatista y el colectivista. Que duró hasta el agotamiento y derrumbe hacia fines de siglo de la Unión Soviética, por efecto del arma financiera de los petrodólares, diseñada por Estados Unidos e Inglaterra para abatirla.

El malestar económico

Así quedó establecida la hegemonía mundial de Estados Unidos, con un capitalismo a secas, pero en un mundo en que las empresas nacionales habían sido reemplazadas por las multinacionales, y en donde las mega finanzas imperan. Coincidente con un nuevo avance en las comunicaciones que logró la instantaneidad de ellas.

Y con la heterodoxa y poderosa irrupción de China, que considero que su ventaja competitiva era su enorme disponibilidad de mano de obra educada y semi cautiva, y se la ofreció al mundo capitalista privatista. Produciéndose así el ensamble como hermanos siameses, entre el capitalismo supuestamente colectivista y el privatista, en función del Big Business privatista, que mejoró el bienestar de los países asiáticos.

Se puso así en marcha una gran ola globalizadora pos moderna, en función del Big Business multinacional y los intereses de los mega ricos. Que olvidando enteramente los nacionalismos, para maximizar sus rentas y ganancias, procuraron explotar a fondo las ventajas competitivas de los países del mundo, incluyendo los recursos humanos disponibles en ellos. Apelando también a la inteligencia artificial y la robotización, para reducir los costos del factor humano.

Un claro ejemplo de ella es la mundialización y robotización de la industria automotriz, con autos de fabricación multinacional como consecuencia del masivo intercambio de autopartes entre filiales y empresas vinculadas, radicadas en múltiples países. Cuyo tráfico hace imposible saber cuánto es costo y cuanto es ganancia, y adónde va a parar esta, y han sumido en la ruina lo que antes eran emporios de esa industria. La que en su afán de lucro, ha apelado además a grandes engaños en cuanto a la seguridad de los vehículos que ofrece, y la contaminación que provocan.

Ver Detroit la pesadilla del sueño americano

Se concretó así una apreciable rebaja en los ingresos de los trabajadores y las familias en los países industriales tradicionales, que habían alcanzado el welfare state o estado de bienestar. Nivelados a la baja por efecto de la disponibilidad de mano de obra asiática y de otros países periféricos, para aumentar la súper ganancia capitalista.

Lo cual según OXFAM Internacional produjo que el 1 % de la población del planeta, tenga la misma riqueza que el 99 % restante. Y que solo 62 familias detentan la mitad de la riqueza del globo. Cantidad que se concentra en forma acelerada dado que en el 2010 eran 388 familias la que lo detentaban.

Ver Una economía al servicio del 1 %

Ver 62 personas poseen la misma riqueza que la mitad de la población mundial

mega-ricosEl malestar cultural

Pero no todo es economía, salarios, e ingresos. En Occidente, para hacer tolerable esta degradación de los derechos humanos sociales de segunda generación, que abarcaban a la mayoría de la población, la globalización instauró como “políticamente correctos” los derechos humanos individuales de tercera generación, a favor de francas minorías, bajo el rótulo de ampliación o igualdad de derechos.

Al punto que el diario CLARIN en una reciente nota (“Promesas, desilusión y legado: los años de Obama en el poder”, 9/11/16) sostuvo que “El país también viró algo a la izquierda bajo su mandato: en el Ejército ya sirven soldados abiertamente homosexuales y los transexuales tiene derecho a la hora de elegir que baño utilizan. Además, el matrimonio homosexual es ya posible en todo el país”.

De esta manera Facebok dejando de lado algo tan obvio como la anatomía, ofrece un menú de opciones de 54 géneros o u orientaciones sexuales distintas, pasando así la sexualidad humana del reino animal, al reino vegetal. Siendo una ley histórica que las civilizaciones anuncian su debacle cuando aparecen estas exuberancias en torno el misterio del sexo, y el impulso fundamental y fuerza creadora que es la libido.

Algo parecido sucede con el reemplazo de la violencia masculina, que considera a la mujer una cosa, por la violencia femenina, que considera al feto que engendró como una cosa, reclamando la naturalización del aborto. Como si en ambos casos no estuviera de por medio el misterio y la dignidad de la vida, y la violencia a secas.

Además de la ruptura intergeneracional que esta significa, ya que solamente puede ejercerla quién no la ha soportado, violando así la ética básica de diversas cosmovisiones, que ordenan no hacer a otro, lo que no le hicieron a uno. La que además ha hecho que las poblaciones blancas de los países industriales, decrezcan demográficamente en forma acelerada, acentuando así el fenómeno de la inmigración de otras etnias, que con sus altas tasas de natalidad toman cada vez más preponderancia.

Lo notable es que se tildan de izquierdistas, a las banderas que el mega capitalista John Rockefeller (III) alzó ya casi hace medio siglo, en su libro “La revolución americana”. Con el objeto de escindir enteramente el sexo de la procreación, a los efectos de contrarrestar la expansión demográfica que atenta contra el modelo de consumo y despilfarro capitalista, por el agotamiento de los recursos naturales que acarrea. Y a los efectos del control social, mediante bajar el libido juvenil, que antes se encaminaba a revoluciones y cuestionamientos al orden establecido

Se pasó así del “deber ser” de las cosmovisiones de antaño, al “deber ser feliz” individual, viviendo una juventud eterna y exitosa. Que soslaya el fracaso biológico irreversible de la enfermedad, la vejez, y la muerte, que signa sobre este planeta a los organismos vivos, incluido el humano. Y la ley del cosmos de la impermanencia y continuo discurrir.

Y para escapar de esa alienación a las leyes del Cosmos, y la ansiedad y angustia que produce el buscar una felicidad que no llega, o no permanece, se apela al consumismo y la ingesta, incluidos los psicotrópicos legales e ilegales, sin los cuales el hombre pos moderno parece no poder vivir.

De estas maneras las masas laboriosas con cosmovisiones tradicionales de los países industriales occidentales, recibieron una doble agresión, económica y cultural. Donde lo “otro”, lo forastero o novedoso, se convirtió en una amenaza, al desplazar posibilidades de trabajo cada vez peor remunerado. Ya sea por el “otro” inmigrante, o el “otro” que elabora los bienes que se importan desde otros países, y producen el mismo efecto. O por el “otro” beneficiado con los nuevos derechos individuales, que antaño se rechazaban.

Y también por el “otro”, proveniente de olas migratorias motivadas por el saqueo que los megarricos hacen en Africa. O por las guerras y desestabilizaciones, por si o interpósitas personas, que hacen contra los países que no se amoldan a la globalización plutocrática. Sembrando el caos en ellos, como sucedió en Afganistan, Irak, Libia, Siria, Yemen, etc. Patentizando así que hay globalizadores y globalizados, como ante había colonizadores y colonizados. Y ante ello los ofendidos por la globalización responden globalizando sus poblaciones, lo que incrementa el malestar de los globalizados.

El impensado triunfo de Trump

La reacción ante esa doble agresión por parte de mayoritarios sectores populares y religiosos de cosmovisiones tradicionales, es lo que explica el impensado triunfo de Donald Trump en Estados Unidos. País que tiene una enérgica base puritana, que hace 500 años concretó la primera revolución democrática en Inglaterra, y se animó a degollar un rey. Y luego con el Mayflower fue la que dio origen a Estados Unidos.

A la cual no obstante Hillary Clintón, cometiendo un error garrafal, llamó “basura blanca”. Lo que se volvió como un bumerang contra ella, al movilizar al voto a integrantes de la misma que antes eran indiferente ante el sistema de comicios voluntarios con obstáculos que rige en Estados Unidos, concretados los días martes laborables.

La escuela de Frankfurt, a la que con su “teoría crítica” se le atribuye la revalorización de las minorías discriminadas, estableciendo esto como “políticamente correcto”, ha obtenido así un resultado paradojal. Que es la discriminación de las mayorías por “políticamente incorrectas”, al punto de que Clinton la trató de “basura”. Lo que revela que la discriminación no es una cuestión de mayorías o minorías, o producto de las cosmovisiones tradicionales, sino la necesidad de sentirse superior de alguna manera, ante el desvalimiento esencial de la condición humana.

Esta situación vino acompañada de la enorme decepción que provocó el Gobierno de Obama. Que a la postre se reveló como un maquillado TioTom puesto por los megabancos, para que llevara adelante el salvataje integral de estos tras la crisis financieras del 2008. Y para que los halcones de Estados Unidos pudieran proseguir con sus guerras asimétricas, como las de Libia y Siria, y la escalada contra el entorno de Rusia, liderados por un premio Nobel de la Paz.

Recien ahora tras el triunfo de Trump y a punto de dejar su cargo tras ocho años de gobierno, Obama se acordó en un discurso de despedida en Atenas que “hay enormes perturbaciones cuando vemos que las elites globales, las grandes corporaciones, parecen vivir con reglas diferetes, sin pagar impuestos, acumulando riquezas manipulando los vacíos legales, todo esto alimenta un profundo sentimiento de injusticia”. Afirmado que ello genera una “mezcla explosiva”, por lo que la globalización debe reformarse para que sus “beneficios sean repartidos mas ampliamente y a mas gente”.

Ese mar de fondo es el que expertamente explotó Trump, al mismo tiempo que plantándose estruendosamente como “políticamente incorrecto”, se hizo conocido en todos los rincones de Estados Unidos e incluso del mundo, que es la meta principal que debe cumplir un candidato electoral. Contando para ello con la impagable ayuda de los mismos medios del establishment, que se encargaron de magnificar cada una de sus incorrecciones, creyendo que operaban en contra, cuando en ese contexto estaban haciéndole un favor.

Estos palparon así el límite que ha puesto a sus manipulaciones de la opinión pública, la aparición de la comunicación horizontal de internet y las redes sociales. No obstante que muchos de ellos ordenaron a sus audiencias, que no debían votar por Trump. Desvencijándose así su rol como instrumentos de las plutocracias, para el control social, distracción, entretenimiento, y pasatiempo de las masas. Como si el paso del tiempo en un ser vivo no le representara la muerte.

Como se puede ver en la siguiente imágen, el triunfo electoral de Trump se concretó en las localidades pequeñas y la zona rural. Mientras que Clinton obtuvo sus grandes ventajas en los conglomerados urbanos, sometidos al bombardeo tóxico de los grandes medios. Siendo notable la sesgada cobertura que le dio CLARIN al tema, bardeando al candidato Trump y anunciando tres semanas antes su notable derrota, como si los argentinos fueran a participar en la votación.

votos-por-condados

El triunfo de Trump, que nadie sabe a ciencia cierta que va hacer, y quizás ni incluso el mismo lo sabe, trae aparejada la sombra de un resurgir de los nacionalismos, con las tremendas consecuencias bélicas mundiales intracapitalistas que deparó en los siglos pasados. En momentos en que la hegemonía norteamericana se ve seriamente amenazada por el avance irrefrenable de la República China, que por su dimensión y necesidades, también tiene pulsiones imperiales.

El resultado ha puesto además sobre el tapete, el interrogante de cual es el ámbito en que se realiza la democracia en un mundo globalizado. En la cual la mayoría de los gobernantes de las naciones son electos por sus ciudadanos, a los efectos de que reciban las instrucciones de los centros de poder económico, financiero, y cultural del mundo, para que hacer lo que estos consideran “políticamente correcto”. Que generalmente en forma directa o indirecta, está asociado con la súper ganancia capitalista, y la más de las veces va en contra del bienestar de sus habitantes, como se pudo observar varias veces en Argentina, incluso actualmente.

Resulta indudable que la globalización es el destino de la humanidad. Pero también es indudable que ella no puede llevarse a cabo de esta manera tortuosa y desigual, en función de las mega ganancias usurarias de los mega ricos, y su aspiración de plasmar una plutocracia global.

Planteando el interrogante si no ha llegado el momento de aplicar el jubileo o jobel de la tradición judía, en el que cada cincuenta años todos debían devolver las riquezas que habían acaparado. O de concretar lo anticipado por Carlos Marx, de que la concentración de la riqueza llegaría a un punto, que sería muy sencillo realizar el acto extraordinario de expropiarla en bien de la humanidad

La globalización menos aún puede llevarse a cabo, en detrimento de la dignidad de la condición humana, despreciando y denominando basura a cosmovisiones adquiridas durante miles de años por la aventura humana, ante el angustioso misterio del existir. Para instaurar una pedestre cosmo-no-visión, donde lo único y esencial es el hedonismo momentáneo, reduciendo a la persona humana en un ansioso consumidor de bienes, alimentos, y experimentos sexuales. Y también de psicotrópicos que hagan soportable esta condición infrahumana.

Seguidamente se traduce un artículo de Paul Craig Roberts*, en la que presenta la nota de otro escritor estadounidense, que explica el porqué del sorprendente triunfo de Donal Trump contra todas las previsiones del establishment globalizador, como consecuencia de la reacción del hombre blanco al que la candidata Hillary Clintón había tratado de basura.

Esto no fue un voto, fue una sublevación

Por Paul Craig Roberts

Estimados lectores: El artículo siguiente me ha llegado. No puedo averiguar si se trata de una declaración publicada o de uno de esos elementos enviados a través de Internet. Sin embargo, creo que capta la actitud de los estadounidenses que en la gran mayoría de los estados dieron su voto a Donald Trump.

El optimismo expresado en el artículo podría ser poco realista. Para prevalecer sobre la Oligarquía, el Presidente Trump necesitará un gobierno tan fuerte como parece ser. No puede encontrar la fuerza que necesita para su gobierno entre las fuentes habituales de Washington, Wall Street y corporativas. Si selecciona de estas personas, será impotente.

La pregunta es: ¿quién es su equipo de transición? ¿Están enfocados en hacer agradables con los Oligarcas? Si es así, no habrá cambio.

El Partido Demócrata fracasó en Estados Unidos por los ocho años del régimen de Clinton, que cometió crímenes de guerra y derrocó a un gobierno soberano sobre la base de mentiras. El régimen de George W. Bush originó las guerras de Oriente Medio enteramente sobre la base de mentiras. Estas guerras han resultado en la muerte, mutilación y dislocación de millones de personas que han buscado refugio de la agresión de Estados Unidos en Europa. El corrupto régimen de Obama ha continuado y ampliado las guerras ilegales de Bush y estúpidamente llevó a Estados Unidos a un conflicto con Rusia y China, cualquiera de los cuales puede destruir a los Estados Unidos de América.

Ahora tenemos al psicópata George Soros financiando a manifestantes contratados, que son transportados para protestar, en un esfuerzo por deslegitimar la presidencia de Trump. Esto es un acto de traición, pero oligarcas como Soros están por encima de la ley. Nunca se les responsabiliza. Trump debería detener a Soros y someterlo a juicio.

Trump dice que quiere traer a los oligarcas bajo la ley. Si falla, Estados Unidos falla con él.”

Esto no fue una elección. Fue una revolución

Por Daniel Greenfield, miembro del Shillman Journalism en el Freedom Center

“Era medianoche en América. El día de la elección millones de estadounidenses se levantaron y se pararon frente a la Máquina, la gran rueda de hierro que los había estado moliendo. Permanecieron allí aunque los medios les dijeran que era inútil. Ellos tomaron su posición incluso mientras todos los expertos en el parloteo, se reían y se burlaban de ellos como racistas de basura blanca.

Eran padres que ya no podían alimentar a sus familias. Eran madres que no podían pagar la atención médica. Eran trabajadores cuyos puestos de trabajo habían sido dados a extranjeros en países extranjeros, para que los ingresos de los oligarcas pudieran aumentarse. Eran hijos que no veían por sí mismos un futuro. Eran hijas temerosas de que los ilegales indocumentados inundaran sus ciudades. Respiraron hondo y se pusieron de pie.

Levantaron sus manos y la gran rueda de hierro se detuvo.

La América Azul (demócrata) se desmoronó. Los Estados Azules cayeron uno por uno. Ohio. Wisconsin. Pensilvania. Iowa. La clase obrera blanca que había sido pasada por alto y pisoteada durante tanto tiempo se puso en pie. Se levantó contra sus opresores. El resto de la nación, entre la costa occidental y la costa noreste, la zona donde se pasa volando, se levantó con ella.

Ellos lucharon en contra que sus trabajos sean enviados al extranjero, mientras que sus ciudades se llenan de migrantes que tienen todo mientras no tienen nada. Ellos lucharon contra un sistema en el que pueden ir a la cárcel por cualquier cosa, mientras que las élites pueden violar la ley y aún pasearse en una elección presidencial.

Ellos lucharon contra el dicho que tenían que cuidarse de lo que dicen. Lucharon contra ser despreciados porque querían trabajar para ganarse la vida, cuidar de sus familias y proteger la santidad del matrimonio.

Y ellos ganaron. Esto no fue una votación. Fue un levantamiento.

Al igual que los hombres corrientes que astillaban el muro de Berlín, derribaron una cosa antinatural que se había elevado sobre ellos. Y al verla caer, se maravillaron de lo débil y frágil que siempre había sido. Y cuánto más fuertes eran de lo que creían.

¿Quiénes eran esas personas? Eran los descuidados en la zona donde se pasa volando que es el corazón de Estados Unidos. No tenían grados universitarios, y nunca habían puesto un pie en un Starbucks para pagar 5 dólares por una taza de café. Eran la clase obrera blanca. No hablan bien ni creen bien. Tenían las ideas equivocadas, las ropas equivocadas, y la ridícula idea de que ello todavía les importaba.

Se les dijo que estaban equivocados sobre todo. Inmigración ilegal. Las Vidas Negras Importan. Pero no trabajos para la clase media oprimida. La fabricación es innecesaria para una economía en la que los beneficios financieros son importantes. Baños transgénero. Matrimonios del mismo sexo. Se suponía que los estadounidenses se inclinaban y se rendían a un puñado de pervertidos.

Que decían que el futuro pertenece al metrosexual transgresor globalista, y no al tipo que alguna vez tuvo un buen trabajo, antes de que las corporaciones globalistas con las bendiciones de Washington lo enviasen a China o México.

Los verdaderos estadounidenses se rebelaron. La basura blanca estadounidense no podía cambiar nada, declararon los expertos. Pero en lugar de adaptarse al inevitable futuro de la muerte de Estados Unidos, se metieron en sus camionetas y salieron a votar.

Y lo cambiaron todo.

Barack Hussein Obama se jactó de que había cambiado América. Y lo hizo para el peor. Mil millones de regulaciones, millones de inmigrantes, cien mil mentiras y ya no era nuestra América.

Basura Blanca América votó y envió a Obama al infierno. Caminaron a través de él y través del Partido Demócrata, como la bolsa de papel mojada que son. Los votantes abandonaron los partidos que había vendido al pueblo estadounidense. Más norteamericanos negros votaron por Trump que votaron por Romney.

La elección repudió a los Obamas, los Clintons, las celebridades y los medios de comunicación. Los estadounidenses convirtieron el mundo en el Uno Porciento al revés.

CNN está llorando. MSNBC está lamentando. ABC lo llama una rabieta. NBC lo condena. No se suponía que pasara. La misma máquina que aplastó al pueblo estadounidense por seis mandatos consecutivos, la masa del gobierno neocon, las corporaciones globalistas, y las organizaciones sin fines de lucro financiadas por oligarcas que dirigían al país, estaba listo para ganar. O eso pensaban.

En cambio, la gente se paró delante de la Máquina. Lo bloquearon con sus votos a pesar de que los medios les dijeron que Hillary era la ganadora cierta. Ellos enviaron sus boletas de voto en ausencia, incluso mientras Hillary Clinton planeaba su celebración de la celebración con fuegos artificiales. Miraron las fábricas vacías y las granjas estériles. Atravesaron el frío temprano. Esperaron en fila. Llegaron a casa para decirles a sus hijos que habían hecho todo lo posible por su futuro. Apostaron a América. Y ellos ganaron.

Ellos están cansados de la ausencia de asistencia médica asequible y del fraude del Obamacare. Están cansados del desempleo y las mentiras. Están cansados de ver a sus hijos regresar en ataúdes para que el complejo militar / de seguridad pueda continuar saqueando a Estados Unidos con sus guerras. Están cansados de ser solo un nombre viendo el robo de su país.

Comprendieron que Trump tenía razón. La elección fue su última esperanza, su última oportunidad para salvarse a sí mismos y a su país. Y lo hicieron.

Esta elección no se trataba de quién llega a usar el baño femenino. No se trataba de si era racista o de aplicar las leyes de inmigración. No se trataba de cómo los hombres, por muy poco que parezca, expresaran su interés sexual por las mujeres.

Se trataba de estadounidenses sufridos, cuyos nombres ni un servidor de internet ni la NSA jamás conocerán, luchando contra su opresión. Se trataba de la mujer sin hogar que vigilaba la estrella de Trump. Se trataba de los demócratas traicionados buscando a alguien que los representara en Ohio y Pennsylvania. Se trataba de los hombres del sindicato que se negaron a vender su futuro y votar por un demócrata que es un agente del Uno Porciento.

Los medios nunca entrevistarán a esos hombres y mujeres. Nunca veremos sus rostros. Pero ellos son nosotros y nosotros somos ellos. Llegaron en ayuda de una nación en peligro. Hicieron lo que los auténticos estadounidenses siempre han hecho. Hicieron lo imposible.”

http://www.truthrevolt.org/commentary/greenfield-american-uprising

* El Dr. Paul Craig Roberts fue Secretario Adjunto del Tesoro para la Política Económica y editor asociado del Wall Street Journal. Fue columnista de Business Week, Scripps Howard News Service y Creators Syndicate. Ha brindado muchas conferencias universitarias. Sus columnas de internet han atraído a todo el mundo. Los últimos libros de Roberts son “El fracaso del capitalismo y la disolución económica de Occidente”, “Cómo se perdió América”, y “La amenaza neoconservadora para el orden mundial”.

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